El arte de la Obstinaci¨®n
Se la podr¨ªa considerar una pintora del g¨¦nero de las malas madres; maltrata a su prole dej¨¢ndola desangrarse en la calle, semidesnuda. En ese proceso de golpear la pintura, estrujarla, desfondarla, arrancarla de su marco y de todo atisbo de dignidad, ?ngela de la Cruz se ha reinventado a s¨ª misma, convirti¨¦ndose no en una v¨¢ndala melanc¨®lica, sino en una extraordinaria escultora". En 2003, Gilda Williams, cr¨ªtica de arte del Shoteby's Institute of Art, se refer¨ªa as¨ª al trabajo de esta artista coru?esa con nombre de santa. Lo hac¨ªa desde las p¨¢ginas de
Vitamine P (Phaidon), un extenso cat¨¢logo subtitulado Nuevas perspectivas en pintura y una de las m¨¢s completas biblias sobre el g¨¦nero en la actualidad. ?ngela era la ¨²nica pintora espa?ola incluida en esa publicaci¨®n, elaborada por medio centenar de cr¨ªticos y comisarios internacionales. En aquel momento, esta a¨²n treinta?era artista era una de las estrellas de la Anthony Wilkinson Gallery, que dejar¨ªa al a?o siguiente por la a¨²n m¨¢s prestigiosa Lisson Gallery londinense, todav¨ªa hoy su galer¨ªa, donde comparte espacio con creadores de la talla de Sol LeWitt, Tony Cragg y Anish Kapoor.
"Mi trabajo va a mejorar con lo que me ha pasado. Estoy a punto de estallar.Nunca tuve tanto tiempo para meditar"
Entrelazaba sus exhibiciones por galer¨ªas y museos de Nueva York, Viena, Melbourne y Estocolmo con las clases de pintura que impart¨ªa en la Ruskin School of Arts de Oxford o en el Royal College. Se hab¨ªa convertido en una animadora vocacional de las noches de Londres, donde resid¨ªa desde finales de los ochenta. Viajaba constantemente; pintaba y elaboraba proyectos y muestras sin descanso; sal¨ªa, beb¨ªa, fumaba y bailaba con una intensidad que parec¨ªa querer quebrar el tiempo, agotarlo. Este a?o su nombre tambi¨¦n ha sido incluido entre los 100 artistas espa?oles m¨¢s interesantes, en un proyecto de la editorial Exit, coordinado por Rosa Olivares.
Pero a d¨ªa de hoy, ?ngela de la Cruz lleva tres a?os sin coger un pincel; ajena al mundo del arte, postrada primero en una cama de hospital que tard¨® 17 meses en abandonar y anclada despu¨¦s a una silla de ruedas que ella misma, con tenacidad, trata de ocultar bajo esos largos abrigos que ya vest¨ªa mucho antes de padecer su primer derrame cerebral. No es que se averg¨¹ence de las radiales met¨¢licas que hoy suplen sus piernas, antes tan activas, pero se percibe con descarnada claridad su enorme resistencia a asumir esa mediana autonom¨ªa. Ya no odia su par¨¢lisis, porque la est¨¢ venciendo: sigue luchando para volver a ser la misma de antes. No hay amargura ni retranca cuando, con su habla a¨²n dif¨ªcil, entorpecida, clama casi al comienzo de la conversaci¨®n: "?Yo soy m¨¢s arte que nadie!". Es un acto reflejo: el cerebro de ?ngela no est¨¢ impedido, y las ideas y los proyectos siguen bullendo con el mismo rigor y facilidad que antes.
La primera se?al de que algo no iba bien en su cabeza la pill¨® desprevenida, en plena calle, en agosto de 2006, unos meses antes del ataque que finalmente la doblegar¨ªa. Ocurri¨® durante unas vacaciones en Vejer, entre Barcelona y Gerona. Un dolor de cabeza extremo al que sigui¨® una p¨¦rdida parcial y constante del equilibrio. Al regresar a Londres le diagnosticaron su cavernoma, tambi¨¦n conocido como angioma cavernoso: una malformaci¨®n vascular en el cerebro que crea anomal¨ªas en los vasos sangu¨ªneos, lo que provoca crisis epil¨¦pticas y hemorragias internas. Tambi¨¦n le informaron de que el ¨²nico tratamiento era quir¨²rgico, y no precisamente exento de peligros.
Pero ese primer ataque no pas¨® del susto moment¨¢neo. "Me recuper¨¦ r¨¢pido. Los m¨¦dicos me explicaron todo, pero yo decid¨ª continuar mi vida en Londres m¨¢s o menos de la misma manera, quiz¨¢ algo m¨¢s sosegada, pero dedicada por entero a mi trabajo y tambi¨¦n a mis placeres cotidianos: fumaba y beb¨ªa demasiado, sal¨ªa y me divert¨ªa como antes". No dur¨® mucho. Tres meses despu¨¦s la volvieron a ingresar en Londres. Todo se complicaba.
?ngela de la Cruz naci¨® en A Coru?a en 1965. Hija de una familia de clase media (su padre, pod¨®logo; su madre, con una licenciatura en Econ¨®micas, era su asistente en la cl¨ªnica), la peque?a ?ngela, segunda de cinco hermanos, fue todo menos una adolescente f¨¢cil. "Era muy rebelde. No recuerdo de cu¨¢ntos colegios me expulsaron; de muchos". De joven abraz¨® el punk y el anarquismo con vehemencia, para horror de sus padres. La sed de independencia la llev¨® a Santiago de Compostela a estudiar filosof¨ªa. "En realidad, quer¨ªa hacer Bellas Artes, pero mis padres no me dejaron ir a Madrid, Valencia o Bilbao. Era demasiado salvaje. En Santiago me dediqu¨¦ a salir por las noches. La carrera no me interesaba nada. Una amiga de la facultad sal¨ªa con un hombre 20 a?os mayor que ella. Fue a partir de ah¨ª cuando aprend¨ª un mont¨®n. En cuanto pude me march¨¦ a Inglaterra". En 1987, tras los pasos de una amiga, con un trabajo de au-pair para dos meses, se traslad¨® a la capital brit¨¢nica, primero, al oeste con una familia india, y luego, a Candem Town. Sigue en Londres 21 a?os despu¨¦s. A ?ngela no le gusta hablar de su vida privada, pero es imposible no a?adir que, entre otros motivos para quedarse, encontr¨® a Gerry Ivers, el hombre que la acompa?a desde ese a?o, su novio de toda la vida, su resistente pilar.
Trabajando en cualquier cosa, ?ngela se pag¨® sus estudios de Bellas Artes. Despu¨¦s ingres¨® en el Institute of Contemporary Art (ICA): primero de camarera, luego en la fotocopiadora, finalmente como una m¨¢s... "En la escuela, lleg¨® un punto en que me atasqu¨¦: no hac¨ªa sino pintar el mismo cuadro una y otra vez. Un d¨ªa, al enterarme de la muerte de mi padre, destroc¨¦ el lienzo: no de c¨®lera, sino de tristeza. Ah¨ª empez¨® todo. El marco era y es la espina dorsal de un cuadro, lo que lo mantiene derecho. Cuando est¨¢ roto, pierde esa cualidad de rectitud. Me intimidaba la pintura erguida, esa figura autoritaria".
La sensibilidad de ?ngela aparece en cada observaci¨®n, incluso de lo m¨¢s nimio. Aceptada la invitaci¨®n a su casa de Kew Bridge, al oeste de Londres, pronto nos descubre el motivo de la cita al comenzar la tarde: "Para que admir¨¦is la luz del norte que entra por los ventanales del sal¨®n". Su piso es amplio, y ha borrado conscientemente las huellas de su incapacidad, s¨®lo visibles en el ba?o y en su habitaci¨®n. ?ngela se presta a ense?arnos sus proyectos. Su ordenador cuenta con un teclado adaptado, de grandes teclas, que ella presiona casi sin fuerza, como lo har¨ªa un beb¨¦. Pero sus ojos negros brillan con una decisi¨®n demoledora. Delante de nosotros aparecen los bocetos de ideas futuras con nombres magn¨ªficos -Transfer (intercambiador), Defleated (desinflado)-; m¨¢s esculturas que pinturas, o, en cualquier caso, h¨ªbridos fascinantes. Es una conversadora compulsiva y divertida, aunque le cueste; a veces fr¨ªvola, a veces profunda, pero sin asomo de petulancia. "Soy una gamberra", se define a s¨ª misma.
Paseando la mirada por la pantalla de su ordenador, llama la atenci¨®n un documento de Word: Cuando me despert¨¦, escrito en ingl¨¦s. Al preguntar de qu¨¦ trata, si es otro proyecto, su mirada acusa la sombra de una duda. Realiza un esforzado doble click y podemos leer: "Cuando me despert¨¦ no lo pod¨ªa creer. ?Era incapaz de hacer nada! Mi cuerpo no respond¨ªa. Hab¨ªa estado en mi estudio, trabajando con Colin, mi asistente, cuando sent¨ª un dolor masivo en la cabeza. Acud¨ª al hospital de Queen's Street, donde previamente hab¨ªan tratado mi cavernoma, pero no pudieron actuar tan r¨¢pido. Incapaz ya de caminar, me condujeron a la UCI, donde hicieron lo que pudieron y, probablemente, me salvaron la vida. Sufr¨ªa una enorme hemorragia en el cerebro y estaba embarazada de dos meses. All¨ª permanec¨ª los cuatro primeros, internada. Segu¨ªa en cuidados intensivos, pero no lo recuerdo claramente. Los m¨¦dicos me hicieron una traqueotom¨ªa para que pudiera respirar y me entubaron para que me alimentase y orinase libremente. No pod¨ªa mover ning¨²n m¨²sculo del cuerpo".
Es el relato de esas primeras horas, d¨ªas y meses tras el derrame. Un pormenorizado detalle de su agon¨ªa f¨ªsica y, en paralelo, de su libertad mental; de c¨®mo logr¨® asumir lo sucedido y vencer la depresi¨®n; de los consejos de los m¨¦dicos recomend¨¢ndole un aborto. Pero se empe?¨® en dar a luz a su hija Angelita Lola, que naci¨® bien y estable. "Si hay algo de lo que no me arrepiento es de esa decisi¨®n", a?ade, aunque postergase su recuperaci¨®n hasta el momento de dar a luz, un retraso de nueve meses que casi acaba con ella. "?Sabes?", reflexiona intrigante, "la v¨ªspera del ataque fui al cine, a ver Mar adentro, la pel¨ªcula de Amen¨¢bar, y me pas¨¦ toda esa noche pensando en qu¨¦ pasar¨ªa si me quedara incapacitada. Extra?a coincidencia, ?no?". Pero poco a poco va ganando la lucha. "Gracias a esta enfermedad he recuperado muchas cosas que hab¨ªa perdido: la tranquilidad y la lectura, por ejemplo. Antes viajaba de una forma compulsiva, y me pasaba el d¨ªa de fiesta. Ahora disfruto leyendo".
?ngela est¨¢ ingresada en una cl¨ªnica de rehabilitaci¨®n de alto rendimiento, el Wolfson Centre, que abandonar¨¢ en breve. Pasa all¨ª cinco d¨ªas a la semana, los s¨¢bados y domingos regresa a casa con su novio y su hija. Entre sus planes inmediatos est¨¢ el alquilar un estudio cerca de su nueva residencia y comenzar a pintar otra vez. Ha ganado expresividad facial, ha mejorado su habla e incluso ha logrado incorporarse. Y tiene exposiciones a la vista este a?o en una galer¨ªa francesa y en Finlandia, en el certamen HoviArt Contemporary. "Por fuerza, mi trabajo va a mejorar despu¨¦s de lo que me ha pasado. Estoy a punto de estallar de tantas ganas de hacer cosas. Nunca antes tuve tanto tiempo para meditar".
Ya ha negociado con la Lisson Gallery la exposici¨®n que la devolver¨¢ al mundo del arte. Ser¨¢ en 2010, con todas las piezas nuevas. Se titular¨¢ Insider. P
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