La casa de Guadalupe
Un filme muestra una obra de Rem Koolhaas a trav¨¦s de su limpiadora
Con el mismo laconismo que el c¨¦lebre camarero fordiano de Pasi¨®n de los fuertes le respond¨ªa a Henry Fonda-Wyatt Earp que ¨¦l de amor no sab¨ªa nada, que siempre hab¨ªa sido camarero, Guadalupe Acedo, la mujer que desde hace casi una d¨¦cada limpia la ic¨®nica casa de Burdeos de Rem Koolhaas, responde que a ella no le gusta especialmente nada de esa casa, que no tiene rincones favoritos, que se limita a hacer su trabajo: limpiar. "Estoy aqu¨ª de paso, eso es todo".
Koolhaas houselife, la pel¨ªcula documental rodada por el italiano Ila B¨ºka y la francesa Louise Lemo?ne, nos introduce en una de las viviendas m¨¢s audaces de finales del siglo XX a trav¨¦s de una mirada ins¨®lita: la de una mujer de Badajoz que cada d¨ªa sube y baja con sus cubos, su aspiradora, sus bayetas y su fregona por las tres plantas de un edificio que Koolhaas construy¨® entre 1994 y 1998. La imagen de Guadalupe cargando sus arcaicas armas de limpieza en una casa de virtuosa tecnolog¨ªa sorprendi¨® al propio arquitecto que en una entrevista sobre el filme se?ala: "Aqu¨ª chocan dos sistemas, una concepci¨®n plat¨®nica de la limpieza con una concepci¨®n plat¨®nica de la arquitectura".
La directora: "Quer¨ªamos evitar que la voz fuera la del arquitecto"
"La casa ya no es la misma desde que muri¨® el se?or", dice la protagonista
Los due?os de la casa (una pareja y sus tres hijos) se trasladaron a las afueras de Burdeos despu¨¦s del fatal accidente que dej¨® parapl¨¦jico al marido. Le encargaron la casa a Koolhaas, entonces no tan famoso, un arquitecto de vocaci¨®n tard¨ªa, que hab¨ªa sido periodista y hasta guionista de Russ Meyer, y que llev¨® a cabo un proyecto (declarado hoy Patrimonio Hist¨®rico) cuyo coraz¨®n es la plataforma elevadiza que permit¨ªa al due?o moverse por toda la casa en silla de ruedas y con absoluta libertad. Ojos de buey gigantes, hormig¨®n gris, curvas y una estructura voladiza que se sostiene por tres puntos. "Se va a caer, alg¨²n d¨ªa se va a caer", dice Guadalupe mientras lucha contra las goteras. "La casa ya no es la misma desde que muri¨® el se?or", a?ade en una de sus escasas concesiones ante la c¨¢mara a la intimidad de ese hogar. "Antes se escuchaba la risa de la se?ora, siempre riendo, siempre dando fiestas. Pero desde que el se?or muri¨® ya no es igual, ya no se r¨ªe tanto". Guadalupe da un respingo y se queja de las permanentes aver¨ªas que sufre la casa, siempre en obras: "Es como el Escorial, aqu¨ª las obras nunca acaban". No entra en valoraciones est¨¦ticas: "Yo respeto todos los gustos" y se admira al abrir el enorme ojo de buey que permite ver desde el dormitorio principal la lejana ciudad rodeada de campo. De puntillas el espectador ha entrado en la intimidad de la casa, conoce sus grietas pero tambi¨¦n entiende su inestable belleza.
Desde su estreno en la Universidad de Harvard en febrero de 2008, Koolhaas houselife se ha convertido en una pel¨ªcula de culto. En Madrid, por iniciativa de los arquitectos Edgar Gonz¨¢lez y Jos¨¦ Mar¨ªa Churtichaga, se est¨¢n organizando dos pases para el d¨ªa 22 y 23 mes de mayo en el C¨ªrculo de Bellas Artes. Adem¨¢s, la pel¨ªcula puede comprarse en libro-DVD en la web www.koolhaashouselife.com. "Nosotros quer¨ªamos hacer una serie sobre la vida real de la arquitectura de los llamados arquistars", se?ala Louise Lemo?ne. "La idea era evitar que la voz principal fuera la del arquitecto o la de los propietarios. No nos interesaba hablar de estructuras, ni de materiales sino observar su vida", a?ade la directora. "Edificios que creemos conocer, descubrirlos de otra manera". Ila B¨ºka y Louise Lemo?ne ya han rodado dos pel¨ªculas m¨¢s dentro de la serie. Ellos se autofinancian un proyecto que tambi¨¦n distribuyen.
De momento est¨¢n en la fase montaje del segundo y tercer filme. "Rodamos unos vi?edos de Herzog&De Meuron, tambi¨¦n en Burdeos, a trav¨¦s de los recolectores de uvas y el Guggenheim de Bilbao, de Frank Gehry, a trav¨¦s del equipo que limpia los cristales y el titanio. Fue una experiencia incre¨ªble porque los que limpian son un grupo de alpinistas vascos, unos locos de la monta?a. Pasamos una semana maravillosa en la terraza del Guggenheim con ellos. Mucho v¨¦rtigo". Para los directores la voz de los trabajadores le da otro valor a estos edificios-icono. "Es una confrontaci¨®n filos¨®fica".
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