Contratas Hern¨¢ndez
A horas de su investidura, amenizada por un frugal y solitario gaiteiro y bien a su pesar, el negocio de traspasos express patentado por Feij¨®o contra el bipartito vende poco. Hoy lo m¨¢s in son las inc¨®modas contratas Hern¨¢ndez. La estrategia popular de poner bajo sospecha el relevo de poderes para allanar su acceso a Monte P¨ªo, ha terminado por estallarles en las manos poniendo bajo sospecha a uno de sus actores principales. La fulgurante trayectoria como emprendedor de uno de sus conselleirables, Agust¨ªn Hern¨¢ndez, un verdadero Leo Messi de la obra civil, tanto por su capacidad de dribling entre lo p¨²blico y lo privado como por la ansiedad que provocaba en empresas y administraciones para hacerse con sus servicios, ha colocado al inminente presidente ante un dilema endemoniado.
A diferencia del 'caso Carrera', Feij¨®o se parapeta ahora entre el silencio y las invocaciones legales
Cu¨¢nto pueda hacer ahora el contratado ofrece un inter¨¦s relativo. Como su conmovedor intento de exoneraci¨®n a lo B¨¢rcenas, "contratando un informe a un abogado independiente" en lugar de buscar el aval de Hacienda. Lo ¨²ltimo en informes exonerantes, el dos por uno: al contratar un informe independiente, le regalan otro imparcial y objetivo. Tampoco aporta demasiado el contradebate armado por los populares calificando el expediente del Bipartito como una venganza de mal perdedor. Cierto que el Gobierno saliente deber¨ªa dejar en manos del entrante la decisi¨®n de expedientar o no a uno de sus conselleiros. Pero cierto resulta tambi¨¦n que cuanto no fuera dejar pasar el asunto recibir¨ªa id¨¦ntica cr¨ªtica, pues la misma derecha que tan democr¨¢ticamente demanda explicaciones y arrastra sin piedad el nombre de cualquiera por la sospecha, sigue pensando que pedirle cuentas a cualquiera de los suyos es atentar contra su honor, de mal gusto y a¨²n peor educaci¨®n.
A estas alturas, lo que cuenta de verdad es qu¨¦ va a hacer N¨²?ez Feijoo. La decisi¨®n se antoja compleja. Ninguna salida es buena. Prueba de ello es c¨®mo se parapeta entre el silencio y las invocaciones legales, lejos de exhibir la fr¨ªa contundencia del caso Carrera, descabez¨¢ndolo antes de que la SER divulgara su concepci¨®n lib¨¦rrima de la fiscalidad. La diferencia no reside en la gravedad de ambos asuntos, sino en que ahora ya no es aquel candidato sin nada que perder. Ahora es este presidente que lo habr¨¢ de justificar sabiendo que tiene ante s¨ª tres opciones y s¨®lo puede elegir la menos mala: hacer nada, darle cari?o o entregar a su hombre.
La inacci¨®n es el camino m¨¢s f¨¢cil a corto plazo. Pero supone confiar en que todo se curar¨¢ gracias al poder bals¨¢mico de las invocaciones calderonianas al honor del interesado o la proclamaci¨®n tan firme como vac¨ªa de que "se cumpli¨® estrictamente la ley"... La coartada de la honra produce un efecto multiplicador sobre la prueba de los hechos. El cumplimiento estricto de la ley acaba antes o despu¨¦s por traducirse en plazos, cantidades devengadas y papeles e informes firmados, sin firmar o que nunca se debieron firmar. A Feij¨®o debe preocuparle y mucho verse reflejado en el espejo de los soponcios soportados por Rajoy al elegir la inactividad respecto a su hiperactivo tesorero.
Su nominaci¨®n en Obras P¨²blicas como contratador mayor del Reino supondr¨ªa, de entrada, un gesto de autoridad. Pero pasada la euforia que produce sentirse ese presidente a quien nadie le dice lo que debe hacer, emerger¨¢ la cruda realidad a gestionar. Alguien deber¨¢ cerrar el expediente y avalar con su firma comportamientos que parecen vulnerar si no la letra, s¨ª el esp¨ªritu de las incompatibilidades. Si atendi¨® o no expedientes sobre los cuales decidi¨®, es una formalidad. La ley existe para evitar precisamente estos viajes entre lo de todos y lo suyo. Adem¨¢s, ni siquiera ese cierre evitar¨¢ que en sus adjudicaciones pase m¨¢s tiempo explicando qui¨¦n se la lleva que las bondades de la obra.
Entregar la cabeza de Hern¨¢ndez implica un golpe duro. Hacerlo con el mandato a¨²n por iniciar multiplica costes y da a una oposici¨®n desnortada un punto de apoyo para inquietar al Ejecutivo. Pero ofrece las ventajas de reforzar la credibilidad del presidente. Haga lo que haga, deber¨ªa no olvidar algo que otros aprendieron antes en sus carnes: la mentira viaja en business class y desembarca antes, pero aunque la verdad se desplace en turista, siempre llega.
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