Malas artes en Downing Street
Las oscuras maniobras de un asesor de Gordon Brown que pretend¨ªa desprestigiar a los l¨ªderes conservadores hunden a los laboristas brit¨¢nicos
Gordon Brown lleg¨® al n¨²mero 10 de Downing Street pronto har¨¢ dos a?os, con el prestigio de haber transformado la econom¨ªa brit¨¢nica y el compromiso de desterrar del Gobierno las permanentes triqui?uelas medi¨¢ticas que caracterizaron al Nuevo Laborismo en tiempos de Tony Blair. La herencia econ¨®mica de Brown ha ido quedando arrasada a medida que crec¨ªa la marea de la crisis financiera que vive el mundo. Su compromiso contra la manipulaci¨®n informativa, cuestionado ya desde hace tiempo, ha quedado herido de muerte con el ¨²ltimo esc¨¢ndalo que vive la pol¨ªtica brit¨¢nica: el intento de un asesor del primer ministro de montar una campa?a de desprestigio personal de los dos pesos pesados de la oposici¨®n conservadora, su l¨ªder, David Cameron, y su canciller del Exchequer (ministro del Tesoro) en la sombra, George Osborne.
Damian McBride, asesor pol¨ªtico de Brown desde sus tiempos al frente del Tesoro, tuvo que dimitir el s¨¢bado al conocerse el contenido de un correo electr¨®nico en el que propon¨ªa a un bloguero del Partido Laborista y antiguo asesor del Gobierno, Derek Draper, ideas para desprestigiar a Cameron y Osborne. Se trataba de lanzar los rumores de que Cameron sufri¨® de joven una enfermedad ven¨¦rea y de que Osborne ten¨ªa mucho que ocultar sobre su vida supuestamente licenciosa en tiempos pasados. Todo indica que McBride plane¨® una campa?a a largo plazo que iba a difundirse a trav¨¦s de un blog prolaborista, Red Rag, aunque la idea acab¨® siendo desechada.
El primer ministro ha intentado distanciarse del caso aceptando la dimisi¨®n de McBride, enviando cartas personales a los pol¨ªticos tories citados en esos e-mails y proponiendo una reforma del actual c¨®digo de conducta que afecta a los asesores pol¨ªticos para evitar que se pueda repetir un caso semejante. Propone, por ejemplo, que los asesores del Gobierno no puedan servirse de fondos o material p¨²blico para realizar actividades de partido. Pero Brown se ha negado a presentar las disculpas p¨²blicas que le ha exigido el l¨ªder de la oposici¨®n.
El caso refleja los tiempos de fin de ciclo que vive la pol¨ªtica brit¨¢nica, que parece cada vez m¨¢s abocada a un cambio de Gobierno en las elecciones generales, que se esperan para la primavera del a?o que viene.
As¨ª parec¨ªa analizarlo David Cameron cuando ayer denunci¨® que este caso "demuestra la necesidad de cambio; pero no un cambio de los asesores especiales, sino un cambio de cultura en el n¨²mero 10 de Downing Street".
"No creo que ese cambio de cultura pueda darse sin un cambio de liderazgo, y eso no ser¨¢ posible si no cambia el Gobierno", a?adi¨®. "Esta gente ha estado demasiado tiempo en el poder; han olvidado a qui¨¦n est¨¢n sirviendo, qu¨¦ se supone que han de hacer, c¨®mo se tienen que comportar".
"No s¨¦ qu¨¦ sab¨ªa Gordon Brown y cu¨¢ndo lo supo, pero lo que s¨ª s¨¦ es que es ¨¦l quien contrat¨® a esa gente, ¨¦l es quien ha puesto en marcha esa cultura, ¨¦l es el l¨ªder y necesitamos cambiar de l¨ªder para cambiar esa cultura y para acabar con todo ese sinsentido", zanj¨® David Cameron.
El esc¨¢ndalo amenaza con abortar cualquier atisbo de recuperaci¨®n del Gobierno laborista, que ha apostado por el impacto de la presencia del presidente de EE UU, Barack Obama, en la reciente cumbre de Londres para rehacer la maltrecha imagen del primer ministro brit¨¢nico.
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