Cristiano Ronaldo y punto
Un fogonazo del portugu¨¦s le basta al Manchester United para derrotar al correoso Oporto
Desde el minuto 6, Cristiano Ronaldo estaba donde quer¨ªa. All¨ª en lo alto, con todas sus letras brillando en solitario en el videomarcador. No en uno cualquiera. En el del estadio do Dragao, en Oporto, uno de tantos campos donde las bicicletas del portugu¨¦s provocan sarpullidos. Bast¨® con ver la celebraci¨®n de gol, mirando al tendido. L¨®gico, porque no hab¨ªa sido un tanto cualquiera. Fue una obra de arte, un zurdazo maravilloso que dej¨® clavado al bueno de Helton. Un fogonazo imponente que revalid¨® otra presencia inglesa en las semifinales, en las que el Bar?a oficiar¨¢ de invitado en la Premier League. Era todo lo que ten¨ªa que hacer el Manchester. El resto consist¨ªa en esperar, intimidar con un ataque pavoroso, completado por Giggs y Rooney, y aguardar a que el pundonor oportista se diluyera en el tiempo.
OPORTO 0 - MANCHESTER UNITED 1
Oporto: Helton; Sapunaru (Costa, m. 80) Rolando, Alves, Cissoko; Lucho (Mariano, m. 29), Fernando, Meireles, Lisandro; Hulk y Rodr¨ªguez (Far¨ªas, m. 64). No utilizados: Nuno; Stepanov, Guar¨ªn, y Madrid.
Manchester United: Van der Sar; O'Shea, Vidic, Ferdinand, Evra; Anderson (Scholes, m. 76), Carrick, Giggs; Cristiano Ronaldo, Rooney y Berbatov (Nani, m. 68). No utilizados: Foster; Neville, Evans, T¨¦vez y Macheda.
Gol: 0-1. Cristiano Ronaldo remata a la escuadra desde fuera del ¨¢rea.
Arbitro: Massimo Busacca (Suiza). Amonest¨® a Vidic y Evra.
Partido de vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones, disputado en el estadio Do Drag?o, de Oporto, que se llen¨®: 52.000 espectadores.
El Oporto quiso madurar el partido, pero el Manchester no se lo permiti¨®
En la segunda mitad, el equipo ingl¨¦s apenas asom¨® el cuello. Se dej¨® ir
Al fin y al cabo, era el tipo de partido que le gusta a Ronaldo. Ni un bolo, donde se inhibe, ni una final, donde se pierde. Era en un estadio lo suficientemente hostil para que Ronaldo se ganara el jornal haciendo lo que le pide Alex Ferguson. El brillo de su trallazo rescat¨® un partido por lo dem¨¢s tedioso, en el que el Manchester impuso su superioridad pero dej¨® demasiadas dudas respecto a sus posibilidades en la competici¨®n. Hoy por hoy, no parece el mejor de Europa. Ni siquiera el mejor ingl¨¦s. Pero tiene a Ronaldo, y si un d¨ªa responde a lo que de ¨¦l se espera en citas mayores, todo es posible para los de Old Trafford
El Oporto cometi¨® un error de bulto, impropio de un equipo con cierto callo en las fases nobles de la competici¨®n. Se debi¨® de llevar una imagen un tanto distorsionada del Manchester de Old Trafford y afront¨® la vuelta con la suficiencia de quien cree que basta con esperar. Quiso madurar el partido, pero el Manchester no se lo permiti¨®. Los minutos que precedieron a la obra de arte de Cristiano Ronaldo bastaron para observar a un Oporto contemplativo y a un Manchester insultantemente superior. Sobre todo en campo ajeno, que es donde los portugueses plantearon la partida. Si al campe¨®n la superioridad se le supone, lejos de Van der Sar es una obviedad, que el 7 sell¨® de un trallazo.
Con Rooney pegado a la cal y Giggs haciendo incursiones por el centro del campo, el despliegue rojo dej¨® el ¨¢rea a Ronaldo y a Berbatov. El meritorio grupo blanquiazul pas¨® demasiados apuros para detener las oleadas ofensivas de los ingleses y tard¨® demasiado tiempo en recuperar el saborcillo de Old Trafford, el estadio donde encontr¨® los zurcidos al traje de Alex Ferguson. Nunca con f¨²tbol, siempre a empellones, pas¨® media hora antes de que lo intentara Lisandro con una chilena. Despu¨¦s llegaron las ocasiones a bal¨®n parado, un constante peligro para la defensa de nuevo liderada por Ferdinand. As¨ª, a empujones, logr¨® el empate de Manchester, y era as¨ª como pod¨ªa intentarlo en el estadio do Dragao.
El partido careci¨® de historia m¨¢s all¨¢ del chispazo de Cristiano Ronaldo, la superioridad algo condescendiente del Manchester y los arreones del Oporto. A medida que avanz¨® la noche, el Oporto creci¨® en su fe. Nunca despleg¨® el juego que se le suponen a unos cuartos de final, pero tiene su f¨²tbol la honestidad del modesto. Es portugu¨¦s, pero no se adorna con bicicletas. Muestra lo que tiene y lo explota hasta la ¨²ltima gota de sudor. Adem¨¢s, el estadio do Dragao rug¨ªa desde aquella chilena de la primera parte, y s¨®lo un gol le separaba de la gloria.
En la segunda mitad, el Manchester apenas asom¨® el cuello. Se dej¨® ir, cada vez m¨¢s consciente de que, al fin y al cabo, lo de la pasada semana en Old Trafford no fue m¨¢s que un accidente, una muestra de que al campe¨®n le queda mucho recorrido y un camino para un sue?o como el del Oporto: bonito, pero condenado a morir.
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