Arquitectos y se¨ªsmos
A los arquitectos ciertamente nos incumbe contar con los se¨ªsmos, m¨¢s o menos frecuentes y catastr¨®ficos seg¨²n zonas, como contamos con los incendios y otras calamidades no siempre previsibles.
Pero no todo consiste en hacer invulnerables los edificios, cosa de todo punto inalcanzable: "La construcci¨®n m¨¢s estable (dice Frei Otto, arquitecto famoso por sus espectaculares estructuras en Montreal y M¨²nich) es la que no existe o ya se ha derrumbado". Nada es tan s¨®lido como las ruinas y ciertos sue?os.
Del se¨ªsmo, el ingeniero y el arquitecto tenemos mucho que aprender a defendernos y defender a nuestros semejantes. La respuesta radical, la que primero acaso se nos viene a la cabeza, es el "refugio" o el b¨²nker: en la guerra como en la guerra. Pero a nadie se le escapa que tales mazacotes son de suyo inh¨®spitos. En el otro polo de la cuesti¨®n est¨¢ el chamizo, fr¨¢gil y endeble, que se nos caer¨¢ encima a la primera embestida, pero sin consecuencias para nuestras vidas: el m¨¢s ef¨ªmero es, a pesar de todo y aunque bromear a su costa sea infame, el m¨¢s seguro.
Queda una tercera v¨ªa, que yo, como profesional del asunto, recomendar¨ªa sinceramente a mis colegas: hace no muchos a?os, otra ciudad italiana sacudida por la cat¨¢strofe, As¨ªs, nos dio esa lecci¨®n. Una estructura flexible, con movilidad, capacidad de reajuste y reacomodo, aguanta mejor que otra r¨ªgida que se resiste a quebrar, pero cuando quiebra, sucumbe estrepitosamente. En la bas¨ªlica del fundador franciscano, de todos sus tramos se hundi¨® el m¨¢s r¨ªgido, el menos tolerante, adjunto a la fachada masiva: los dem¨¢s se movieron, pero siguieron en pie.
No hay edificio (salvo, que yo sepa, las pir¨¢mides, que son tumbas, y en su caso que me quiten lo bailado, no casas) inconmovible por una acci¨®n de violencia sobrehumana, sea de tierra, fuego, mar o aire.
Pero puede haberlos que capeen con suerte la sacudida: sep¨¢moslo.
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