El integrismo de Benedicto XVI
Latinoamericanos, jud¨ªos, musulmanes, africanos, protestantes y cat¨®licos seguidores del concilio Vaticano II se han sentido ofendidos por actitudes y declaraciones de Ratzinger. Este Papa es muy poco diplom¨¢tico
El 19 de abril de 2005 los cardenales de la Iglesia cat¨®lica reunidos en C¨®nclave eligieron a Joseph Alois Ratzinger -que tom¨® el nombre de Benedicto XVI- como sucesor de Juan Pablo II, de cuyo pontificado hab¨ªa sido el principal y m¨¢s influyente ide¨®logo durante casi un cuarto siglo.
En el momento de su elecci¨®n Ratzinger ten¨ªa 78 a?os, tres a?os m¨¢s de la edad de jubilaci¨®n de los obispos y uno m¨¢s que Juan XXIII cuando accedi¨® al pontificado en octubre de 1958. Sin embargo, cualquier parecido entre ambos itinerarios y sus formas de gobernar la Iglesia cat¨®lica es pura coincidencia. A sus 77 a?os el diplom¨¢tico Juan XXIII, sin apenas experiencia pastoral ni conocimiento de los entresijos de la Curia romana, llev¨® a cabo, contra todo pron¨®stico, una verdadera revoluci¨®n copernicana en el seno de la Iglesia: enterr¨® la Cristiandad y dio paso a una estaci¨®n largos siglos desconocida en el Vaticano: la primavera. El anciano Papa sorprendi¨® al mundo entero con un cambio de paradigma sin precedentes: del anatema al di¨¢logo, de la cristiandad medieval al encuentro con la modernidad, de la rigidez doctrinal al pluralismo teol¨®gico, de la condena a la misericordia, de la intransigencia a la tolerancia, de la Iglesia aliada con el trono a la iglesia de los pobres, del tradicionalismo al aggiornamento.
Bajo la influencia de Agust¨ªn de Hipona, tiene una concepci¨®n pesimista del ser humano
La revoluci¨®n de Mayo del 68 y las reformas de Juan XXIII son las bestias negras del actual Pont¨ªfice
Benedicto XVI ha hecho el viaje inverso: del di¨¢logo con la modernidad a su m¨¢s en¨¦rgica condena; de generoso mecenas de algunos te¨®logos de la liberaci¨®n (pag¨® de su bolsillo la publicaci¨®n de la tesis doctoral de Leonardo Boff) a inquisidor. El joven Ratzinger inici¨® su trabajo teol¨®gico bajo el signo de la reforma de Juan XXIII, quien le invit¨® a participar como perito en el Concilio Vaticano II junto a otros colegas condenados otrora por P¨ªo XII: los alemanes Karl Rahner y Bernhard H?ring, el franc¨¦s Y. M? Congar, el holand¨¦s Edward Schillibeekcx y el te¨®logo suizo emergente Hans K¨¹ng. No tard¨®, sin embargo, en distanciarse de todos ellos e incluso de responsabilizarles de los abusos posconciliares, para seguir la senda de la ortodoxia y la escalada hacia el poder, que le llev¨® primero al arzobispado de M¨²nich, despu¨¦s al cardenalato, luego a la presidencia de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe y, finalmente, a la c¨²pula del Vaticano.
Tres son los factores que pudieron influir en su involuci¨®n ideol¨®gica: la concepci¨®n pesimista del ser humano bajo la influencia de Agust¨ªn de Hipona -su te¨®logo preferido-, la incomprensi¨®n y el desconcierto ante la revoluci¨®n estudiantil de 1968 y el miedo a asumir las consecuencias reformadoras del Vaticano II. As¨ª fue dise?ando su teor¨ªa de la restauraci¨®n eclesial que recoge Vittorio Messori en el libro-entrevista Informe sobre la fe, que se convirti¨® en la hoja de ruta del pontificado de Juan Pablo II.
En la homil¨ªa pronunciada en la Misa para elegir nuevo Papa el d¨ªa del comienzo del C¨®nclave, Ratzinger expuso las l¨ªneas maestras de su pontificado: a) muchos cristianos se han dejado llevar por los vientos cambiantes de las corrientes ideol¨®gicas de un extremo a otro: del marxismo al liberalismo hasta el libertinaje, del colectivismo al individualismo, del ate¨ªsmo a un vago misticismo; b) se est¨¢ imponiendo en el mundo la "dictadura del relativismo que no reconoce nada que sea definitivo y que deja como ¨²ltima medida s¨®lo al propio yo y a sus deseos"; c) lo ¨²nico que permanece en la eternidad es el alma humana, cuyo fruto es lo sembrado en ella.
Y no se ha apartado un ¨¢pice de ese gui¨®n que entonces escribi¨®. Durante sus cuatro a?os como jefe del Estado de la Ciudad y l¨ªder del catolicismo mundial ha mantenido posturas claramente ofensivas para numerosos e importantes colectivos sociales, religiosos y ¨¦tnicos.
1. Las comunidades ind¨ªgenas latinoamericanas -el 10 % de la poblaci¨®n- se sintieron instrumentalizadas y heridas en su dignidad durante el viaje de Benedicto XVI a Aparecida (Brasil) en 2007 para inaugurar la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, cuando afirm¨® que la vuelta a las religiones precolombinas no era un progreso, sino un retroceso y una involuci¨®n hacia el pasado. En el mismo viaje acus¨® veladamente a los nuevos l¨ªderes pol¨ªticos latinoamericanos de autoritarios, de estar sometidos a ideolog¨ªas superadas y de no actuar en concordancia con la visi¨®n cristiana del ser humano y de la sociedad. Volvi¨® a criticar a los te¨®logos de la liberaci¨®n de politizaci¨®n, falso mesianismo, ideas err¨®neas y dependencia del marxismo, como hiciera cuando estaba al frente de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe. Acusaciones que fueron ratificadas con la condena del te¨®logo hispano-salvadore?o Ion Sobrino.
2. Ha provocado la indignaci¨®n de los jud¨ªos -13 millones-, al readmitir en la "comuni¨®n eclesial" sin ning¨²n tipo de arrepentimiento al obispo Richard Williamson, de la Hermandad Sacerdotal de San P¨ªo X, que niega el Holocausto. Tuvo que ser la canciller alemana Angela Merkel quien exigiera a su compatriota Benedicto XVI pedir disculpas a los jud¨ªos y la inmediata rectificaci¨®n al obispo seguidor de Lefebvre.
3. Los musulmanes -1.300 millones- se sintieron profunda y gravemente ofendidos en el discurso de Ratisbona, en septiembre de 2006, en el que afirm¨® que Mahoma no trajo m¨¢s que males al mundo, ya que impuso la fe con la espada y proclam¨® la guerra santa, al tiempo que vincul¨® al Dios del islam con la violencia y la irracionalidad. Con esas afirmaciones Benedicto XVI se distanciaba de la iniciativa pac¨ªfica de la Alianza de Civilizaciones, asumida por la ONU y m¨¢s de cien pa¨ªses, y se alineaba con la estrategia belicista del Choque de Civilizaciones de Bush.
4. Los africanos -856 millones- se han sentido muy ofendidos por las declaraciones del Papa durante su viaje a Camer¨²n y Angola contrarias al uso de los preservativos. ?stos, dijo, no s¨®lo no solucionan el problema del sida, sino que lo agravan todav¨ªa m¨¢s. Afirmaci¨®n deudora de una teolog¨ªa de la muerte que le convierte en responsable de la extensi¨®n y agravamiento del sida en ?frica, que afecta a millones y millones de personas en ese continente. Tal aseveraci¨®n ha provocado la reacci¨®n del Parlamento belga, quien ha pedido a su Gobierno que condene unas declaraciones tan inaceptables y que exprese su protesta al Vaticano.
5. Los protestantes -650 millones- y los cristianos ortodoxos -250 millones- se vieron discriminados en el documento vaticano de julio de 2007, que identifica la Iglesia de Cristo con la Iglesia cat¨®lica, a la que considera la ¨²nica verdadera, califica a las Iglesias Ortodoxas como Iglesia imperfecta y niega que las Iglesias de la Reforma sean Iglesia. Mayor retroceso en el camino del ecumenismo, imposible.
6. Los cristianos conciliares han visto frenadas no pocas de las reformas eclesiales y lit¨²rgicas del Vaticano II cuando Benedicto XVI instaur¨® la celebraci¨®n de la misa en lat¨ªn seg¨²n el rito tridentino de manera ordinaria y reintegr¨® en la Iglesia cat¨®lica a la Fraternidad Sacerdotal de San P¨ªo X, de monse?or Lefebvre, defensora de la Iglesia del ancien r¨¦gime y contraria a la libertad religiosa. Al levantar la excomuni¨®n de los integristas, sin exigirles la aceptaci¨®n del concilio Vaticano II, no son ellos quienes se incorporan al cristianismo conciliar. Es, m¨¢s bien, el Papa quien se convierte al integrismo y lleva a la Iglesia en esa direcci¨®n.
Juan Jos¨¦ Tamayo es director de la C¨¢tedra de Teolog¨ªa y Ciencias de las Religiones, de la Universidad Carlos III de Madrid, y autor de El islam. Cultura, religi¨®n y pol¨ªtica (Trotta, 2009, 2? edici¨®n).
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