Talentos latinos escriben en Madrid
Una generaci¨®n de escritores latinoamericanos escoge la capital para vivir
Tienen en com¨²n un continente, Am¨¦rica, un oficio, la literatura, y un equipo, el Atleti de Madrid. En un bar de Lavapi¨¦s, cuatro autores latinoamericanos que viven y escriben en la ciudad toman ca?as a un ritmo de aut¨®ctono. Forman parte del grupo generacional que la Comunidad de Madrid ha etiquetado como "Comunidad + o - 40" para La Noche de los Libros (23 de abril). De los 50 autores que forman el grupo madrile?o, todos rondan los 40 a?os y un tercio son inmigrantes latinos. ?Est¨¢ Madrid convirti¨¦ndose en el nuevo Par¨ªs para los sucesores de Cort¨¢zar, Carpentier, Onetti o Echenique? No; para tanto no es. En esto, los cuatro escritores tambi¨¦n est¨¢n de acuerdo. "Aquel Par¨ªs no se repetir¨¢", dice Julio Trujillo, poeta de M¨¦xico DF y madrile?o desde hace tres a?os. "Entonces hab¨ªa un factor pol¨ªtico para emigrar..." interrumpe el novelista lime?o Sergio Galarza, en Madrid desde 2005. "Ya no se sufre el sufrimiento del exilio", apunta aliterativo el cuentista argentino Marcelo Luj¨¢n (siete a?os en la Villa). "Quiz¨¢s nos comparan porque a¨²n sorprende la inmigraci¨®n...", concede la poetisa chilena Violeta Medina, nacida en Coquimbo e instalada en La Latina hace 16 a?os.
Los autores emigran por trabajo, por vivir una experiencia o por pura desidia
"La brusquedad del madrile?o al hablar se acaba agradeciendo"
"Castilla te quita esa carga barroca que traes de Latinoam¨¦rica"
Puede que Madrid no sea aquel Par¨ªs, ni ¨¦ste aquel boom latinoamericano. En un planeta globalizado, los "exiliados" han pasado a ser "ciudadanos del mundo". No corren los a?os sesenta, ni falta que hace. Las etiquetas ya no sirven. Ahora emigran por trabajo, por vivir la experiencia europea o por pura desidia. Julio Trujillo dej¨® DF con una oferta de trabajo bajo el brazo: la direcci¨®n de la edici¨®n espa?ola de Letras Libres. Con aspecto m¨¢s formal que el resto (blazer y cartera), compagina su trabajo en la revista con una poes¨ªa "de ambientes y contextos que no es mexicana, madrile?a ni amiga de etiquetas". Quiz¨¢ esa doble vida de cr¨ªtico y poeta est¨¦ reflejada tambi¨¦n en el t¨ªtulo de su ¨²ltimo poemario, Bipolar, el primero que publica en Espa?a, en el que hay poemas meditativos pero tambi¨¦n otros cercanos a la greguer¨ªa.
Marcelo Luj¨¢n vino a Madrid para disfrutar de Europa sin la barrera del idioma y descansar de la tensi¨®n de Buenos Aires. Es el ¨²nico de los cuatro que no tiene un trabajo alimenticio, m¨¢s all¨¢ de "impartir talleres y esas cosas".En el ¨²ltimo de los premios que han recibido sus novelas y relatos, el Kutxa Ciudad de San Sebasti¨¢n, el jurado defini¨® su obra El desv¨ªo como "un relato de carretera que termina en un expediente X, con suspense y un final sorprendente".
Inmerso en la cultura pop, Sergio Galarza presume de escoger a sus amigos en base a sus gustos musicales (su primera decepci¨®n al llegar a Madrid fue comprobar que no todo el mundo conoc¨ªa a Sr. Chinarro). Es el m¨¢s joven del grupo, lleva unas molonas gafas amarillas y se cataloga como "narrador". En su obra flirtea con el reportaje (como en Los Rolling Stones en Per¨², un ensayo sobre el paso de los reyes del rock por el pa¨ªs). An¨¦cdotas que dan juego no faltan en su biograf¨ªa, en Madrid ha trabajado paseando perros, llevando ni?os al colegio y una vez peg¨® a un cr¨ªtico literario cr¨ªtico de m¨¢s.
"Santiago es una ciudad gris y aburrida y Madrid sonaba bien", dice la poetisa chilena Violeta Medina para justificar por qu¨¦ acab¨® en la capital. "La propia palabra es sonora, Madriiid, como Lisbooooa o Estambuuuul...", alargando las vocales con una sonrisa burlona. Habla muy deprisa todo el rato. Gesticula. Es la mayor del grupo (tiene 40) pero entiende la poes¨ªa como un juego. En sus recitales (ella los llama "ralladuras") mezcla versos con instalaciones y performances. "?Qu¨¦ aburrido s¨®lo leer!", dice. Aunque trabaja como jefa de prensa de la editorial Siglo XXI, no pierde su esp¨ªritu l¨²dico de poeta: durante la sesi¨®n de fotos, el grupo se resguarda un momento dentro de la biblioteca de las Escuelas P¨ªas y Medina aprovecha para cambiar traviesa su paraguas roto por otro nuevo que un lector confiado ha dejado a escurrir en el parag¨¹ero.
Par¨ªs o no, en este aqu¨ª y ahora, la ciudad tambi¨¦n se cuela en la obra de los artistas que acoge. Primero en el lenguaje. "Esa brusquedad del madrile?o al hablar se acaba agradeciendo porque es franqueza, ausencia de rodeos", dice Trujillo, que opina que como mexicano y "ret¨®rico nato" al vivir en Madrid se aminora la voluntad ret¨®rica en busca de una mayor claridad. "Castilla te quita esa carga barroca que traes de Latinoam¨¦rica", apunta Violeta Medina, "te limpia de ripios". Seg¨²n Luj¨¢n, "para el argentino es m¨¢s complicado". ?No lo es siempre? "Es que tenemos la situaci¨®n pros¨®dica del verbo y no existe la segunda persona del plural... al final tienes que tomar una decisi¨®n narrativa: ?desde d¨®nde escribes?". En su ¨²ltimo libro el cuentista ha optado por hacerlo desde Argentina, "casi como un exotismo gracioso". La primera palabra que aprendieron todos al llegar fue "vale". El "OK" lo han desterrado.
La ciudad tambi¨¦n se cuela en el contenido de sus obras. En los versos de Trujillo aparecen las calles madrile?as, la comida, "el metro, much¨ªsimo...". "Esta ciudad es incre¨ªble para los que escribimos ficci¨®n, en los sitios m¨¢s cotidianos, los pasos de cebra, las cafeter¨ªas, los autobuses, est¨¢n todos los personajes que necesitas, desde la se?ora del vis¨®n al rapero", dice Luj¨¢n. "Madrid no est¨¢ aprovechada literariamente", dice Galarza, "no hay una novela de la ciudad como las hay de Nueva York, de Par¨ªs, o incluso de Lima". En su libro Paseador de perros, el autor lime?o narra la urbe desde su propia experiencia laboral: "Esa vivencia me permiti¨® ver la intimidad de la ciudad, el interior de las casas, la cara oculta de las postales".
Ocho observadores ojos extranjeros analizan lo peor y lo mejor del Madrid que alimenta su obra. Entre lo malo: la crispaci¨®n pol¨ªtica, la baja calidad de la prensa dominical ("esperaba encontrarme el New Yorker y es un patio de vecinas", dice Galarza), o el consumismo feroz. Pero abunda m¨¢s lo bueno. Est¨¢ lo t¨ªpico -(la comida, la luz, los cielos, la marcha, que se puede ir andando a todas partes, el transporte p¨²blico, la oferta cultural, que es un pueblo grande, que est¨¢ viva...)- y luego est¨¢ lo que s¨®lo ve alguien que viene de una ca¨®tica capital latinoamericana: "?El tr¨¢fico es una maravilla!", dice uno, "y es muy segura", apostilla otro. Todo depende de con qu¨¦ se comparen las cosas. Lo mejor de lo mejor para todos es la gente. Interrumpi¨¦ndose, los autores hablan de esos madrile?os... "?Vividores profesionales!" (Trujillo). "?Que te miran y te tocan sin conocerte!" (Medina). "Que viven de puertas afuera" (Trujillo). "Como p¨²blico, muy receptivos" (Galarza). "?Y c¨®mo conviven unos con otros!" (Luj¨¢n). "Es que aqu¨ª las barras de bar igualan a la gente de todas las clases y colores" (Trujillo). "No hay ese clasismo latinoamericano, ese preguntar ?qui¨¦n es tu padre?, ?d¨®nde estudiaste?" (Medina). Luego est¨¢n los abuelos madrile?os que por lo visto pegan la hebra mucho m¨¢s que en cualquier urbe latinoamericana. Estos ocho ojos tambi¨¦n se fijan en cosas que pueden pasar desapercibidas para los que siempre han vivido en este pueblo grande. Por ejemplo a Galarza le sorprende que haya escritores de derechas y de izquierdas ("rancios los del PP, ?o?os los del PSOE") y la gran cantidad de ciegos y sordomudos. Los dem¨¢s asienten como si esto fuese un hecho evidente.
?Qu¨¦ aportan ellos a la vida cultural de la ciudad? Sobre todo, imaginaci¨®n. "Los autores espa?oles est¨¢n muy aburguesados", dice Medina, "tienen la creatividad aplastada porque nadie mueve un dedo sin una subvenci¨®n". "No se arriesgan demasiado", explica Trujillo. Y Luj¨¢n: "Nosotros estamos acostumbrados a buscarnos la vida".
Creen que ¨¦sta es una ciudad bohemia, libre y surrealista, "que supera las pel¨ªculas de Almodovar", seg¨²n Medina, y tambi¨¦n conserva un candor, cierta ingenuidad. "Todo lo que nos gusta de Madrid, la cultura, la calidad de vida, la simpat¨ªa de la gente tiene que ver con la econom¨ªa; tantas d¨¦cadas de crisis marcan nuestras sociedades... ?c¨®mo ser¨ªan nuestras ciudades si tuviesen el poder adquisitivo que existe aqu¨ª?", dice el bonaerense Luj¨¢n.
Volver a cruzar el charco est¨¢ descartado. "Ni cagando", asevera Medina.
Lo que m¨¢s les recuerda a la ciudad que dejaron
- Julio Trujillo (M¨¦xico DF): "La cocina de mi casa cuando desayuno huevos rancheros, y los chinos: son lo m¨¢s parecido a la tienditas mexicana, puedes encontrar de todo".
- Violeta Medina (Santiago): "El obrador de Rosi (Sombrerer¨ªa, 7) donde voy los domingos a buscar empanada chilena y ceviche".
- Sergio Galarza (Lima): "El caos de las colas del consulado peruano y La Lupita (Gran V¨ªa, 73)".
- Marcelo Luj¨¢n (Buenos Aires): "Los barrios, Malasa?a es San Telmo; Gran V¨ªa, Corrientes".
El rinc¨®n m¨¢s literario de Madrid
- Julio Trujillo: "Me encantan los bares y caf¨¦s cl¨¢sicos como El Barbieri o El Comercial".
- Violeta Medina: "Los domingos mi misa es El Rastro, me lo conozco mejor que muchos madrile?os, es un lugar m¨¢gico, tiene objetos que me inspiran y siempre suceden cosas".
- Sergio Galarza: "Casa Camacho, en la calle San Andr¨¦s, resume la ciudad".
- Marcelo Luj¨¢n: "Como habitante, mis calles preferidas son Goya o Velzquez, pero como autor hay m¨¢s objetos literarios en la vida underground de Malasa?a".
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