Un 'imaginador' en la Academia
Jos¨¦ Mar¨ªa Merino ingresa en la RAE con un discurso sobre el poder de la ficci¨®n
Como un "imaginador de ficciones". As¨ª se defini¨® ayer Jos¨¦ Mar¨ªa Merino durante su ingreso en la Real Academia Espa?ola. El escritor, nacido en A Coru?a en 1941 pero leon¨¦s de adopci¨®n, titul¨® su discurso Ficci¨®n de verdad, una lecci¨®n magistral de 27 folios sobre c¨®mo surge y se desarrolla un relato en la mente de su creador.
Despu¨¦s de expresar su gratitud a los acad¨¦micos que presentaron su candidatura -Luis Mateo D¨ªez, Arturo P¨¦rez-Reverte y ?lvaro Pombo- Merino pas¨® a recordar su fascinaci¨®n infantil por el diccionario de la RAE que hab¨ªa en la biblioteca de su padre, una particular m¨¢quina del tiempo llena de "t¨¦rminos ins¨®litos" como "jarcias, cofas y obenques".
Una vez hecho el preceptivo elogio del comparatista Claudio Guill¨¦n -su predecesor en el sill¨®n "m" y "un asombroso viajero en los espacios de la literatura, por encima de lenguas y fronteras" -, el narrador recurri¨® a la "paradoja fundamental" establecida por uno de sus propios personajes: "No fue el ser humano quien invent¨® la ficci¨®n, sino la ficci¨®n lo que invent¨® al ser humano".
"La ficci¨®n fue lo que invent¨® al ser humano, y no al rev¨¦s"
Tras recordar que, pese a que Plat¨®n desconfiaba de ella, la invenci¨®n literaria es anterior a muestras de civilizaci¨®n como la agricultura o la cer¨¢mica, el autor de La orilla oscura defendi¨® la ficci¨®n como "nuestra primera sabidur¨ªa consciente", aquello que ordena el desorden de la realidad y nos permite entenderla, aquello, en defintiva, que nos hace sapiens.
Pero Jos¨¦ Mar¨ªa Merino, que en estos d¨ªa publica nueva novela, La sima (Seix Barral), no tard¨® de pasar de la teor¨ªa a la pr¨¢ctica, no sin antes aclarar que la ficci¨®n no es ni verdad ni mentira sino una "revelaci¨®n, mediante lo simb¨®lico, de lo que la realidad esconde. As¨ª, el escritor fue desgranando el andamiaje de un relato que, dijo, ha "barruntado" ¨²ltimamente.
A partir de la foto de Las tres gracias de Altagracia, un cuadro pintado en el Caribe por F¨¦lix de la Concha, marido de la poeta Ana Merino, hija del nuevo acad¨¦mico, ¨¦ste relat¨® c¨®mo hab¨ªa empezado a imaginar una vida ficticia para la ni?a que aparece retratada en ¨¦l. Se abri¨® entonces en la Real Academia una ventana a la invenci¨®n por la que entraron los inmigrantes latinoamericanos en Espa?a, Sigmund Freud, Dickens, Zola, Gald¨®s y hasta el mism¨ªsimo monstruo de Amsteten, "anticipado", dijo el orador, por una antigua pieza del romancero espa?ol en el que un rey, rijosamente encaprichado de su hija Delgadina, la encarcela con el consentimiento del resto de la familia. Cuando la realidad se torna inveros¨ªmil, la literatura viene al rescate.
Firme defensor del cuento, un g¨¦nero seminal pero maltratado por los editores y los lectores modernos, Jos¨¦ Mar¨ªa Merino continu¨® analizando la cocina de su propio relato caribe?o al tiempo que insist¨ªa en que, en el ejercicio de la narrativa corta, la "intensidad suele ser inversamente proporcional a la extensi¨®n" y que, por tanto, "alargar significa debilitar".
Tal vez para no debilitar su discurso, cuya edici¨®n conmemorativa reproduce el cuadro de De la Concha, el escritor leon¨¦s no se alarg¨® mucho m¨¢s. Puede que alg¨²n d¨ªa los lectores se encuentren en un libro suyo con el cuento que ¨¦l mismo analiz¨® ayer en un acto, presidido por ?ngel Gabilondo, nuevo ministro de Educaci¨®n. La sesi¨®n llen¨® la Academia de autores de todas las generaciones. Del premio Cervantes Antonio Gamoneda al ex ministro de Cultura C¨¦sar Antonio Molina pasando por novelistas como Juan Eduardo Z¨²?iga o Clara S¨¢nchez y poetas como Antonio Colinas, Luis Alberto de Cuenca y Luis Mu?oz.
Las palabras de contestaci¨®n a Jos¨¦ Mar¨ªa Merino corrieron a cargo de Luis Mateo D¨ªez, que repas¨® la trayectoria literaria de su paisano y subray¨® su defensa de un g¨¦nero tan poco frecuentado por la literatura espa?ola como el fant¨¢stico. Sin olvidar su labor como poeta, cerrada ya pero decisiva. "El aliento po¨¦tico", dijo, "impregna el sustrato de la narrativa de Merino, que no reh¨²ye ninguno de sus alicientes expresivos y significativos".
Babelia
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