La Seguridad Social y la crisis
El impacto de la crisis en los sistemas de Seguridad Social en todo el mundo va a ser intenso y ti?e a veces de pesimismo a corto plazo las reflexiones sobre la sostenibilidad, que deben animar su permanente necesidad de adaptaci¨®n.
En los sistemas de reparto, como el espa?ol, se pierden ingresos y disminuye la confianza en los contribuyentes de que en el futuro perciban pensiones similares a las que est¨¢n financiando. En general los Presupuestos del Estado asumen la carga del problema, manteniendo pol¨ªticas activas para mantener en la cotizaci¨®n a desempleados, asumiendo a su cargo las nuevas pensiones de los desempleados m¨¢s veteranos que son retirados del mercado de trabajo, o directamente transfiriendo mayores aportaciones a la Seguridad Social.
Habr¨¢ un super¨¢vit menor, pero en ning¨²n caso habr¨¢ d¨¦ficit
Hay que hacer reformas para que en 20 a?os la situaci¨®n sea buena
El impacto de las turbulencias financieras es m¨¢s visible en los sistemas de capitalizaci¨®n: los fondos de pensiones han perdido ya de un 15-20% a un 33% de su valor seg¨²n pa¨ªses, ocasionando d¨¦ficit en los fondos (Irlanda, Pa¨ªses Bajos); propuestas de compensaci¨®n a los nuevos pensionistas que perciben pensiones m¨¢s bajas (Suecia), o una enorme desconfianza en los sistemas de implantaci¨®n m¨¢s reciente (Estonia y otros pa¨ªses del Este de Europa). Desde todos los an¨¢lisis se reconoce el impacto en la capitalizaci¨®n de pensiones como una de las derivadas m¨¢s prolongadas y dif¨ªciles de la crisis financiera.
El incremento del d¨¦ficit de las cuentas p¨²blicas para mantener el sistema de protecci¨®n social no es por tanto ni algo excepcional ni el Apocalipsis, sino una realidad a la que se enfrentan ya muchos pa¨ªses europeos y de la OCDE combinando las aportaciones de recursos a corto y medio plazo con reformas estructurales que contemplen el reto demogr¨¢fico de la mayor esperanza de vida y menor natalidad.
En Espa?a vivimos un periodo de super¨¢vit en Seguridad Social desde el a?o 2000 que se viene atribuyendo en exclusiva al mayor crecimiento de los trabajadores ocupados que al de pensionistas (bonus demogr¨¢fico). Pero existen otras razones relevantes.
En realidad, nuestro sistema de pensiones ha alcanzado el super¨¢vit desde que culmina la separaci¨®n de fuentes, iniciada a finales de la d¨¦cada de los ochenta, que asign¨® a los Presupuestos del Estado la financiaci¨®n exclusiva de la sanidad y de los servicios sociales, estructuralmente deficitarios.
Nuestro incremento de cotizantes es fruto de la extensi¨®n del empleo entre j¨®venes y mujeres, pero tambi¨¦n de la incorporaci¨®n a la cotizaci¨®n de centenares de miles de personas antes situadas en situaci¨®n informal: trabajadores extranjeros, cuidadores familiares de personas en situaci¨®n de dependencia, becarios, etc¨¦tera. Despu¨¦s de a?o y medio de crisis, la Seguridad Social tiene el n¨²mero de afiliados ocupados que la OCDE hace pocos a?os pronosticaba para Espa?a en 2020.
Desde 2004 y por primera vez, las bases m¨ªnimas de cotizaci¨®n (el salario m¨ªnimo) han experimentado crecimientos similares a los de las pensiones m¨ªnimas, manteniendo la correspondencia entre aportaciones y prestaciones, a la vez que millones de cotizantes han salido de m¨ªnimos y cotizan por bases m¨¢s altas con la consiguiente reducci¨®n de desequilibrios. Los gastos en incapacidad han disminuido por la menor siniestralidad, los mayores controles sobre el fraude y el sometimiento de la contabilidad de las mutuas de accidentes de trabajo a controles estrictos, lo que ha permitido reducir las tarifas a la vez que aumentar exponencialmente los retornos de estas entidades al presupuesto de la Seguridad Social.
Y junto a ello hemos conseguido frenar el descenso de la edad real de jubilaci¨®n de los espa?oles, que se mantiene en los ¨²ltimos ejercicios en 63,7 a?os, bastante alta en comparaci¨®n con la media europea. Simult¨¢neamente se han establecido criterios razonables sobre la jubilaci¨®n anticipada y se han restringido algunos abusos que aprovechaban lagunas normativas, en especial en el ¨¢mbito de las pensiones de incapacidad permanente, al tiempo que la Ley 40/2007 crea nuevos incentivos a la prolongaci¨®n de la vida laboral, introduce un nuevo m¨¦todo de c¨¢lculo para los centenares de miles de pensiones de incapacidad consagrando el criterio de que la pensi¨®n ser¨¢ similar pero no mayor que la de jubilaci¨®n que hubiera debido reconocerse, y se concentra el esfuerzo de la pensi¨®n de viudedad en las familias perjudicadas por el fallecimiento del causante, eliminando la percepci¨®n de la viudedad cuando no existe ni familia ni perjuicio econ¨®mico (divorciados que pagan o no reciben pensi¨®n de alimentos).
Como puede comprobarse, hemos hecho reformas, que no por sabidas son mejor conocidas. Reformas, parad¨®jicamente mejor valoradas fuera que dentro de Espa?a, que han reforzado el super¨¢vit del sistema de pensiones hasta un punto infrecuente en los pa¨ªses de nuestro entorno, ¨ªntegramente ingresado en el Fondo de Reserva, que ha alcanzado m¨¢s de 58.000 millones de euros y se constituye en un importante recurso coyuntural para financiar el posible d¨¦ficit.
D¨¦ficit que no est¨¢ en el escenario inmediato. Durante el a?o 2009, las cotizaciones de los trabajadores ocupados van a disminuir, aproximadamente en un 5%, por la menor ocupaci¨®n y la revisi¨®n menor de las bases de cotizaci¨®n; pero al tiempo aumentar¨¢n un 35% las cotizaciones de personas desempleadas que perciben subsidios contributivos o permanentes en funci¨®n de su edad. Disminuir¨¢n las prestaciones correlacionadas con el n¨²mero de cotizantes y se incrementar¨¢ el gasto en pensiones, pero m¨¢s atenuadamente por la menor inflaci¨®n.
La mejor configuraci¨®n de la protecci¨®n al desempleo evitar¨¢ un uso excesivo de la jubilaci¨®n como ¨²nico recurso ante la desprotecci¨®n, m¨¢s frecuente en crisis anteriores, y la financiaci¨®n por parte del Estado del desempleo y de las cotizaciones de los desempleados estabilizar¨¢ las cuentas de la Seguridad Social. Habr¨¢ un super¨¢vit menor, pero en ning¨²n caso d¨¦ficit.
Casi todos los sectores econ¨®micos revelan problemas en relaci¨®n con su situaci¨®n, no solamente en Espa?a sino en todo el mundo. Sin embargo la Seguridad Social en Espa?a es la instituci¨®n que ha aguantado y est¨¢ aguantando sin ning¨²n tipo de problemas, m¨¢s bien con super¨¢vit, la crisis econ¨®mica, y ¨¦sa es la confianza que ofrece a los ciudadanos una instituci¨®n que se ha revelado como la m¨¢s estable y segura en estos momentos.
Afirmar lo anterior no supone negar los problemas del futuro, ni la imperiosa necesidad de reformas del sistema de pensiones. El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, y yo mismo hemos convertido las reformas en el eje central de nuestras intervenciones dentro y fuera del Parlamento. Estas reformas no son necesarias en la situaci¨®n actual, sino para garantizar que dentro de 20 a?os nuestra situaci¨®n siga siendo buena. Esto supone que los cambios que se produzcan necesitan horizonte temporal, consenso pol¨ªtico, determinaci¨®n y tambi¨¦n confianza.
Es dif¨ªcil construir sobre la alarma sobre todo si s¨®lo la alarma se convierte en noticia, sin datos ni reflexi¨®n a?adida. Tambi¨¦n sobre la incoherencia que supone desde los grupos parlamentarios dedicar sus intervenciones los d¨ªas pares a hablar de la quiebra de la Seguridad Social, y los d¨ªas impares a aprobar con sus votos iniciativas parlamentarias que auspician incrementos de gasto, a veces disparatados, para el sistema de Seguridad Social y que inciden sobre la sostenibilidad de ese mismo sistema.
El Pacto de Toledo, con el calendario previsto, y el di¨¢logo social, deben permitirnos adoptar la posici¨®n m¨¢s responsable: ocuparse y no preocupar.
Octavio Granado es secretario de Estado de la Seguridad Social.
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