Grasa 'buena' contra la obesidad
El tejido pardo sigue activo en los adultos y podr¨ªa estimularse para adelgazar
Hablar de grasa en el cuerpo humano normalmente implica hablar de michelines, colesterol, kilos de m¨¢s y, en ¨²ltima instancia, del gran problema de las sociedades modernas: la obesidad. Asociamos la grasa con algo negativo, algo que no queremos en nuestro cuerpo. Pero ?y si nos dijeran que tambi¨¦n tenemos otro tipo de grasa que, en lugar de acumularse de forma peligrosa, act¨²a de forma totalmente opuesta quemando calor¨ªas?
Este tipo de grasa buena y adelgazante se llama grasa parda, y tres equipos de investigadores independientes en Estados Unidos y Europa han observado por primera vez su presencia y actividad en adultos. Hasta ahora se pensaba que s¨®lo los beb¨¦s y los roedores ten¨ªan este tipo de grasa, cuya principal funci¨®n es quemar calor¨ªas para mantener la temperatura corporal, y que los humanos la iban perdiendo con la edad o que permanec¨ªa metab¨®licamente inactiva a medida que el cuerpo crece y aprende a regular mejor la temperatura.
Los beb¨¦s la tienen para quemar calor¨ªas y calentarse
Los investigadores se plantean c¨®mo elevar la actividad de estas c¨¦lulas
Pero despu¨¦s de la publicaci¨®n de tres trabajos en The New England Journal of Medicine confirmando que este tejido adiposo es metab¨®licamente activo en adultos, la pregunta que se hacen los investigadores es si es posible estimular y activar este tipo de grasa (que se llama parda por su alta concentraci¨®n de mitocondrias, que son de color oscuro y cuya funci¨®n consiste en suministrar la energ¨ªa necesaria para la actividad celular) para que las personas con sobrepeso quemen m¨¢s calor¨ªas y adelgacen con m¨¢s facilidad. Las estimaciones apuntan a que 50 gramos de grasa parda estimulada al m¨¢ximo podr¨ªan representar hasta el 20% del gasto diario de energ¨ªa de un adulto.
"Este descubrimiento abre todo un nuevo campo de investigaci¨®n para averiguar si podemos aumentar la actividad de esta grasa en humanos", se?ala a EL PA?S Aaron Cypess, del Centro de Diabetolog¨ªa Joslin de Boston (EE UU), autor principal de uno de los tres estudios. "Hemos visto que es posible hacerlo en ratones, y ahora nuestro trabajo consiste en comprobar si lo podemos hacer en humanos", a?ade Cypess, quien cree que esta nueva ¨¢rea de investigaci¨®n supone una "gran oportunidad" para buscar nuevas v¨ªas de tratar la obesidad. "Hasta ahora no hay ning¨²n medicamento ni ning¨²n tratamiento contra la obesidad que se centre en aumentar el consumo de energ¨ªa", puntualiza el investigador.
Cypess explica que el descubrimiento ha sido posible gracias a los avances de la medicina nuclear y a las nuevas t¨¦cnicas de imagen desarrolladas en los ¨²ltimos a?os. Su equipo analiz¨® una base de datos de casi 2.000 pacientes que se hab¨ªan sometido a una prueba PET-TAC por distintos motivos. La combinaci¨®n de la tomograf¨ªa por emisi¨®n de positrones (PET, en sus siglas en ingl¨¦s), t¨¦cnica que se?ala las partes del cuerpo donde las c¨¦lulas est¨¢n quemando glucosa, con la tomograf¨ªa axial computerizada (TAC) logr¨® identificar la grasa parda. Para confirmar que se trataba de este tejido adiposo, el equipo del Centro Joslin analiz¨® la sustancia en dos individuos y encontr¨® una prote¨ªna ¨²nica de este tejido, la UCP-1.
La presencia de esta grasa, sin embargo, no se encontr¨® de manera uniforme en las personas estudiadas. "Encontramos diferencias importantes en la cantidad de grasa parda seg¨²n una variedad de factores como la edad, los niveles de glucosa y, el m¨¢s importante, la obesidad", apunta Cypess. As¨ª, result¨® mucho m¨¢s probable que los pacientes m¨¢s j¨®venes tuvieran una cantidad m¨¢s alta de grasa parda, y, como era de esperar, ¨¦sta result¨® ser mucho m¨¢s activa durante el invierno, por su funci¨®n generadora de calor. Los adultos delgados con niveles normales de glucosa en la sangre tambi¨¦n ten¨ªan m¨¢s grasa parda, y aquellos que tomaban f¨¢rmacos beta-bloqueantes, menos. Sorprendentemente, la presencia de este tejido fue el doble de frecuente en mujeres que en hombres.
Uno de los puntos m¨¢s interesantes del estudio es precisamente la relaci¨®n entre la presencia de este tejido adiposo y el ¨ªndice de masa corporal (IMC). Las personas que ten¨ªan un IMC m¨¢s alto ten¨ªan menos cantidad de grasa parda en su cuerpo. De este modo, el trabajo apunta que la grasa parda puede tener un papel en la regulaci¨®n del peso corporal, sugiriendo que tener unos niveles altos de este tejido puede llegar a proteger contra el sobrepeso y la obesidad que aparecen con la edad. Por ejemplo, en las personas mayores de 64 a?os y en las que ten¨ªan un IMC m¨¢s alto era seis veces menos probable que tuvieran cantidades sustanciales de tejido adiposo pardo.
La distribuci¨®n corporal de la grasa tambi¨¦n sorprendi¨® a los cient¨ªficos. En los beb¨¦s normalmente se encuentra en la espalda, y en los roedores, entre los om¨®platos, pero en los adultos se observ¨® que se encontraba principalmente alrededor del cuello y en la parte superior de la espalda.
En un editorial que acompa?a la publicaci¨®n de los tres estudios, Francesco Celi, del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Renales y Digestivas en Bethesda (Estados Unidos), se?ala que en conjunto los trabajos se?alan la posibilidad de una "intervenci¨®n natural" para estimular el gasto de energ¨ªa: bajar la temperatura y quemar calor¨ªas. Sin embargo, Celi reconoce que esta estrategia puede ser demasiado simplificadora, ya que es de esperar que el cuerpo humano desarrolle otros mecanismos compensatorios para contrarrestar esta p¨¦rdida de energ¨ªa, como podr¨ªa ser un aumento de la ingesta cal¨®rica.
Perder kilos en fr¨ªo
Aunque la idea de poder perder peso metiendo a una persona en una c¨¢mara fr¨ªa para reducir la temperatura corporal y activar la grasa parda todav¨ªa dista mucho de ser una realidad, los dos estudios europeos publicados en The England Journal of Medicine sobre la presencia y actividad de esta grasa en adultos apuntan en esta direcci¨®n.
El trabajo de Wouter D. van Marken Lichtenbelt, de la Universidad de Maastricht (Holanda), estudi¨® lo que ocurr¨ªa tras introducir a 24 hombres (10 delgados y 14 obesos o con sobrepeso) en dos habitaciones con temperaturas distintas: una a 22 grados y la otra a 16. Los resultados de los esc¨¢neres fueron muy claros. Cuando los participantes se encontraban en la sala a 22 grados, la grasa parda no se pod¨ªa apreciar. En cambio, s¨ª se apreciaba en todos los sujetos excepto uno cuando se expusieron a temperaturas m¨¢s bajas. Y, al igual que el estudio estadounidense, este trabajo mostr¨® que las personas de m¨¢s peso ten¨ªan menos grasa parda.
En el tercero de los trabajos publicados, investigadores de Finlandia y Suecia sometieron a cinco adultos sanos a dos esc¨¢neres PET-TAC: uno despu¨¦s de haber estado en una habitaci¨®n con una temperatura agradable y otro tras haber pasado un tiempo en otra m¨¢s fr¨ªa. Como era de esperar, la grasa parda se observ¨® despu¨¦s de que los sujetos hubieran pasado por la habitaci¨®n m¨¢s fr¨ªa. Los cient¨ªficos realizaron biopsias para asegurarse de que era grasa parda.
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