Un bien individual
El anteproyecto de la ley andaluza de muerte digna ha recibido el dictamen favorable del Consejo Consultivo. La comunidad andaluza, a trav¨¦s de sus instituciones, goza de competencias para dictar la Ley de Derechos y Garant¨ªas de la dignidad de la Persona en el Proceso de la Muerte. Se empieza a hacer verdad lo establecido en el art¨ªculo 20 del Estatuto de Autonom¨ªa para Andaluc¨ªa. Tambi¨¦n se empieza a hacer m¨¢s verdad un aut¨¦ntico cambio en la historia de la ciudadan¨ªa y en el desarrollo auton¨®mico de la comunidad andaluza. Una peque?a referencia hist¨®rica nos ayuda a sostener esta afirmaci¨®n.
En la Edad Media, el soberano ten¨ªa derecho de vida y derecho de muerte. El monarca ten¨ªa derecho a exigir la muerte de cualquiera de sus s¨²bditos. Los derechos del rey eran absolutos y la defensa de su vida, como garante de la cohesi¨®n social, permit¨ªa exigir cu¨¢ntas vidas de sus s¨²bditos fueran necesarias. La vida del conjunto de la sociedad quedaba subordinada a la del rey. Era una de m¨¢s de las muchas expresiones del control absoluto del monarca. Estos apuntes, que hoy pudieran parecer anecd¨®ticos, no lo son tanto. A¨²n quedan demasiadas reminiscencias de aquella realidad hist¨®rica. Se sigue dictando c¨®mo tenemos que vivir y morir, cuando el vivir y el morir se residencia en nuestra intimidad. El absolutismo sigue presente. La libertad del individuo en situaciones l¨ªmite que le afectan, y entre ellas se encuentra su dignidad en el proceso final de su vida, no deber¨ªa ceder a favor de ning¨²n gobierno ni de ning¨²n pretexto religioso. Hoy, cuando vivimos en una sociedad que ha decidido desarrollarse dentro del Estado de derecho, no pueden olvidarse las libertades individuales, que tanto han costado ganarlas. Es una buena noticia que el Consejo Consultivo haya dado luz verde a este anteproyecto de ley sobre la muerte digna.
Decir que una persona no tiene derecho a morir dignamente significa subordinar nuestra existencia, nuestra libertad y nuestra dignidad en la ¨²ltima fase de nuestras vidas y en situaciones dolorosas e irreversibles, a principios absolutistas y a valores religiosos en una sociedad no quiere seguir amarrada al pasado ni a principios totalitarios. Este anteproyecto de ley es, pues, un paso adelante en la consideraci¨®n de la persona frente a sistemas hist¨®ricos ampliamente superados, a la no intromisi¨®n de las religiones en el gobierno de una sociedad y al respeto a la libertad de la persona. Con leyes que implican cambios sociales se facilita el camino hacia la libertad del individuo. El anteproyecto va en esta l¨ªnea: da primac¨ªa a la libertad de los ciudadanos y a su dignidad sobre los argumentos de pol¨ªtica religiosa extrema.
Sin duda la persona tiene derecho a vivir, y el Estado tiene la obligaci¨®n de garantizar su vida. La vida est¨¢ integrada en la sociedad, forma parte de ella. Sin embargo, cuando la vida deja de ser vida, el Estado no tiene justificaci¨®n alguna para impedir, como un bien individual que es nuestro, que podamos renunciar a seguir viviendo. La vida en estos casos es de la persona y de nadie m¨¢s. Sus motivos a renunciar son suyos. Puede, y de hecho los hay, que existan argumentos que puedan justificar posiciones contrarias a esta renuncia, pero siempre ser¨¢n argumentos de otros, y sus razones por mucho que se disfracen de protecci¨®n de la persona solo sirven a sus intereses y no al derecho individual a morir dignamente. El anteproyecto sobre este derecho, que cuenta con el informe favorable del Consejo Consultivo, da un paso adelante para salvaguardar la libertad de vivir y morir con dignidad, al tiempo abre un espacio m¨¢s en la nueva consideraci¨®n de la ciudadan¨ªa y en el desarrollo auton¨®mico, dejando atr¨¢s hipocres¨ªas sociales y centralismos anacr¨®nicos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.