Poe, en compa?¨ªa del c¨®mic
![Daniel Verd¨²](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fauthor-service-images-prod-us-east-1.publishing.aws.arc.pub%2Fprisa%2Fe754d022-18a1-44ce-a528-105a01f36f2f.jpg?auth=dcb863cacfc0bb32942db2b658618b2a27252ccfa1bd13aa2a00df339401e234&width=100&height=100&smart=true)
Voz del actor Fele Mart¨ªnez, piano de Jos¨¦ Ram¨®n Garc¨ªa y rotulador y tijera en las prodigiosas y g¨®ticas manos del ilustrador espa?ol (pese a su nombre art¨ªstico) Jack Mircala. Y en la calle, el cartel de "no quedan localidades".
Un ¨¦xito total fue la puesta en escena de lo que dieron en llamar concierto de comic. Algo nunca visto hasta ahora en Espa?a y experiencia primera de los tres artistas. La cosa iba de celebrar el bicentenario del nacimiento del escritor de cuentos de terror y fant¨¢sticos Edgar Allan Poe, con tres de sus relatos: El cuento mil y dos de Sherezade, Eleonora y El Gato Negro. Mezclados, en directo, con ilustraci¨®n en movimiento y piano.
El primero fue el m¨¢s espectacular. Fele Mart¨ªnez, al principio un poco nervioso, se solt¨® y consigui¨® meter al p¨²blico en la historia del Califa y Sherezade. Las manos de Mircala, enfocadas por una c¨¢mara subjetiva cenital, dibujaron un fondo con rotulador y fueron colocando durante todo el relato siluetas recortadas que se mov¨ªan al comp¨¢s y el sentido de la historia.
Mircala tiene un estilo g¨®tico, muy parecido al de Tim Burton, de quien reconoce su influencia. Ideal para Poe. Perfecto para el segundo relato. "Eleonora supo que, en su hermosura, hab¨ªa sido creada s¨®lo para morir", recitaba Fele Mart¨ªnez mientras Mircala a?ad¨ªa cada vez detalles a un dibujo que parec¨ªa cobrar vida al tiempo que enfilaba su muerte.
El tercero fue el m¨¢s simp¨¢tico. El del hombre que asesin¨® a su gato y al que ayer vistieron con camiseta de Depeche Mode. De la mano de Mircala, el felino se convert¨ªa en letras, y las letras en llamas. Y el piano se aceleraba. Todo muy terror¨ªfico.
La gente sali¨® encantada y aplaudi¨® a rabiar. "Est¨¢bamos dentro de la historia", le dec¨ªa un hombre muy motivado a su esposa. Ella no lo ve¨ªa tan claro. "Bueno, s¨ª. Pero, ?vamos a tomar algo o qu¨¦?". Pero a la noche, la de los libros, ya no le quedaba nada.
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