Cien d¨ªas bien aprovechados
El historiador brit¨¢nico Arnold Toynbee escribi¨® que "no hay armadura que proteja del destino". A Barack Obama le ha alcanzado el destino pocos d¨ªas antes de cumplir los primeros 100 d¨ªas en la Casa Blanca, el pr¨®ximo mi¨¦rcoles 29 de abril. Le ha golpeado la memoria hist¨®rica: el legado de Bush mal enterrado, con las torturas autorizadas por el presidente n¨²mero 43 y dise?adas por su equipo de fundamentalistas, al margen de la ley y en nombre de la seguridad nacional, para obtener "resultados" en la lucha contra el terrorismo. La tormenta perfecta ha descargado sobre Obama, que no desea abrir un juicio sobre el pasado reciente de Estados Unidos. No puede aparecer como blando en la defensa frente a Al Qaeda ni desea abrir una causa general contrabrir una causa general contra su antecesor, que podr¨ªa provocar un desgarro civil cuando Estados Unidos vive la mayor crisis econ¨®mica desde la Gran Depresi¨®n. No olvidemos, con perspectiva hist¨®rica, un antecedente significativo: el perd¨®n concedido en 1974 por Gerald Ford al presidente Nixon tras el esc¨¢ndalo Watergate. Sirvi¨® para cauterizar heridas y unir a la naci¨®n en los dif¨ªciles momentos de la primera dimisi¨®n en la historia de un presidente.
Como le ocurri¨® a Kennedy en plena guerra fr¨ªa, tambi¨¦n a Obama se le ha aparecido el fantasma de la CIA
Como le ocurri¨® a John F. Kennedy en sus primeros 100 d¨ªas, en plena guerra fr¨ªa, tambi¨¦n a Obama, casi medio siglo despu¨¦s, se le ha aparecido el fantasma de la CIA. Para JFK fue el regalo envenenado de Eisenhower y la CIA de Allen Dulles, con la invasi¨®n de Cuba por mercenarios con apoyo militar norteamericano que concluy¨®, en abril de 1961, con el fracaso de Bah¨ªa Cochinos y la consolidaci¨®n del castrismo. Kennedy no se atrevi¨® a suspender la invasi¨®n servida en bandeja por su antecesor republicano. Obama se vio obligado la semana pasada a acudir a la sede de la CIA, en Langley, a las afueras de Washington, para garantizar a sus agentes que no ser¨¢n perseguidos legalmente por las torturas perpetradas contra supuestos terroristas isl¨¢micos. El presidente de EE UU ya ha topado con la raz¨®n de Estado y la zona gris de la pol¨ªtica, que acaban encogiendo las promesas y los ideales morales del pol¨ªtico en campa?a.
Lincoln ten¨ªa raz¨®n cuando confes¨®: "No he controlado los acontecimientos, ¨¦stos me han controlado a m¨ª". Pero la tozudez de las historias mal sepultadas, en Espa?a todav¨ªa lo debatimos, s¨®lo empa?a parcialmente el arranque fulgurante y, en gran medida, acertado de la presidencia de Obama. L¨®gicamente no puede reclamar a¨²n logros importantes. Pero Obama s¨ª ha demostrado que es capaz de hacer m¨¢s de dos cosas a la vez. Aun siendo consciente de que la lucha contra la crisis har¨¢ o deshar¨¢ su presidencia, ha atendido a otros frentes. Obama ha conseguido en este primer comp¨¢s de su presidencia dos objetivos fundamentales. En primer lugar, ha obtenido la luz verde del resto del mundo para que sea EE UU, el pa¨ªs que ha infectado todo el planeta, quien refunde el capitalismo. Para ello utilizar¨¢ las mismas instituciones que le han servido para mantener su hegemon¨ªa econ¨®mica desde 1945. El fin del capitalismo tendr¨¢ que esperar.
En segundo lugar, Obama ha pasado la esponja para lavar la negativa imagen de EE UU consolidada globalmente tras ocho a?os de presidencia de Bush. Con sus promesas de di¨¢logo entre iguales, de no imposici¨®n -"He venido a escuchar, no a dar lecciones", dijo en Europa- y reconocimiento de errores en Latinoam¨¦rica arrebata las banderas de las que se ha alimentado el antiamericanismo. Se trata de dar los primeros pasos para restaurar una cierta indispensabilidad de EE UU, ayudada por una China embebida en s¨ª misma, y una Europa incapaz de traducir su peso demogr¨¢fico y econ¨®mico en influencia pol¨ªo a Turqu¨ªa y ha ofrecido un di¨¢logo respetuoso con el mundo musulm¨¢n. Ha reconocido la importancia de Ir¨¢n; ha reprogramado la relaci¨®n con Rusia y anuncia un di¨¢logo estrat¨¦gico y econ¨®mico con la poderosa China. Sin embargo, se le ha atragantado Oriente Pr¨®ximo y plantea una nueva guerra en Afganist¨¢n mientras el radicalismo isl¨¢mico amenaza con colapsar Pakist¨¢n.
Obama todo lo hace con sentido pr¨¢ctico. Salta por encima del proceso pol¨ªtico y contin¨²a en campa?a dirigi¨¦ndose directamente a los ciudadanos. Utiliza como nadie el p¨²lpito que le ofrece la Casa Blanca. Su ideolog¨ªa es el estilo, la visi¨®n de futuro, la promesa de un nuevo EE UU. Ha visto el otro lado del t¨²nel o as¨ª nos lo hace querer creer. No nos enga?emos, Obama rechaza el declive de EE UU. Probablemente crea que podr¨¢ ejercer durante a?os una hegemon¨ªa benigna. Como ha escrito Parag Khanna en su provocador libro, reci¨¦n publicado en Espa?a, El segundo mundo (Paid¨®s), "EE UU podr¨ªa realmente incrementar su influencia si atempera su poder". Quiz¨¢s Obama est¨¦ tratando de hacerlo.
fgbasterra@gmail.com
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