La crisis s¨®lo se mira ya en el espejo del 29
Una intervenci¨®n p¨²blica hist¨®rica se mide a la amenaza de que se repita la Gran Depresi¨®n
La diferencia entre el remedio y el veneno es muchas veces una cuesti¨®n de dosis. Pero la dureza de esta crisis ha simplificado el dilema a los gestores p¨²blicos, que afrontan la mayor recesi¨®n desde la Segunda Guerra Mundial. A la carrera, Gobiernos y bancos centrales han puesto en marcha una intervenci¨®n econ¨®mica conjunta sin precedentes. La quiebra del sistema financiero, la acelerada destrucci¨®n de puestos de trabajo y la zozobra empresarial fuerzan una respuesta masiva. El debate sobre algunas consecuencias indeseables de estas medidas, palidece frente a la pol¨¦mica de si son necesarios m¨¢s recursos p¨²blicos. Porque responsables pol¨ªticos y expertos coinciden en que esta intervenci¨®n ha alejado, por ahora, el riesgo de una depresi¨®n como la que asol¨® el mundo occidental entre 1929 y 1933. Pero muchos sostienen que la amenaza sigue ah¨ª, agazapada en un futuro lleno de trampas.
La Gran Recesi¨®n es la denominaci¨®n de la crisis actual que se abre paso
Los indicios de recuperaci¨®n se ven contrarrestados por datos negativos
El problema no es un trimestre m¨¢s o menos, sino lo tenue de la recuperaci¨®n
?Esta crisis va a ser como la del 29, o peor? La pregunta encabezaba, hace un a?o, la portada de Negocios, en el arranque de la nueva etapa de este suplemento. R¨¦plicas que parec¨ªan definitivas se han desmoronado con igual contundencia. La respuesta se abre paso con mucha dificultad y a¨²n dista de estar clara, con sorpresas desagradables en cada esquina de las estad¨ªsticas. "No se vio nunca un deterioro tan r¨¢pido, ni tan siquiera en la Gran Depresi¨®n", sostuvo Paul Volcker, ex presidente de la Reserva Federal, ante los congresistas estadounidenses en febrero pasado. El domingo pasado, sin embargo, ilumin¨® este sombr¨ªo panorama al abrir una rendija al optimismo. "Desde luego, estamos en una Gran Recesi¨®n", dijo, pero no en una depresi¨®n como la de los a?os treinta del siglo pasado.
La distinci¨®n no es peque?a, aunque no cambie, a bote pronto, la vida de millones de personas que se est¨¢n quedando sin trabajo. Un estudio presentado esta semana por el Fondo Monetario Internacional (FMI) destacaba que las crisis generadas por descalabros financieros -ninguno ha sido tan intenso como el destapado por el tocomocho de la titulizaci¨®n de hipotecas basura en EE UU-, y con repercusiones globales son las m¨¢s da?inas. Y seg¨²n el pron¨®stico del Fondo, esta recesi¨®n destruir¨¢ ya este a?o una porci¨®n (1,3%) de la actividad econ¨®mico mundial de 2008, un recorte que ser¨¢ mucho m¨¢s acusado en los pa¨ªses ricos (un 4%).
Pero la Gran Depresi¨®n fue mucho m¨¢s que eso. En Estados Unidos, el epicentro entonces y ahora de la crisis, el PIB retrocedi¨® un 30% entre 1929 y 1933; la tasa de paro subi¨® del 3% al 25%; un 60% de los estadounidenses entr¨® en la pobreza. Y dos millones de personas se vieron forzadas a vivir en la calle. El brutal impacto de aquella crisis en Alemania ayuda a explicar la llegada del nazismo, y en ¨²ltimo caso, la Segunda Guerra Mundial.
Que un referente tan sombr¨ªo sea el term¨®metro de esta crisis da fe de su brutalidad. "Es una exageraci¨®n que refleja el calor del momento", dec¨ªan sobre la comparaci¨®n con el crash de 1929 los analistas de JPMorgan hace un a?o, en lo que era el reflejo de una opini¨®n muy extendida.
Hasta septiembre pasado, la comparaci¨®n era esgrimida como una amenaza latente por algunos acad¨¦micos distinguidos, como el ¨²ltimo Premio Nobel, Paul Krugman. Y el director gerente del FMI dio voz entonces a lo que los dirigentes de medio mundo daban por hecho: "Se empieza a ver el final de la crisis financiera". Result¨® otro de los muchos pron¨®sticos bienintencionados que la realidad se encarg¨® de pulverizar. Apenas unas horas despu¨¦s, la quiebra de Lehman Brothers puso de rodillas al sistema financiero mundial. Y la crisis mostr¨® su aut¨¦ntico rostro, con rasgos que esta vez s¨ª, recordaban ya a la Gran Depresi¨®n.
"Entonces estuvimos muy cerca del colapso", rememor¨® a mediados de marzo el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, en una ins¨®lita entrevista concedida a la cadena CBS. Es una afirmaci¨®n recurrente en los ¨²ltimos meses, pero esta vez sirvi¨® al responsable del banco central estadounidense para sostener que lo peor hab¨ªa pasado. Y despejar un futuro endiablado. "Veremos el final de la recesi¨®n, posiblemente este a?o", afirm¨® Bernanke. Y zanj¨®: "Hemos evitado el riesgo de una depresi¨®n".
Bernanke sabe de lo que habla. En la academia, se le tiene por uno de los mayores estudiosos de la Gran Depresi¨®n. Pero su mensaje, un pistoletazo de salida oficial en la carrera hacia la recuperaci¨®n, qued¨® oscurecido por el en¨¦simo esc¨¢ndalo en las retribuciones a los ejecutivos de la aseguradora AIG, uno de los emblemas m¨¢s sonrojantes de la crisis. Hace dos semanas, el mensaje se difundi¨® con un altavoz m¨¢s potente. "Se empiezan a ver rayos de esperanza", proclam¨® el nuevo presidente de EE UU, Barack Obama. "Hay t¨ªmidos signos de que el agudo declive de la actividad podr¨ªa estar fren¨¢ndose", core¨® Bernanke, que ya hab¨ªa acu?ado la frase de que empezaban a verse los primeros "brotes verdes" de la recuperaci¨®n.
Los datos que maneja Bernanke sirvieron a Volcker, ahora asesor de Obama, para vaticinar tambi¨¦n que la Gran Recesi¨®n no entrar¨¢ en fase depresiva. Y para sustentar la opini¨®n mayoritaria de los analistas. "Es muy probable que la recuperaci¨®n sea en 2010; en Estados Unidos ser¨¢ antes, bien a finales de este a?o o a principios del pr¨®ximo. En Europa, donde la recesi¨®n empez¨® despu¨¦s, ser¨ªa a finales de 2010. El problema es que tambi¨¦n es muy probable que sea lenta", sintetiza Guillermo de la Dehesa, presidente del influyente Centro de Investigaci¨®n en Pol¨ªtica Econ¨®mica (en sus siglas inglesas, CEPR).
Pero el club de los esc¨¦pticos ante una pr¨®xima recuperaci¨®n no es precisamente exiguo. "La ra¨ªz de la crisis est¨¢ en el sector financiero, y como las nuevas previsiones del FMI indican [elevan el agujero de los activos t¨®xicos a tres billones de euros] el problema est¨¢ muy lejos de resolverse", afirma Luis Garicano, profesor en la London School of Economics. "Los precios de los activos siguen cayendo, particularmente los inmobiliarios, y estos activos son el colateral [la garant¨ªa] de muchas deudas", advierte.
Hace unos meses, la recuperaci¨®n, que en el reino de las estad¨ªsticas es equivalente a revertir tasas negativas en positivas, se situaba en la segunda mitad de 2009. Ahora, ya no se espera la buena nueva hasta 2010. Pero la l¨ªnea de defensa de los que argumentan que esta vez va en serio es s¨®lida. Los brotes que Bernanke mira con lupa de siete aumentos anunciar¨ªan la cosecha de lo sembrado: la quiebra de Lehman Brothers, adem¨¢s de anunciar la cat¨¢strofe, dio pie a un activismo p¨²blico inaudito. Para descongelar el cr¨¦dito, los bancos centrales han bajado los tipos de inter¨¦s al m¨ªnimo, han prestado dinero a mansalva para sostener la liquidez y algunos, como la Reserva Federal o el Banco de Inglaterra, se han liado a crear billetes para comprar deuda. Los Gobiernos no le han ido a la zaga. Seg¨²n el c¨¢lculo del FMI, la expansi¨®n fiscal de los pa¨ªses del G-20, el foro que integra pa¨ªses ricos y emergentes, inyectar¨¢ en la econom¨ªa real cuatro billones de euros (casi cuatro veces el PIB espa?ol) entre 2008 y 2010. Por no hablar de la manta de recursos p¨²blicos comprometidos en sostener a la banca bajo la voluntariosa promesa de futuros beneficios para los contribuyentes.
"Los analistas miramos ahora las bondades de lo que llamamos la segunda derivada: la actividad econ¨®mica sigue cayendo, pero a un ritmo cada vez m¨¢s moderado", explica Vicente Pallard¨®, director del Observatorio de Econom¨ªa Internacional, de la Universidad de Valencia. "El ¨²ltimo trimestre de 2008 y el primer trimestre de 2009 han supuesto, muy probablemente, el peor momento de la recesi¨®n. De todas formas, el problema no es un trimestre m¨¢s o menos, sino lo tenue que puede ser la recuperaci¨®n", insiste Pallard¨®.
En el ¨²ltimo a?o y medio, las burbujas inmobiliarias reventaron una detr¨¢s de otra. Los mercados de Reino Unido y EE UU, los primeros en caer, acaban de dar las primeras se?ales de vida, con tenues repuntes en la venta de vivienda y los precios en algunas ¨¢reas urbanas. Las ¨²ltimas entregas de las encuestas sobre la confianza a los consumidores en EE UU, el sentimiento econ¨®mico del empresariado alem¨¢n o sobre las carteras de los gerentes de compras de la zona euro reflejan mejoras en las expectativas, aunque sobre m¨ªnimos hist¨®ricos. El aumento del cr¨¦dito y el ritmo inversor han devuelto a China a la senda de un crecimiento robusto. Y las Bolsas, aupadas por la mejora de los valores bancarios, los anuncios de medidas de la administraci¨®n Obama en el sector financiero y la confirmaci¨®n del esfuerzo conjunto del G-20, han encadenado seis semanas al alza.
La frialdad con la que los analistas burs¨¢tiles, tan dados a la euforia antes de la crisis, han recibido la ¨²ltima escalada de la Bolsa llama la atenci¨®n. Llueve sobre mojado: es la quinta vez desde que empez¨® la crisis que las cotizaciones mundiales suben m¨¢s de un 10%, para precipitarse despu¨¦s en ca¨ªdas mucho m¨¢s profundas. Como ya advert¨ªa Charles P. Kindleberger en su cl¨¢sico manual sobre crisis financieras, la afirmaci¨®n de que los mercados de valores anticipan la recuperaci¨®n econ¨®mica es "un clich¨¦". "La verdad es que las Bolsas han pronosticado seis de las ¨²ltimas tres recesiones", ironiz¨®.
Las Bolsas son todav¨ªa terreno para los m¨¢s arriesgados. ?Los indicios de recuperaci¨®n dan, al menos, para aconsejar al inversor ordinario que vuelva? Para los analistas de Citigroup, la respuesta es clara: "La econom¨ªa, los beneficios empresariales y la evoluci¨®n del cr¨¦dito est¨¢n diciendo: no todav¨ªa". En su informe estrat¨¦gico de abril, los expertos del gigante estadounidense repasan 40 indicadores mundiales en busca de los "brotes verdes" anunciados por Bernanke. Hay 32 que siguen en ca¨ªda libre y s¨®lo ocho mejoran o ya est¨¢n en tasas positivas.
El ¨²ltimo pron¨®stico del FMI, publicado esta semana, es en realidad, m¨¢s de lo mismo: desde el verano pasado, cada revisi¨®n de datos empeora a la anterior, la recuperaci¨®n se aplaza un par de trimestres m¨¢s y las tasas de paro previstas aumentan: en los pa¨ªses avanzados ya est¨¢n por encima del 10%, en Espa?a enfilan el 20%. Tras los porcentajes, millones de personas sin trabajo.
?Por qu¨¦ esta permanente revisi¨®n a la baja de las expectativas parar¨¢ aqu¨ª? La respuesta est¨¢ en el retardo con el que act¨²an las medidas publicas sobre la econom¨ªa. El consenso es que, a mediados de 2010, deber¨ªan estar empujando la recuperaci¨®n con todas sus fuerzas. Y la duda es si ser¨¢ suficiente. "La reciente mejora en algunos indicadores podr¨ªa desvanecerse r¨¢pido. Hay un claro riesgo de marcha atr¨¢s si la actividad econ¨®mica no responde a los est¨ªmulos p¨²blicos", advierte en otro informe James Knightley, economista de ING.
La mayor¨ªa de los expertos concuerdan en que el dique construido por la intervenci¨®n p¨²blica aleja la amenaza de la depresi¨®n. Y abundan los que creen que los riesgos derivados de la deflaci¨®n, de la precaria situaci¨®n de las cuentas p¨²blicas y privadas en pa¨ªses de Europa del Este y Am¨¦rica Latina muy endeudados, o de un sector financiero a¨²n sin sanear pueden concretarse en otro embate que quebrar¨ªa el muro de contenci¨®n.
"Las medidas adoptadas todav¨ªa no son suficientes, necesitamos iniciativas m¨¢s agresivas para sanear los bancos, una intervenci¨®n mucho m¨¢s agresiva del Banco Central Europeo, y m¨¢s expansi¨®n fiscal de pa¨ªses como Alemania, que todav¨ªa tienen capacidad para ello", dispara Kevin H. O'Rourke, profesor en el Trinity College de Dublin. La insistencia de O'Rourke, uno de los m¨¢s reputados historiadores econ¨®micos en el ¨¢mbito internacional, viene avalada por la fuerza de los argumentos. Acaba de publicar, junto a Barry Eichengreen, experto en macroeconom¨ªa de la Universidad de Berkeley, un informe comparativo con la Gran Depresi¨®n (ver gr¨¢fico). Y el poder destructivo de la Gran Recesi¨®n en la econom¨ªa mundial se revela hasta ahora mayor.
De hecho, O'Rourke y Eichengreen creen que ya estamos en una depresi¨®n, pero conf¨ªan en que dure poco. "Los est¨ªmulos fiscales y monetarios deber¨ªan ser capaces de frenar esta espiral, en alg¨²n momento del pr¨®ximo a?o", acota el profesor de Berkeley, "pero una recuperaci¨®n estable requiere arreglar antes la banca de Estados Unidos".
"La mayor¨ªa de los pron¨®sticos ahora son como tirar una moneda al aire, pero si tengo que apostar por algo yo lo que veo para los pr¨®ximos a?os se parece mucho a la ¨²ltima crisis de Jap¨®n", afirma Michele Boldrin, catedr¨¢tico de la Washington University, en Saint Louis (EE UU). Boldrin descarta la depresi¨®n, aunque reconoce: "En esta crisis, ya fui demasiado optimista".
Para Boldrin, la Gran Recesi¨®n dejar¨¢ como herencia a?os de crecimiento d¨¦bil, lastrado por un sector financiero con la tensi¨®n baja. "Estados Unidos ha optado por no intervenir, en la esperanza de que poco a poco los activos t¨®xicos volver¨¢n a tener mercado. Eso es lo que ocurri¨® en Jap¨®n y dej¨® a los grandes bancos en estado de semiinconsciencia, d¨¦biles, sin capacidad para arriesgar en m¨¢s cr¨¦ditos", indica el catedr¨¢tico italiano, que colabora en Espa?a con Fedea y el Instituto Flores de Lemus. "Al problema del sector financiero, hay que a?adir un fen¨®meno m¨¢s profundo, el desplazamiento de la producci¨®n manufacturera a los emergentes. Cuando despertemos de la crisis en Europa, descubriremos que en India y en China producen muchas m¨¢s cosas que antes", avisa.
"No es posible la recuperaci¨®n sin que la crisis financiera se resuelva", insiste Garicano. Pero el profesor de la London School of Economics, cree que buena parte de la soluci¨®n pasa por dejar quebrar varias entidades. "En Islandia, y ahora en Irlanda, los Gobiernos han garantizado sistemas bancarios enteros, cuyo valor es superior a la capacidad de pago de esos pa¨ªses", subraya Garicano. "En entidades sin riesgo sist¨¦mico se debe usar la bancarrota, en vez de obligar a los contribuyentes a cubrir las p¨¦rdidas", afirma este profesor universitario, que recuerda que la aseguradora AIG se ha hundido por garantizar impagos que nunca pens¨® que se producir¨ªan.
Un experto espa?ol en bancos centrales, que pide anonimato, cree que las exigencias desde el otro lado del Atl¨¢ntico para que el Banco Central Europeo compre tambi¨¦n deuda y baje m¨¢s los tipos de inter¨¦s no deber¨ªan atenderse. "No creo que sean necesarias las mismas medidas que en Estados Unidos", afirma. Por el lado fiscal, quedan por despejar las dudas sobre su efecto real en la econom¨ªa: en esta tesitura, familias y empresas suelen primar el recorte de deuda y el ahorro frente al gasto y la inversi¨®n. Y el vertiginoso aumento de la deuda p¨²blica, multiplica las incertidumbres sobre nuevas medidas.
Los expertos que piden m¨¢s madera a Gobiernos y bancos centrales se parapetan en el recuerdo de la actuaci¨®n de Herbert Hoover, presidente de EE UU durante el crash de 1929, para espantar cualquier tentaci¨®n de aflojar el paso. "Hemos pasado lo peor", dijo Hoover en mayo de 1930, cuando surgieron los primeros brotes de la recuperaci¨®n. Dos a?os despu¨¦s las chabolas que daban precario techo a centeneras de miles de estadounidenses se conoc¨ªan por el nombre de hoovervilles. A falta de m¨¢s ayudas p¨²blicas, si los brotes que nacen hoy no dan fruto en 2010, argumentan, el estrecho desfiladero que transitan los responsables pol¨ªticos desde el inicio de la crisis, puede convertirse en un alambre en el que hacer equilibrio. Con la depresi¨®n, otra vez, de fondo.
Un a?o de recesi¨®n cada vez m¨¢s aguda
La mayor crisis econ¨®mica desde la Gran Depresi¨®n atraviesa probablemente ahora su fase m¨¢s aguda. Hace un a?o, el primer n¨²mero del nuevo Negocios analizaba c¨®mo se combinaban la crisis financiera, la inmobiliaria y la de las materias primas (petr¨®leo y alimentos, principalmente). Negocios, la publicaci¨®n econ¨®mica l¨ªder de la prensa espa?ola, apost¨® entonces por una portada algo provocadora que comparaba lo que se nos ven¨ªa encima con la crisis del 29, cuando algunos a¨²n minimizaban o incluso negaban la crisis. Por desgracia, la econom¨ªa no ha hecho m¨¢s que empeorar desde entonces, en Espa?a y en todo el mundo. Ya nadie considera un exabrupto la referencia a la Gran Depresi¨®n -el FMI dedica un apartado especial de su ¨²ltimo informe a esa comparaci¨®n-, pero hay confianza en que el umbral de la depresi¨®n no se sobrepase y nos quedemos s¨®lo en la Gran Recesi¨®n. -
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