Los pa¨ªses en desarrollo y la crisis mundial
Es probable que ¨¦ste sea el peor a?o para la econom¨ªa internacional desde la II Guerra Mundial, pues el Banco Mundial calcula que la reducci¨®n ser¨¢ del 2%, aproximadamente. Incluso los pa¨ªses en desarrollo que hicieron todo bien -y aplicaron pol¨ªticas reguladoras y macroecon¨®micas mucho mejores que las de EE UU- est¨¢n sintiendo sus efectos. Es probable que, a consecuencia en gran medida de una ca¨ªda en picado de las exportaciones, China siga creciendo, pero a un ritmo mucho menor que el de entre 11% y 12% de los ¨²ltimos a?os. A no ser que se haga algo, la crisis hundir¨¢ m¨¢s en la pobreza nada menos que a 200 millones de personas.
Esta crisis mundial requiere una reacci¨®n mundial, pero, lamentablemente, el deber de reaccionar sigue circunscrito en el nivel nacional. Cada pa¨ªs intentar¨¢ formular su plan de est¨ªmulo con vistas a las repercusiones en sus ciudadanos... y no a escala mundial. Al evaluar las mayores repercusiones del est¨ªmulo, los pa¨ªses contrapesar¨¢n los costos para sus presupuestos con los beneficios desde el punto de vista del aumento del crecimiento y del empleo para sus econom¨ªas. Como una parte del beneficio (una gran parte en el caso de las econom¨ªas peque?as y abiertas) ir¨¢ a parar a otros, es probable que los planes de est¨ªmulo sean menores y est¨¦n peor formulados de lo que deber¨ªan, raz¨®n por la cual se necesita un plan de est¨ªmulo mundialmente coordinado.
Lamentablemente, 17 pa¨ªses del G-20 han adoptado medidas proteccionistas, muy en particular EE UU
Haya existido o no alguna vez un terreno de juego igual para todos, el caso es que ya no existe
?se es uno de varios mensajes importantes resultantes de una comisi¨®n de expertos de Naciones Unidas sobre la crisis econ¨®mica mundial, que presido y que recientemente present¨® su informe preliminar a la ONU.
En el informe se apoyan muchas de las iniciativas del G-20, pero se insta a la adopci¨®n de medidas m¨¢s intensas y centradas en los pa¨ªses en desarrollo. Por ejemplo, si bien se reconoce que todos los pa¨ªses deben adoptar medidas de est¨ªmulo (ahora todos somos keynesianos), muchos pa¨ªses en desarrollo carecen de recursos para hacerlo, como tambi¨¦n carecen de ellos las entidades crediticias internacionales.
Pero, para no acabar sumidos en otra crisis de la deuda, deber¨¢ concederse una parte -tal vez una gran parte- del dinero en forma de donaciones. En cambio, en el pasado, la asistencia fue acompa?ada de "condiciones" exigentes, algunas de las cuales entra?aban la aplicaci¨®n de pol¨ªticas presupuestarias y monetarias contradictorias -exactamente, las opuestas de las que ahora resultan necesarias- e impon¨ªan una desregulaci¨®n financiera que fue una de las causas primordiales de la crisis.
En muchas partes del mundo, el recurso al Fondo Monetario Internacional se considera un grave estigma por razones evidentes y la insatisfacci¨®n no es s¨®lo de los prestatarios, sino tambi¨¦n de los posibles suministradores de fondos. Las fuentes de fondos l¨ªquidos en la actualidad est¨¢n en Asia y en Oriente Pr¨®ximo, pero ?por qu¨¦ habr¨ªan de aportar dinero esos pa¨ªses a organizaciones en las que tienen voz y voto limitados y que con frecuencia han incitado a la adopci¨®n de decisiones antit¨¦ticas de sus valores y creencias?
Muchas de las reformas propuestas para el funcionamiento del FMI y del Banco Mundial, la m¨¢s evidente de las cuales es la de la forma de elecci¨®n de sus directivos, parecen estar por fin encima de la mesa, pero el proceso de reforma es lento y la crisis no esperar¨¢. As¨ª pues, es imprescindible que se conceda asistencia mediante diversos cauces, adem¨¢s -o en lugar- del FMI, incluidas instituciones regionales. Se podr¨ªan crear nuevos mecanismos crediticios con estructuras de direcci¨®n m¨¢s en consonancia con el siglo XXI. Si se pudiera hacer r¨¢pidamente (y yo creo que s¨ª), dichos mecanismos ser¨ªan un cauce importante para el desembolso de fondos.
En su cumbre de noviembre de 2008, los dirigentes del G-20 condenaron firmemente el proteccionismo y se comprometieron a no caer en ¨¦l. Lamentablemente, un estudio del Banco Mundial observa que 17 de esos 20 pa¨ªses han adoptado, en realidad, nuevas medidas proteccionistas, muy en particular, EE UU con su disposici¨®n en pro de la "compra de productos americanos" incluida en su plan de est¨ªmulo.
Pero hace mucho que se ha reconocido que las subvenciones pueden ser tan destructivas como los aranceles e incluso m¨¢s injustos, pues los pa¨ªses ricos pueden permit¨ªrselas m¨¢s que los dem¨¢s. Haya existido o no alguna vez un terreno de juego igual para todos en la econom¨ªa mundial, el caso es que ya no existe: las subvenciones y rescates en gran escala facilitados por EE UU lo han cambiado todo, tal vez irreversiblemente.
De hecho, incluso las empresas de los pa¨ªses industriales avanzados que no han recibido una subvenci¨®n cuentan con una ventaja injusta. Pueden correr riesgos que las otras no pueden correr, pues saben que, si fracasan, pueden ser rescatadas. Si bien podemos entender los imperativos pol¨ªticos nacionales que han propiciado la concesi¨®n de subvenciones y garant¨ªas, los pa¨ªses desarrollados deben reconocer las consecuencias mundiales y prestar asistencia compensatoria a los pa¨ªses en desarrollo.
Una de las m¨¢s interesantes iniciativas a medio plazo, a cuya adopci¨®n insta la comisi¨®n de las Naciones Unidas, es la creaci¨®n de un consejo mundial de coordinaci¨®n econ¨®mica que, adem¨¢s de coordinar la pol¨ªtica econ¨®mica, evaluar¨ªa los problemas inminentes y los desfases institucionales. Al intensificarse la recesi¨®n, varios pa¨ªses pueden afrontar la quiebra, por ejemplo, pero a¨²n no disponemos de un marco adecuado para abordar esa clase de problemas.
Y el sistema en el que el d¨®lar de EE UU es la divisa de reserva, columna vertebral del actual sistema financiero mundial, est¨¢ resquebraj¨¢ndose. China ha expresado su preocupaci¨®n y el presidente de su Banco Central se ha unido a la comisi¨®n de Naciones Unidas para pedir un nuevo sistema mundial de reserva. La comisi¨®n de la ONU sostiene que abordar esa antigua cuesti¨®n, planteada hace m¨¢s de 75 a?os por Keynes, es esencial para que consigamos una recuperaci¨®n s¨®lida y estable.
Esa clase de reformas no se producir¨¢ de la noche a la ma?ana, pero a no ser que se comience ahora a trabajar al respecto, nunca se producir¨¢.
Joseph E. Stiglitz, profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Columbia y Premio Nobel de Econom¨ªa en 2001, preside la comisi¨®n de expertos de la ONU sobre las reformas del sistema financiero y monetario internacional. (c) Project Syndicate, 2009. Traduccci¨®n de Carlos Manzano.
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