?Que viene el lobo!
Lo siento por Caperucita, pero la literatura se enriquece en cuanto hay lobos por medio. El lobo es un enemigo y sin embargo tambi¨¦n un compa?ero desde hace milenios, envidiado y temido por los humanos como se envidia y se teme la feroz libertad. En mi hoja de ruta como lector abundan los lobos, siempre bien recibidos: desde la jaur¨ªa de Akela que cri¨® a Mowgli, pasando por los de Jack London (Colmillo blanco, La llamada de lo salvaje) hasta Kazan, su hijo Bari y los cazadores de lobos del hoy olvidado -no por m¨ª, quede claro- James Oliver Curwood. En las novelas de London y Oliver Curwood los protagonistas suelen ser perros semilobunos, una especie de eslab¨®n perdido entre los ancestros plenamente fieros de la horda primigenia y el resignado y algo hist¨¦rico bicho que parece convencido de ser el mejor amigo del hombre, puaf.
El libro de Rowlands es emocionante y una introducci¨®n original a la problem¨¢tica filos¨®fica
Vuelven ahora los lobos a las librer¨ªas. Por ejemplo en la ¨®pera prima de Joseph Smith, titulada sencillamente El lobo (Mondadori), que tiene el indudable encanto de no incluir personajes humanos en su reparto. Como contrapartida, sin embargo, presenta a un lobo demasiado razonante y existencialista, que admira los bellos paisajes nevados, es capaz de rasgos compasivos y se angustia tratando de penetrar en las mentes complejas de sus adversarios naturales. El relato no carece de fuerza, aunque a veces corra el riesgo de la alegor¨ªa antropom¨®rfica: es dif¨ªcil no problematizar humanamente los enredos de las vidas no humanas.
Claro que para eso es mejor recurrir como Edmond Hamilton en El valle de la creaci¨®n (Alianza) a un expediente decisivo: el humano atrapado m¨¢gicamente en el interior de un cuerpo de lobo. La novela es un cl¨¢sico de la ciencia-ficci¨®n de los sesenta, con reinos perdidos en zonas inexploradas de Asia cuyo dominio se disputan animales y hombres bajo el influjo transformador de fuerzas extraterrestres. Tambi¨¦n transcurre en Asia, aunque no en la fant¨¢stica sino en la real Mongolia de la China actual, la extensa narraci¨®n de Jian Rong titulada T¨®tem lobo (Alfaguara). Ha sido un best seller en su pa¨ªs y cuenta el choque entre los habitantes n¨®madas de esas praderas heladas y el voluntarismo ideol¨®gico de los hijos de la revoluci¨®n cultural mao¨ªsta. Con pinceladas de reflexi¨®n ecol¨®gica y cr¨ªtica pol¨ªtica, es en sus mejores momentos un gran relato de aventuras y de la solidaridad humana resistiendo a la sordidez no menos humana que en ellas se dan cita. La traducci¨®n se ha hecho de la versi¨®n en ingl¨¦s y es muy legible, salvo la reiterada confusi¨®n de "esquilar" por "desollar", que no es lo mismo ni en ingl¨¦s ni supongo que en chino.
Quiz¨¢ por deformaci¨®n profesional la obra del g¨¦nero que m¨¢s me ha interesado es El fil¨®sofo y el lobo, de Mark Rowlands (Seix Barral). No es ficci¨®n, sino el relato real de la amistad durante 10 a?os entre el autor y su lobo Brenin. A partir de esa casi amorosa convivencia, el profesor de filosof¨ªa cuenta lo que aprendi¨® de su compa?ero no humano y reflexiona con sagacidad y erudici¨®n -a veces mezcladas con cierta ingenuidad antihumanista nunca repelente- sobre los m¨¢s perdurables enigmas de la vida que compartimos con los animales y otros semejantes. Es un libro sugestivo y hasta emocionante que puede servir a los menos maleados por condicionamientos acad¨¦micos como introducci¨®n original a la problem¨¢tica filos¨®fica. Si aprenden algo v¨¢lido as¨ª, que le den las gracias a nuestro hermano el lobo...
Babelia
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