Obama, cien d¨ªas
Pese a los muchos frentes abiertos, el nuevo presidente se ha afianzado como un l¨ªder solvente
No resultaba f¨¢cil enfrentarse a la herencia de George W. Bush y de toda una ¨¦poca de excesos pol¨ªticos, econ¨®micos y militares, pero Barack Obama ha conseguido durante sus primeros 100 d¨ªas en la Casa Blanca mantener intacta la confianza que depositaron en ¨¦l los norteamericanos y tambi¨¦n el resto del mundo. La formaci¨®n de su equipo de Gobierno fue un signo claro de la nueva forma de hacer pol¨ªtica que intentaba promover. Frente a la consigna sectaria del conmigo o contra m¨ª que la doctrina neoconservadora export¨® a la mayor parte de los pa¨ªses democr¨¢ticos, incluidos los europeos, Obama se rode¨® de los mejores sin importar la adscripci¨®n partidaria ni, tampoco, la proximidad a su persona.
Cien d¨ªas despu¨¦s, su mensaje pol¨ªtico de fondo ha calado en la opini¨®n p¨²blica, pese a algunos esc¨¢ndalos y dimisiones entre sus colaboradores: Obama no se propone ejercer la jefatura de un partido, sino el liderazgo de un proyecto. Las medidas adoptadas para hacer frente a la crisis financiera y econ¨®mica van m¨¢s all¨¢ del simple cat¨¢logo de recetas rutinarias o de iniciativas medi¨¢ticas. Se han enmarcado, por el contrario, en una estrategia de gran calado que ha obligado a reformular el papel del Estado y a establecer una escala diferente de valores en una sociedad como la norteamericana.
La mayor parte de las instituciones internacionales y los expertos coinciden en se?alar que Estados Unidos podr¨ªa ser una de las primeras econom¨ªas en ver la luz al final del t¨²nel gracias a las pol¨ªticas de Obama, y, en ese caso, su presidencia habr¨¢ marcado un hito. A¨²n es pronto, sin embargo, para conocer unos resultados de los que depender¨¢ en gran medida el balance global de su gesti¨®n al frente de la Casa Blanca. Porque es dif¨ªcil imaginar que se lleguen a reconocer sus m¨¦ritos en ¨¢mbitos como la cohesi¨®n social o la pol¨ªtica exterior si fracasan sus medidas para vencer la crisis.
La ret¨®rica de los discursos internacionales de Obama ha podido confundir no s¨®lo a quienes han acogido su diplomacia con reservas, sino tambi¨¦n a sus propios partidarios. En estos 100 primeros d¨ªas Obama no ha perfilado la pol¨ªtica exterior de un so?ador. Antes por el contrario, ha recuperado la doctrina del inter¨¦s nacional frente a la fan¨¢tica ideologizaci¨®n de la diplomacia de Bush, que a punto estuvo de comprometer la hegemon¨ªa internacional de Estados Unidos. Y es en esta primac¨ªa del inter¨¦s nacional donde pueden surgir para Obama algunos problemas estrat¨¦gicos, como la dif¨ªcil compatibilidad entre la nueva pol¨ªtica hacia Ir¨¢n, enmarcada en el objetivo de detener la proliferaci¨®n del arma at¨®mica, y el mantenimiento de la alianza a ultranza con Israel.
Cien d¨ªas tan exitosos como los transcurridos desde su llegada a la Casa Blanca eran imprescindibles para que Obama afianzara su liderazgo interior y exterior; ahora queda que sepa administrar esa capacidad para hacer frente a una crisis cuya profundidad espanta.
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