El maestro est¨¢ triste
Luis Francisco Espl¨¢ vino a despedirse a Sevilla despu¨¦s de quince a?os de ausencia y se fue sin decir adi¨®s. Pero, hombre... El maestro estaba triste, sin duda, o era v¨ªctima de una mala digesti¨®n. Pero el mal semblante se le notaba, y no se supo si es porque se va definitivamente o porque ya no volver¨¢ a pisar el ruedo sevillano. Sea como fuere, qu¨¦ despedida m¨¢s desangelada, qu¨¦ rara... La verdad es que siempre se ha dicho que los toreros son raritos.
Y mire usted que Sevilla se port¨® bien. Despu¨¦s de tan prolongada ausencia, va y lo saca a los medios al finalizar el pase¨ªllo para dedicarle una cari?osa ovaci¨®n. Hay quien dice, sin embargo, que quien ten¨ªa que haber aplaudido era ¨¦l por permit¨ªrsele que se despida de una plaza donde se le conoce poco; pero dej¨¦moslo ah¨ª. A partir de entonces, era l¨®gico pensar en una disposici¨®n, una motivaci¨®n, un afecto, una alegr¨ªa... En fin, una despedida de maestro. Pues, no. Espl¨¢ se ha despedido de Sevilla desabrido, anodino y desangelado. Ni un capotazo para el recuerdo; siquiera un par de banderillas, pues se neg¨® a ello en ambos toros, y s¨®lo alg¨²n esbozo de naturales en su primero; pero todo con escaso ¨¢nimo y menos consistencia. Es verdad que su lote pec¨®, acaso, de soser¨ªa, pero no menos que la que ¨¦l demostr¨® durante toda la tarde.
El Pilar / Espl¨¢, El Cordob¨¦s, Conde
Toros de El Pilar, bien presentados, blandos, muy nobles y de buen juego; destac¨® el quinto.
Luis Francisco Espl¨¢: media y tres descabellos (silencio); estocada y tres descabellos (silencio).
Manuel D¨ªaz El Cordob¨¦s: estocada (ovaci¨®n); estocada -aviso- y dos descabellos (ovaci¨®n).
Javier Conde: pinchazo y media baja (silencio); pinchazo y estocada (pitos).
Plaza de la Maestranza. 2 de mayo. Decimos¨¦ptima corrida de feria. Lleno.
Ni un capotazo para el recuerdo, ni siquiera un par de banderillas
Triste, pues, la despedida de quien se esperaba que dejara en esta plaza el sello de una torer¨ªa que se ha ganado al cabo de una trayectoria tan respetable como irregular. Pero, despu¨¦s de la ovaci¨®n de recibimiento, la reprimenda: para ese viaje no se necesitan alforjas. Dicho de otro modo: para esa cara tan triste se queda uno en casa o da una copita en la feria a los amigos y todos tan contentos. La tristeza de Espl¨¢, si no es producto de una mala digesti¨®n, es dif¨ªcilmente digerible. Adi¨®s, muy buenas.
Menos mal que estaba El Cordob¨¦s, que es un hombre simp¨¢tico, sonriente siempre, con una vis c¨®mica que le permite conectar r¨¢pidamente con los tendidos. El problema es que como torero no resiste el m¨¢s m¨ªnimo an¨¢lisis cr¨ªtico. Es un diestro de plazas port¨¢tiles, y la Maestranza le viene grande, muy grande. Le tocaron en suerte, primero, un bomb¨®n, y, segundo, el toro m¨¢s noble y que m¨¢s ha durado en la muleta de toda la feria. Dio unos tres mil trapazos, contados uno a uno, pero no tore¨® absolutamente nada. Carece de los m¨ªnimos recursos lidiadores, ahoga las embestidas, da medios pases, y, cuanto m¨¢s mejora el toro, peor lo hace el torero. Pero muy sonriente siempre... Desaprovech¨® su buena suerte y fue una pena que el quinto, que embest¨ªa con fijeza y los pitones por el albero, se fuera sin torear. La verdad, dicho sea sin acritud, es que El Cordob¨¦s torero es un horror. Y no hay adjetivo posible cuando se empe?a en hacer el salto de la rana. Menos mal que el hombre es simp¨¢tico y tiene cara de buena gente.
Y Javier Conde ni es triste ni es simp¨¢tico. ?Entonces? Es hier¨¢tico; tiene porte de modelo y una mirada altiva. Es un torero posmoderno. Torear no torea, eso s¨ª. Su ¨¢nimo lo tiene prendido con alfileres; el sitio, perdido, es un mar de dudas y le pueden la inseguridad y la desconfianza. Naufrag¨® ante el suave y dulce tercero, con el que, incomprensiblemente, no se entendi¨®, y nad¨® entre la soser¨ªa ante el m¨¢s parado cuarto, que hab¨ªa empujado de verdad en el caballo y lleg¨® sin codicia a la muleta. Pero Conde no pierde nunca la compostura. Conde es modelo.
Canal Feria de Abril en el dial 114 de Digital +.
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