Usted
Los Beatles inventaron para los solemnes una medida radical, que pusieron a prueba como met¨¢fora en una escena clave de Qu¨¦ noche la de aquel d¨ªa: el tipo que los aturd¨ªa con su solemnidad ca¨ªa engullido por la cisterna de un v¨¢ter.
Tampoco hay que ser tan radicales, pero habr¨ªa que ir inventando algo contra los solemnes. En pol¨ªtica, por ejemplo. Ahora los pol¨ªticos espa?oles se han quedado muy sorprendidos por la naturalidad de Sarkozy, su visitante franc¨¦s. En primer lugar, porque habl¨® sin papeles en el Parlamento.
Claro, es que ellos no hablan sin papeles, mayormente. Escriben los papeles (se los escriben) antes de escuchar lo que digan sus oponentes, y luego leen letra por letra lo que les dijeron que dijeran. Ante una situaci¨®n como ¨¦sa es l¨®gico que les sorprenda el desparpajo del franc¨¦s.
Lo que le sobra al franc¨¦s, aparte de desparpajo, es naturalidad, ese sistema simp¨¢tico que tambi¨¦n se distingue porque al que se comporta as¨ª no se le caen los anillos. Sarkozy tiene muchos anillos, pero no se le caen, o no del todo. Tiene una rara naturalidad en un pol¨ªtico.
No s¨®lo son solemnes los pol¨ªticos. Conozco artistas que antes de que hayan tocado el cielo con las manos, ya tienen las manos manchadas de cielo, y para acercarte a ellos tienes que haber cumplido un cursillo. Pero al fin y al cabo los artistas son as¨ª desde Leonardo, y Plat¨®n dijo que la pol¨ªtica era cercan¨ªa, cosa del pueblo, mucho antes.
Y si es cercan¨ªa, me pregunto, ?por qu¨¦ es lejan¨ªa? Ahora los pol¨ªticos espa?oles, y tambi¨¦n los m¨¢s j¨®venes, se ponen una peana debajo para hablar con los periodistas (por ejemplo) desde la adecuada altura. Y a veces no hablan, no lo consideran oportuno. Camps, el valenciano, dej¨® el otro d¨ªa con la palabra en la boca a los periodistas que quer¨ªan seguir pregunt¨¢ndole. Pero si le preguntas por lo que les gusta, los pol¨ªticos siguen hablando. Les gusta.
Ocurre con los veteranos y ocurre con los j¨®venes. Yo entiendo que es bueno que no hablen todo el rato, ser¨ªa insoportable, pero s¨ª ser¨ªa bueno que no se escaparan de los micr¨®fonos como si a los periodistas hubiera que tratarlos con mascarilla.
Un periodista le pregunt¨® una vez a Javier Solana, cuando a ¨¦ste lo hicieron por primera vez ministro y era un chiquillo, si deb¨ªa tratarlo de usted o de t¨² en la radio. Y Solana le respondi¨®: "Tr¨¢teme usted como quiera". De usted, pero que hablen, que sean m¨¢s naturales, y un d¨ªa ser¨¢n como Sarkozy. Vale que no sean como Berlusconi, pero un poco m¨¢s pr¨®ximos s¨ª tendr¨ªan que ser. Se aburrir¨ªan menos. -
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