Destalibanizaci¨®n
Ofensiva del ej¨¦rcito paquistan¨ª, presionado por Estados Unidos, para detener el avance talib¨¢n
Los planes del presidente Obama para poner fin a la guerra de Afganist¨¢n pasan por la colaboraci¨®n de un ej¨¦rcito como el paquistan¨ª, que desde hace a?os prefiere pactar en vez de luchar. Pero el disgusto de Washington con la pasividad del presidente Asif ali Zardari, junto a la temeridad de los talibanes, que han llegado a 100 kil¨®metros de Islamabad, han persuadido al Gobierno de que ha de actuar. Y desde hace una semana ha lanzado una ofensiva para desalojar al enemigo de la provincia de Buner, desde donde amenazaba la capital.
Estados Unidos planea en el vecino Afganist¨¢n una ofensiva contra las provincias de Helmand, Kandahar y Zabul, donde se cultiva gran parte del opio del pa¨ªs -un 60% de su PIB-, para acabar con un comercio que engrasa la m¨¢quina de guerra talib¨¢n. Tras su r¨¢pida victoria en 2003 en la guerra convencional, las fuerzas occidentales, de las que EE UU lleva la parte del le¨®n con sus 30.000 soldados, han ido perdiendo el control del territorio en favor de los irregulares que operan en la frontera entre Afganist¨¢n y Pakist¨¢n, y de ah¨ª que en el Pent¨¢gono se hable de Af-Pak como ¨²nico teatro militar. Sin destruir el poder talib¨¢n en Pakist¨¢n, en connivencia con elementos del ej¨¦rcito y de los servicios de informaci¨®n, es imposible ganar la guerra mayor.
Pero no parece que Pakist¨¢n vaya a jug¨¢rselo todo a esa estrategia, porque el Gobierno es s¨®lo un poder m¨¢s y no quien tiene todo el poder, con una opini¨®n p¨²blica que se opone a combatir en una guerra percibida como de inter¨¦s puramente norteamericano. El Ej¨¦rcito paquistan¨ª, con m¨¢s de 600.000 efectivos y en posesi¨®n del arma at¨®mica, es poderoso, pero est¨¢ organizado para hacer frente al enemigo tradicional, la India, m¨¢s que a irregulares fanatizados talibanes.
Obama sabe que para ganar la guerra ha de negociar y golpear; lo segundo resulta relativamente f¨¢cil, aunque no siempre se acierte en el blanco, pero para lo primero hay que saber con qui¨¦n hacerlo. La diplomacia norteamericana trata de convencer al presidente paquistan¨ª para que asocie a su Gobierno al jefe de la oposici¨®n, Nawaz Sharif, bien relacionado con los islamistas moderados, para que ¨¦stos frenen a los yihadistas. Aislar pol¨ªticamente al terrorismo parece un objetivo a medio plazo de la pol¨ªtica norteamericana en la zona, pero de momento Pakist¨¢n tiene que frenar con las armas el avance de los fan¨¢ticos hacia el sur.
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