Carla Bruni, la princesa Letizia y la fiebre rosa
La foto de portada que ilustraba la visita del presidente Sarkozy es vista por algunos lectores como una concesi¨®n a la frivolidad. ?Se est¨¢ contaminando de amarillismo la prensa seria?
Es sin duda una muy buena fotograf¨ªa. Tiene movimiento, elegancia e intensidad. Y desde luego se hace mirar. Muestra la silueta de dos atractivas mujeres, la princesa Letizia y la primera dama francesa, Carla Bruni, subiendo una escalera en estudiada simetr¨ªa: id¨¦ntico peinado, parecido vestuario, id¨¦nticos torsos cimbreantes. Una imagen con mucho glamour y suave erotismo, de esas que suelen gustar a la prensa rosa. Pero esa foto no aparec¨ªa en una revista del coraz¨®n, sino en la portada del diario EL PA?S, y se public¨® el d¨ªa 28 para ilustrar un acontecimiento de la m¨¢xima relevancia pol¨ªtica, la visita a Espa?a del presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy. Y eso es lo que ha molestado a muchos lectores: consideran que con esta imagen el diario denigra a las mujeres y contraviene los principios de su propia l¨ªnea editorial. Algunos plantean adem¨¢s otras cuestiones que merecen una reflexi¨®n: ?Se est¨¢ contaminando de amarillismo la prensa seria? ?Se est¨¢ deslizando EL PA?S por la pendiente de la frivolidad?
Mezclar informaci¨®n con cotilleo o amarillismo no reforzar¨¢ la credibilidad
El suscriptor Carlos Sancho abre la pol¨¦mica: "La considero una foto impropia de un peri¨®dico serio y un insulto a los lectores. Supongo que no hace falta explicar por qu¨¦". Eva Dorado y Paloma Rodr¨ªguez s¨ª lo explican: "?Desde cu¨¢ndo dos culos femeninos resumen la primera visita de Estado del actual presidente franc¨¦s?". La fotograf¨ªa no s¨®lo ofende su inteligencia, dicen, sino tambi¨¦n su sensibilidad. Jos¨¦ Rafael Gil, Isabel Badia, Mercedes Borrell o Jos¨¦ Alberto Fern¨¢ndez coinciden en que la elecci¨®n se justifica por criterios informativos y en cambio contribuye a perpetuar la imagen de las mujeres como meros adornos del poder. Patricia Reguero saca de ello conclusiones nada agradables: "Es cutre, ofensivo, irresponsable, desacertado y machista. Y el machismo mata".
Marisa F. Fl¨®rez, editora gr¨¢fica de EL PA?S, est¨¢ en completo desacuerdo con esta lectora. "Respeto las opiniones discrepantes, pero ¨¦sa me parece una cr¨ªtica desquiciada. Es muy grave acusar al diario de fomentar la violencia de g¨¦nero por publicar la foto de dos mujeres que en ese momento representan el papel que les corresponde. Se trata de un almuerzo privado, previo a la visita oficial, sobre el que se hab¨ªa creado cierta expectaci¨®n. La foto es muy buena, tiene armon¨ªa y belleza, y el que vea en ella ¨²nicamente dos culos tiene un problema en la mirada". "Algunos lectores han podido ver una expresi¨®n sexista o machista", dice la subdirectora Berna G. Harbour. "Pero yo no he visto en esa foto dos culos, como no he visto en la de Obama una buena dentadura o un cuerpo envidiable. ?O acaso deb¨ªa haberlo visto y por tanto censurar esas im¨¢genes para evitar caer en una supuesta incorrecci¨®n?"."Les puedo asegurar que no hemos visto culos al mirar. Hemos visto una foto bonita y elegante de dos mujeres que representan otra generaci¨®n de primeras damas, una nueva ¨¦poca. Una periodista y una cantante est¨¢n hoy en ese lugar. Ni es admirable ni reprobable, simplemente es as¨ª y nuestro deber es s¨®lo mostrar esa realidad", afirma la subdirectora Berna G. Harbour.
Sin embargo, es por esa fotograf¨ªa por la que esta semana hablamos de culos, algo que no es habitual. EL PA?S los ha publicado desnudos y en escenas mucho menos recatadas sin problemas. No es, pues, ¨²nicamente un problema de miradas. Esa foto puede tener muchas. La cuesti¨®n es por qu¨¦ esa imagen fue elegida para ilustrar en portada un acontecimiento pol¨ªtico relevante. Tanto Marisa F. Fl¨®rez como Berna G. Harbour sostienen que era la mejor opci¨®n. Pero ?hubiera tenido tantas opciones una fotograf¨ªa de Angela Merkel y la reina Sof¨ªa subiendo las escaleras en la misma posici¨®n? Un estudiante de periodismo, Adri¨¢n Verdugo, expresa as¨ª el nudo de la pol¨¦mica. "Podr¨¢ decirme que no, que la foto no es un primer plano de las insignes posaderas de do?a Letizia y Carla Bruni. Cierto, pero, en el fondo, sabe como yo que esa foto tiene una intencionalidad clara: comparar las siluetas de ambas mujeres. Puedo entender la crisis en la que se ve inmersa la prensa y su imperiosa necesidad de vender ejemplares, pero ?a cualquier precio?", se pregunta.
Emilio Escriv¨¤ Mont¨®, lector del diario desde 1976, afirma haber observado en los ¨²ltimos a?os que "a modo de lluvia fina, la ligereza (y en ocasiones la frivolidad) se est¨¢ apoderando de las formas y los contenidos del peri¨®dico" con la excusa, dice, de que "son los signos de los tiempos y de que es lo que demanda la sociedad actual". EL PA?S, prosigue, ha dado a la visita del presidente Sarkozy "un tratamiento propio de prensa de colores (amarilla, rosa), pero nunca del que considero mi peri¨®dico". Tambi¨¦n Javier de Lucas y Antonio V¨¢zquez observan este tipo de "contaminaci¨®n".
?ste es, creo, el n¨²cleo de un debate que trasciende al propio diario. Los medios de comunicaci¨®n forman un ecosistema de mutuas influencias y los que tienen voluntad de rigor han de hacer un gran esfuerzo cada d¨ªa por no deslizarse por la pendiente de la espectacularidad y el sensacionalismo. En los ¨²ltimos a?os, valores espec¨ªficos de la industria del entretenimiento se est¨¢n extendiendo a los contenidos de la prensa y los programas informativos de la televisi¨®n. Las fronteras entre informaci¨®n y espect¨¢culo son cada vez m¨¢s difusas.
Desde el momento en que Carla Bruni expres¨® su deseo de conocer a la princesa Letizia, los programas y medios del coraz¨®n lanzaron una especie de competencia soterrada. ?Cu¨¢l de ellas lucir¨¢ m¨¢s hermosa? ?Qui¨¦n ganar¨¢ en elegancia y glamour? El tratamiento que EL PA?S y otros medios han dado a esa foto no se explica sin esa rivalidad (realidad) previamente creada. Pero, al mismo tiempo, la atenci¨®n que Carla Bruni concita en sus viajes como primera dama, incluida esa foto de portada en el diario de referencia de Espa?a, refuerza el descarado aprovechamiento medi¨¢tico que Nicolas Sarkozy hace de su esposa cantante. Porque hay otros presidentes y otras esposas (Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y Sonsoles Espinosa, por ejemplo) que no hacen ninguna concesi¨®n. Luego la explotaci¨®n medi¨¢tica de la fama es cosa de dos, en una din¨¢mica en la que los medios no s¨®lo interact¨²an con la realidad, sino que pueden crear realidad. El "factor medi¨¢tico" tiene tanta fuerza que puede conducir a extremos esperp¨¦nticos. Vean si no la pol¨¦mica desatada en Italia tras la pretensi¨®n del presidente Silvio Berlusconi de incorporar a las listas de su partido para las elecciones europeas a candidatas procedentes de la pasarela o el espect¨¢culo sin experiencia ni vocaci¨®n pol¨ªtica conocida.
Del mismo modo que mezclar pol¨ªtica con salsa rosa no parece una buena f¨®rmula para fortalecer la democracia, mezclar informaci¨®n con cotilleo o amarillismo no reforzar¨¢ la credibilidad de los peri¨®dicos.
?Ha sido EL PA?S arrastrado por esta deriva en el tratamiento dado a la visita de Sarkozy? Pongamos las cosas en su justo t¨¦rmino. La fotograf¨ªa de portada es discutible. Y m¨¢s a¨²n mezclar en la misma secci¨®n la cr¨®nica rosa con la cr¨®nica pol¨ªtica, como ocurri¨® el primer d¨ªa de la visita. EL PA?S habilit¨® hace tiempo un espacio, bajo el ep¨ªgrafe de Gente, para este tipo de informaciones. En ese espacio se public¨®, al d¨ªa siguiente, la cr¨®nica social del viaje. Y nadie protest¨®. La subdirectora Berna G. Harbour pide que se valore el conjunto: "Lamento sinceramente que hayamos defraudado a algunos lectores con nuestra portada del martes, pero les puedo asegurar que no hemos frivolizado la visita del presidente franc¨¦s. La cobertura ha sido s¨®lida, equilibrada, completa y de primera l¨ªnea. Dedicamos cinco p¨¢ginas a una entrevista en exclusiva en la edici¨®n del domingo anterior, otras cinco sobre los diferentes asuntos tratados en los d¨ªas siguientes, un art¨ªculo de opini¨®n y un editorial. La informaci¨®n sobre Carla Bruni ha sido s¨®lo un complemento de color en la cola de la informaci¨®n principal. Lo pol¨ªtico suma 10 p¨¢ginas; lo glamouroso, apenas un apoyo informativo en Espa?a, la p¨¢gina en la secci¨®n de Gente y la foto de portada", concluye.
La reacci¨®n que ha provocado la fotograf¨ªa de portada debe ser vista como una subida de fiebre, como un s¨ªntoma de alerta ante peligros que debemos evitar. Lo que muchos lectores no toleran de EL PA?S es que haga lo contrario de lo que predica en sus editoriales. Y lo que m¨¢s valoran es su fiabilidad y su rigor. La informaci¨®n no tiene por qu¨¦ ser aburrida. Hay muchas formas de explicar la realidad de forma interesante y atractiva. La pol¨¦mica es saludable. Indica que recurrir al amarillismo o la salsa rosa puede convertirse en una trampa para los medios serios: defraudar¨¢n a sus lectores fieles y no es seguro que atraigan a otros. Al fin y al cabo, si lo que se busca es sensacionalismo, la prensa amarilla siempre lo har¨¢ mejor.
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