Desconocidos o poco conocidos
De las sucesivas derrotas que componen la historia s¨®lo suele quedar una placa, a lo sumo un nombre de calle o de plaza; a veces ni tan siquiera eso. Pero, en ocasiones, la suerte y el azar se al¨ªan para descubrir im¨¢genes salidas del t¨²nel de la memoria. ?se ser¨ªa el caso de un r¨®tulo, medio escondido en una de las paredes laterales de la iglesia del Pi de Barcelona, donde a¨²n puede leerse: "Pla?a del Milici¨¤ Desconegut". En la actualidad, ese espacio est¨¢ en obras. En la inmediata placita del Pi se construye una ludoteca y es de desear que eso modifique el aspecto de abandono que ha tenido el lugar en las ¨²ltimas d¨¦cadas. No obstante, el poder evocador de esa inscripci¨®n, a¨²n entre vallas y cemento, sigue transport¨¢ndonos al pasado.
La plaza del Milici¨¤ Desconegut tiene compa?¨ªa. Otro r¨®tulo de la guerra ha aparecido en la Barceloneta
La historia empieza el 11 de agosto de 1936, cuando la prensa informaba que, en uno de los muros de la iglesia, una mano an¨®nima hab¨ªa rebautizado la plaza de San Jos¨¦ Oriol en memoria de los milicianos desconocidos que, en aquellos momentos, ca¨ªan en el frente de Arag¨®n. Durante los primeros meses del conflicto, el hueco dejado por la arrancada placa del santo convivi¨® con aquellas letras de alquitr¨¢n. Dos mundos se enfrentaban por la posesi¨®n de la memoria: el rotulado casero y el letrero retirado; aunque ninguno de los dos era reconocido por el Ayuntamiento. Poco despu¨¦s, en la plaza se instalaba una comisar¨ªa y se instaba a la poblaci¨®n del entonces llamado distrito de la Lonja -hoy Barrio G¨°tic- a denunciar a quintacolumnistas y esp¨ªas en la plaza del Miliciano Desconocido, n¨²mero 4.
Por fin, en el mes de septiembre de 1937, el Ayuntamiento decid¨ªa aprobar los cambios de nombre de muchas v¨ªas barcelonesas. Fue en esa remodelaci¨®n del callejero urbano cuando, por primera vez, el nombre de este lugar dej¨® de ser simplemente popular y tom¨® rango de decisi¨®n consistorial. Pero poco dura la alegr¨ªa en casa del desconocido. Con los grandes bombardeos de 1938, los delegados de escalera y de calle se reunieron en el Ateneo Ampurdan¨¦s y decidieron construir un gran refugio antia¨¦reo bajo esta plaza y la vecina del Pi. Ahora las v¨ªctimas eran cada vez m¨¢s conocidas, mientras la aviaci¨®n italiana atemorizaba al vecindario.
Tras la guerra, el lugar volvi¨® a estar dedicado a san Jos¨¦ Oriol. Se devolv¨ªa as¨ª su antiguo nombre a la primera plaza barcelonesa que tuvo denominaci¨®n oficial, en 1807, pues no fue hasta 1842 cuando el Ayuntamiento asumi¨® la tarea de dar nombre a las v¨ªas p¨²blicas. Los franquistas taparon el r¨®tulo, pero el paso del tiempo lo volvi¨® a hacer visible. Con el regreso de la democracia, frente a ¨¦l se pas¨® a conmemorar la proclamaci¨®n republicana del 14 de abril. Finalmente, el Ayuntamiento, en 2004, lo restaur¨® y coloc¨® una placa en la vecina placita del Pi.
En estos momentos, la plaza del Milici¨¤ Desconegut tiene compa?¨ªa. Otro r¨®tulo de la guerra ha aparecido en la Barceloneta. La casualidad quiso que, al restaurar un edificio, saliese bajo la pintura de la fachada el antiguo letrero de alquitr¨¢n que daba nombre al lugar. El hallazgo fue realizado en la calle de Sant Miquel, que durante los a?os de la contienda estuvo dedicada al miliciano del POUM Miquel Pedrola. Esta inscripci¨®n corre el peligro de desaparecer con las obras. Por eso, el historiador local Dani Cortijo y diversas entidades vecinales del barrio han iniciado una campa?a en Internet para garantizar su conservaci¨®n, mientras el Instituto Municipal de Paisaje Urbano decide si se restaura. Raz¨®n de m¨¢s para acercarnos hasta estos dos supervivientes, ocultos durante d¨¦cadas, que la lluvia y el desgaste han devuelto a la vida milagrosamente.
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