Moverse de pie
Acabo de ver en Bilbao, en La Fundici¨®n, un magn¨ªfico espect¨¢culo. Se trata de dos piezas esc¨¦nicas que podr¨ªamos denominar de sola o pura humanidad. Fabrice Lambert est¨¢ solo sobre el escenario: en A comme ¨¤ venir (traducible por P de por venir) sin otra compa?¨ªa o vestimenta que la tenue luz que proporcionan unos focos colocados a ras de suelo; en Gravit¨¦, solo tambi¨¦n, desplaz¨¢ndose sobre un enorme charco o diminuto lago cuyas aguas se despliegan en vertical en una pantalla iluminada, produciendo un efecto visual m¨¢s que intenso, sobrecogedor de emoci¨®n y sentido. De b¨²squeda y propuesta de sentido.
Dice Tobias Wolf en su novela Vieja escuela que sin relatos los seres humanos no sabr¨ªamos qui¨¦nes somos. Lo he recordado mientras segu¨ªa la evoluci¨®n de Lambert sobre el escenario, porque sus movimientos se me representaban como un relato, precisamente un relato de evoluci¨®n: al principio, la gestualidad de un hom¨ªnido, arrastrada, instintiva, marcada s¨®lo por la supervivencia. Y, poco a poco, el impulso de erguirse: primero involuntario o padecido y, de repente, l¨²cido o, lo que es lo mismo, alcanzado por la interrogaci¨®n. Y, por eso, la soledad que Lambert expresa en el escenario, porque imagino que los animales nunca est¨¢n solos, que son y se pertenecen sin duda, mientras que a los seres humanos todo se nos manifiesta con la posibilidad o la inexorabilidad de su contrario: la vida con la muerte, la felicidad con el dolor, la pertenencia con la exclusi¨®n.
Y este relato viene a cuento del presente que nos est¨¢ tocando vivir y que parece construido como una tira de piezas de domin¨®, en la que la ca¨ªda de una arrastra una larga serie de derrumbes. Empezamos en las hipotecas basura y estamos ya en la gripe porcina, que es algo as¨ª como una forma de basura gripal. Con, en el centro, la escalofriante progresi¨®n del desempleo, es decir, de dramas ciudadanos desarroll¨¢ndose en directo y a diario. Es un panorama que deja muy poco margen para el optimismo y menos a¨²n para el error. Donde cada movimiento tiene que estar muy bien decidido, perfectamente ajustado al proyecto (como en las coreograf¨ªas de Lambert). La cuesti¨®n primordial es entonces definir los objetivos, lo que a estas alturas de globalizaci¨®n y de problemas, equivale a elegir en qu¨¦ mundo queremos vivir, con qu¨¦ valores.
Sobre la escena parece muy claro un objetivo: pasar del ir arrastrado al ir erguido, del instinto a la conciencia. Que nuestro mundo lleva demasiado tiempo rigi¨¦ndose por instintos lo demuestra el estado en que va quedando: injusto, t¨®xico, tambaleante, minado de contradicciones (en v¨ªsperas de unas elecciones europeas, por ejemplo, el ¨²ltimo pronunciamiento de Bruselas es que en materia de gripe porcina de uni¨®n nada; que cada Estado aguante su vela). Entiendo que hay urgencia de dejarse de instintos, de moverse de nuevo de pie o de reactivar la conciencia de lo humano, en su m¨¢s justo sentido de voluntad solidaria aplicada.
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