Vieja nueva ola
Me viene al pelo una vi?eta de Jack Ziegler publicada recientemente en The New Yorker. Dos tipos de mediada edad conversan sentados frente a sendos martinis en la barra de un bar de copas. Uno dice: "Cuanto mayor me hago, m¨¢s r¨¢pido parece pasar el tiempo: debe de ser otro efecto secundario del calentamiento global". Yo siento algo parecido. Quiero decir que a veces me tienta creer que de todo lo importante hace no ya veinte a?os -como cre¨ªa Gil de Biedma cuando volv¨ªa atr¨¢s su mirada-, sino muchos m¨¢s. Lo he vuelto a sentir estos d¨ªas de mayo, conmemorando a mi manera el estreno, hace cincuenta a?os, de Los cuatrocientos golpes, la pel¨ªcula de Truffaut que los cr¨ªticos consideran el disparo de salida de la Nouvelle Vague.
Algunos j¨®venes realizadores se lanzaron a las calles con el ¨²nico fin de dar cuenta de lo que Bazin llamaba "el esplendor de lo real"
Es dif¨ªcil que los j¨®venes cin¨¦filos puedan hacerse hoy una idea cabal de la profunda revoluci¨®n llevada a cabo por aquel pu?ado de j¨®venes realizadores -inicialmente Truffaut, Godard, Chabrol, Rohmer, Rivette, Kast- que se hab¨ªan formado en la cr¨ªtica militante (la de Cahiers du Cin¨¦ma) y en la direcci¨®n de cortos de baja financiaci¨®n. Aut¨¦nticas ratas de filmoteca (en la Cin¨¦math¨¨que del inolvidable Henry Langlois) y disc¨ªpulos de Andr¨¦ Bazin, que les hab¨ªa convencido de que el cine constitu¨ªa el instrumento perfecto para revelar la realidad ontol¨®gica del mundo, aquellos j¨®venes directores cambiaron estrepitosamente el modo de concebirlo, seguros de que, si las historias eran importantes, los modos de contarlas lo eran tanto m¨¢s. Armados de c¨¢maras ligeras (la famosa ?clair de 16 mm) con sonido incorporado, y huyendo ostensiblemente del rodaje en los estudios tan caro a sus mayores, se lanzaron a las calles con el ¨²nico prop¨®sito de dar cuenta de lo que Bazin llamaba "el esplendor de lo real".
Y vaya si lo lograron. Estas ¨²ltimas noches me he regalado unas sesiones caseras de cine-club en las que he revisitado dos pel¨ªculas que resumen la sensibilidad, los objetivos y el modo de hacer de aquella generaci¨®n de cineastas: la ya citada Los cuatrocientos golpes (1959) y Al final de la escapada (1960), de Jean-Luc Godard. Desde la mirada final de Antoine Doinel (Jean-Pierre L¨¦aud) a la c¨¢mara interpelando al espectador (lo que se llam¨® regard-cam¨¦ra), a los enamorados travellings (realizados con la ayuda de una silla de ruedas) de la pareja Seberg-Belmondo por los Champs Elys¨¦es, todo nos habla de sinceridad y ruptura. Sinceridad porque, m¨¢s all¨¢ de la ret¨®rica de lo que llamaban el "cine de pap¨¢" y los denostados films-qualit¨¦, aquellos "j¨®venes turcos", consiguieron articular cinematogr¨¢ficamente la realidad de acuerdo con sus propios ritmos generacionales: espontaneidad, irreverencia ling¨¹¨ªstica, puesta en escena y montajes audaces y el¨ªpticos, producci¨®n al margen de los sistemas tradicionales, creaci¨®n de un anti-star-system acorde con los bajos presupuestos y la libertad del actor. Y ruptura no como fin en s¨ª misma, sino como medio de hacer sentir al espectador que estaba en presencia de algo radicalmente nuevo que, sin embargo, hund¨ªa sus ra¨ªces en una muy asimilada tradici¨®n cinematogr¨¢fica de medio siglo.
Aquellos cineastas que conceb¨ªan su oficio como una moderna forma de escritura y la c¨¢mara como una pluma estilogr¨¢fica (aunque rechazaban los guiones cerrados y prolijos) fueron tambi¨¦n responsables de un cambio de actitud hacia el cine que anulaba las fronteras entre pel¨ªcula-espect¨¢culo y pel¨ªcula-arte, entre la "baja" y la "alta" cultura cinematogr¨¢fica. M¨¢s all¨¢ de sus excesos, la pol¨ªtica de autor que preconizaban convert¨ªa al realizador en el aut¨¦ntico creador y responsable de la pel¨ªcula, tanto si hab¨ªa trabajado bajo la disciplina de los estudios (Hitchcock, Ford, Fuller, Ray) como si era un artista "independiente" (Rossellini, Welles, Bresson). Los muchachos de la Nouvelle Vague intentaron un cine nuevo y atento a la realidad del mundo a mediados del siglo XX. Cincuenta a?os despu¨¦s, sus mejores pel¨ªculas siguen rezumando frescura. Y verdad.
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