A Drogba no se le discute
El ariete del Chelsea precisa sentirse importante en el vestuario para ofrecer su mejor versi¨®n
Hatem Ben Arfa trep¨® al banco del vestuario, se aclar¨® la garganta y soport¨® con estoicidad las mofas y risotadas del equipo. Tambi¨¦n pasaron por el improvisado estrado Kon¨¦, Hilton y Arbate, sonrojados por la verg¨¹enza. Los cuatro fichajes de este curso del Olympique de Marsella tuvieron que aguantar el tormento c¨®mico de cantar una canci¨®n a sus compa?eros. Una tradici¨®n relativamente moderna que perdura en el club; una costumbre instaurada por una estrella de la que todav¨ªa se blanden banderas en el fondo sur del V¨¦lodrome marsell¨¦s. Para bien o para mal, Didier Yves Drogba (Abiy¨¢n, Costa de Marfil; 1978) deja huella por donde pasa. Es un l¨ªder natural. Lo mismo reclama en el Chelsea y en Europa. "Me molest¨® no sentenciar en el Camp Nou, pero Vald¨¦s hizo dos paradas fant¨¢sticas", asegur¨® ayer el delantero.
Ha pedido dos veces irse del Chelsea, con Mourinho y Scolari como entrenadores
Guus Hiddink actu¨® r¨¢pido al llegar a Cobham, ciudad deportiva del Chelsea. "Didier, quiero hablar contigo", le dijo al tercer d¨ªa. En su despacho, le pregunt¨® por qu¨¦ estaba desanimado y por qu¨¦ no rend¨ªa a su nivel. "Con Scolari no jugaba", replic¨® el ariete, obviando las sucesivas lesiones de rodilla. "Pues prep¨¢rate porque vuelves a jugar", le contest¨® Hiddink. Y regres¨® el mejor Drogba, el tren de cintura flexible, pies como ca?ones y olfato desarrollado. "Si se siente importante, es el mejor", conviene Bertrand Marchand, t¨¦cnico del Al Khor, qatar¨ª, que le dirigi¨® en el Guimgamp, franc¨¦s; "¨¦l y Malouda [tambi¨¦n en el Chelsea] nos salvaron del descenso en 2003". El problema surge cuando no es pieza capital.
Con Mourinho casi todo sali¨® a pedir de boca. "Me ense?¨® a pensar s¨®lo en la victoria", apuntaba Drogba. "Ataca y defiende. Con ¨¦l podr¨ªa ir a la guerra", respond¨ªa el t¨¦cnico. Hasta que la situaci¨®n se enred¨®, a mediados de 2007 y cuando Mou era cuestionado por Abram¨®vich. "Quiero irme. El vestuario est¨¢ da?ado", zanj¨® Drogba. Pero le convencieron de su val¨ªa. Con Grant, de paso por m¨¢s que se le escapara la Champions en la tanda de penaltis de la final, no hubo problemas. Pero se tir¨® los platos con Scolari, que prefiri¨® a Anelka como referente ofensivo. A lo que Drogba respondi¨® con declaraciones altisonantes, un cojinazo a la afici¨®n del Burnley en la Carling Cup -le sancionaron tres partidos- y una petici¨®n de irse al Inter con su valedor Mourinho. Las palabras de Hiddink le volvieron a enderezar.
Algo similar le ocurri¨® en el Le Mans, franc¨¦s, en Segunda. Desacertado en el remate y lesionado en un pie, se pas¨® un curso en el banquillo, comiendo m¨¢s hamburguesas que otra cosa. "Pero lo ten¨ªa todo para triunfar", recuerda Marchand, con quien congeni¨® a las mil maravillas. Cuando todo va rodado, Drogba resulta imprescindible. "Un l¨ªder indiscutible", le define Jos¨¦ Anigo, director deportivo del Marsella y su ex entrenador en el OM; "un jugador f¨¢cil de tener porque pronto comprende lo que quieres". As¨ª lo ve Henry Michel, t¨¦cnico de Costa de Marfil en el Mundial de 2006: "Era importante porque hac¨ªa cosas distintas". Y Anigo, que debi¨® convencerle para que fichara por el Chelsea, remata: "Es uno de los cinco mejores delanteros del mundo. Sin duda".
A Drogba, que tiene a su hermano Freddy en la escuela del Le Mans y que idolatr¨® a Papin, Abedi Pele y Waddle, ya le han puesto su nombre en una marca de cerveza y una calle de Abiy¨¢n. Pero no hay quien le gane a un pulso por el liderazgo. Y pocos sobre el campo. "Ellos tienen a Eto'o, Messi e Iniesta, pero nosotros podemos con cualquiera", rezong¨®.
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