Un soplo en los dedos
Dec¨ªa Andoni Cedr¨²n que cada partido hay que empezarlo con una buena acci¨®n, con una parada aunque sea f¨¢cil, una paradita que te permita sacarte los nervios de encima, sirva de ajuste para los guantes y te despeje las dudas. Si esto vale para cualquier partido y en cualquier campo, imag¨ªnese lo que significa en un encuentro en el que te juegas el pase a una final de Champions. Y, por si fuera poco, los antecedentes de la m¨¢xima competici¨®n europea de clubes nos hab¨ªa dejado un trepidante encuentro entre Chelsea y Liverpool en cuartos, maravilloso para los espectadores neutrales y dur¨ªsimo para los guardaredes de los dos equipos ingleses. Y aqu¨ª me tienen, embutido en los min¨²sculos asientos del estadio londinense, intentando adivinar lo que pasa por las mentes de estos dos porteros ante el reto de llevar a su equipo a la final. No hab¨ªa pasado lo suficiente para que Vald¨¦s le quitase el apresto a sus guantes cuando Essien le mandaba un mensaje al que V¨ªctor s¨®lo pod¨ªa sentir en la yema de sus dedos, s¨®lo aire, s¨®lo tacto, no hab¨ªa pelota y ¨¦sta, escupida por el larguero, se iba adentro. Primer bal¨®n tocado con las manos para sacarla del fondo de la red, all¨ª adonde no suele viajar m¨¢s que esos que visten de forma diferente en nuestros equipos.
A partir de ah¨ª el consuelo de que Cech no se hab¨ªa estrenado m¨¢s que en un par de despejes con el pie, pero una salida buscando un bal¨®n interior le permit¨ªa encontrar el tacto perfecto para sus manos.
Los 80 minutos siguientes los podr¨ªamos resumir en un quiero del Bar?a buscando un resquicio en la muralla azul del Chelsea y un Vald¨¦s viviendo el partido conectado a su l¨ªnea de defensa, animando, ayudando en la construcci¨®n del juego, sabiendo que si el partido se volcaba hacia el ¨¢rea inglesa le iba a tocar trabajar sobre el alambre, solo, muy cerca del uno contra uno. En la otra porter¨ªa, Cech viv¨ªa protegido por su casco y su defensa en dos l¨ªneas poderosas en lo f¨ªsico y magn¨ªficas en lo t¨¢ctico. Viv¨ªa pendiente el checo de cortar alg¨²n pase interior y de ayudar a su equipo en el juego a¨¦reo. Tranquilo, poderoso, un perfecto broche a una defensa impecable.
Nac¨ªa la segunda parte para certificar que los equipos ingleses motivan al portero barcelonista, ya que se permiti¨® el lujo de salvar los muebles del Bar?a para mantener el hilo de la esperanza. Fue Vald¨¦s espectador privilegiado de las jugadas pol¨¦micas del partido e hizo lo que otros hicimos en nuestros tiempos, sacar r¨¢pido, pasar inmediatamente a la siguiente jugada, sin dar tiempo a las dudas. Se desga?itaba el portero azulgrana mientras el checo viv¨ªa pl¨¢cido, si pl¨¢cido se puede estar cuando uno tiene tan cerca a gentes con intenciones tan goleadoras como los delanteros azulgrana.
El partido se iba por el desag¨¹e, con el Bar?a empujando m¨¢s con el coraz¨®n que con su juego de exhibici¨®n, cuando alguien a mi lado mira las estad¨ªsticas del partido y me trae un dato esperanzador: el Bar?a no ha tirado ninguna vez entre los tres palos. Y se preguntar¨¢ usted c¨®mo puede ser esperanzador que los guantes del checo no hayan detenido una pelota dirigida a su porter¨ªa. Vayamos al principio del art¨ªculo para recordarles lo que dec¨ªa Cedr¨²n: una paradita para coger confianza. En estos temas esot¨¦ricos andaban mis neuronas cuando Iniesta le devolv¨ªa el mensaje a Essien y dejaba a Cech sin detener un solo bal¨®n dirigido a su porter¨ªa. Cu¨¢nta raz¨®n ten¨ªa mi amigo y cu¨¢nto le debe el Bar?a a su portero el haberle dado a Iniesta la posibilidad de pasar a la gran historia blaugrana, borr¨¢ndole a su amigo Vald¨¦s ese soplo que amenazaba por quedarse en sus dedos de por vida para recordarle este incre¨ªble partido.
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