Otro cuaderno de bit¨¢cora

Si Star Trek fue parida como una serie de televisi¨®n y posteriormente cambi¨® a la otra pantalla -en aquellos a?os, s¨®lo hab¨ªa dos-, era de caj¨®n que J. J. Abrams, creador de las series Felicity, Alias y Perdidos, recuperara el cuaderno de bit¨¢cora, lo borrara de un plumazo y recomenzara la saga en el cine con unos nuevos inicios. A su antojo, con la fecha estelar de 2009. Abrams sabe sacar partido de cualquier material audiovisual, sea cual sea el tama?o de la emisi¨®n (en el filme Monstruoso, nacido de su talento aunque dirigido por Matt Reeves, se jugaba indistintamente con m¨®viles y v¨ªdeos).

Y lo hace a trav¨¦s de un truco brillante -que nadie deber¨ªa desvelar-, de un retru¨¦cano que le permite no traicionar el esp¨ªritu trekkie (hay romulianos, Kirk sigue siendo un chulo, el vulcaniano Spock lucha por controlar su parte terrestre y la teletransportaci¨®n resuelve algunos atolladeros) mientras se permite alegr¨ªas narrativas en pos del espect¨¢culo, brillante, por supuesto. Peinados, poses, trajes y caracteres de los personajes prologan, como un cap¨ªtulo cero de un universo paralelo, lo que ser¨ªan las futuras correr¨ªas de la serie de los a?os sesenta. Sin olvidar el mayor de los aciertos: el doble Spock -joven y viejo- soporta el peso de la acci¨®n, provocando la l¨¢grima cari?osa del p¨²blico veterano.

Al g¨¦nero space opera Abrams acaba de darle un empuj¨®n casi como el que recibi¨® con La guerra de las galaxias. Pero los tiempos -hormonados con clembuterol digital- no entienden de sutilezas y cari?o en el producto.

'Star Trek'