Adi¨®s a la Dama de Hierro
Poco despu¨¦s de que quebrara el socialismo, tambi¨¦n el neoliberalismo ha ca¨ªdo hecho a?icos. Arrollados por semejante cataclismo, los Gobiernos utilizan la econom¨ªa como los bomberos la manguera: lanzan agua all¨ª donde hay m¨¢s fuego, tratando de salvar lo salvable. Claro que su misi¨®n es la de detener el avance del fuego, no la de reconstruir lo que se quema. Ser¨ªan necesarios arquitectos e ingenieros para hacerlo, pero no est¨¢n disponibles.
De hecho, ning¨²n Gobierno tiene a mano una nueva teor¨ªa econ¨®mica, un modelo que seguir, puesto que durante treinta a?os se han acomodado al sistema creado por Margaret Thatcher, la Dama de Hierro.
Y ¨¦se es el verdadero peligro de la recesi¨®n, la ausencia de una alternativa al modelo del libre mercado.
El modelo thatcheriano no ha resistido la prueba del tiempo
La econom¨ªa que hasta el pasado septiembre ha sido el marco de nuestra vida cotidiana se sustentaba sobre ese modelo, profesado y proclamado durante un decenio por el Gobierno de la Dama de Hierro.
Aunque los pilares ideol¨®gicos de la revoluci¨®n thatcheriana comenzaron a alzarse bastante antes de su elecci¨®n como primer ministro el 3 de mayo de 1979. Porque estamos hablando de revoluci¨®n, ya que Margaret Thatcher sol¨ªa repetir que la econom¨ªa es solamente un instrumento para cambiar el modo de ver el mundo.
En un Reino Unido quebrantado por las pol¨ªticas asistenciales del Partido Laborista, la doctrina neoliberal alienta la iniciativa privada. Como setas tras una noche de lluvia, surgen las peque?as empresas. Un resurgir facilitado por la demolici¨®n de las cuotas fiscales, la m¨¢s elevada de las cuales queda reducida al 40%, y por la privatizaci¨®n de los bienes estatales.
Durante varios a?os, Reino Unido vende sus joyas: escuelas, parques, hospitales, y hasta los transportes y la telefon¨ªa acaban en manos privadas. Las cajas del Estado se hinchan y la pol¨ªtica monetaria se convierte en un ejercicio contable, tal y como hab¨ªa sugerido el gur¨² del neoliberalismo, Milton Friedman, el economista m¨¢s admirado por la Dama de Hierro.
Hab¨ªa terminado la era en la que se imprim¨ªa papel moneda para que tirase del vag¨®n del Estado, y con ella las oleadas de inflaci¨®n galopante.
Pero si alguien se beneficia mayormente de las nuevas pol¨ªticas ¨¦se es el sector financiero. Con su Bing Bang, Margaret Thatcher abre las puertas de la City de Londres a los banqueros europeos y americanos. Un conjunto de desgravaciones fiscales, de incentivos monetarios y de relajaci¨®n de controles transforma a la capital brit¨¢nica en el centro de negocios m¨¢s din¨¢mico y codiciado del mundo. Es el inicio de la desregulaci¨®n.
El caballo de batalla del nuevo sistema econ¨®mico pasa a ser la privatizaci¨®n, un virus entero y verdadero. Desde Londres, los bancos internacionales gu¨ªan su contagio embols¨¢ndose cifras de v¨¦rtigo mediante sus asesor¨ªas.
El modelo thatcheriano se presenta como el esquema econ¨®mico de la globalizaci¨®n, un modelo que, sin embargo, funciona s¨®lo en algunos pa¨ªses y que no resiste la prueba del tiempo. En Rusia crea la casta de los oligarcas; en Estados Unidos da vida a los abusos financieros que han arrastrado a la econom¨ªa mundial a la recesi¨®n, y hasta en Reino Unido la herencia de la Thatcher consiste en el caos econ¨®mico.
?Cu¨¢l es la soluci¨®n? No puede serlo el lavado de cara que todos los Gobiernos parecen preferir: elevaci¨®n de las cuotas fiscales, creaci¨®n a partir de la nada de m¨¢s papel moneda, nacionalizaciones y potenciaci¨®n del sistema social.
La alternativa no puede ser el retorno al viejo socialismo, sino una nueva teor¨ªa econ¨®mica. Una que funcione durante los pr¨®ximos 30 a?os, hasta la pr¨®xima crisis. La econom¨ªa no es una ciencia exacta y la teor¨ªa perfecta no existe.
.Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola.
Loretta Napoleoni es economista italiana
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