Arte para borrar la publicidad
Un grupo de activistas neoyorquinos utiliza los anuncios como soporte
Quiz¨¢s sea el efecto de la crisis, que obliga a la gente a tomar conciencia. O puede que sea el reflejo de ese cambio de actitud del que hablan desde economistas como Jeffrey Sachs a soci¨®logos como Ulrich Beck. La cuesti¨®n es que, al menos durante un d¨ªa, el arte tom¨® partido por reclamar espacios para los ciudadanos y arranc¨¢rselos a la publicidad.
Ocurri¨® el pasado 25 de abril en Nueva York. Unas 80 personas se lanzaron a las calles a plena luz del d¨ªa, se disfrazaron de empleados municipales, pintaron de blanco 120 soportes para carteles publicitarios, colocaron sobre ellos cartas falsas que afirmaban que esos soportes eran ilegales y despu¨¦s crearon sus obras. La mayor¨ªa las prepararon con antelaci¨®n para poder colocarlas en pocos minutos -sobre ellos pend¨ªa el arresto policial si se les cazaba-. Otros en cambio, como Catherine Wakim y Amy Novak, canadienses ajenas a la dureza de la polic¨ªa neoyorquina, se tomaron m¨¢s de dos horas para crear su pieza. Salieron ilesas: "La mayor¨ªa de la gente se nos acercaba para decirnos que les gustaba lo que hac¨ªamos o incluso para hacernos sugerencias", relataban horas despu¨¦s.
"En las revistas pasas de p¨¢gina; en la ciudad, no", dicen los artistas
S¨®lo cuatro personas fueron arrestadas, un ¨¦xito que no fue fruto de la casualidad. La acci¨®n se organiz¨® al mil¨ªmetro durante cuatro meses. Jordan Seiler, un fot¨®grafo y activista que a trav¨¦s de su web Public Ad Campaign aboga por la desaparici¨®n de la publicidad del paisaje urbano, fue el cerebro de una campa?a que tambi¨¦n cont¨® con la colaboraci¨®n de Posterboy, el nuevo enfant terrible del arte callejero.
"En las revistas pasas de p¨¢gina, en la televisi¨®n cambias de canal, en la ciudad no hay escapatoria y eso no es justo", explica Seiler, que no llega a la treintena. A trav¨¦s de lo que bautiz¨® como New York Street Advertising Takeover (NYSAT) demostr¨® que m¨¢s all¨¢ de la pura necesidad de expresi¨®n art¨ªstica, los creadores est¨¢n dispuestos a arriesgar el pellejo para participar en un evento que invita a que los ciudadanos sue?en su propia ciudad de otra manera. "Yo creo que m¨¢s que de arte, este proyecto habla de demostrar la voluntad de participaci¨®n p¨²blica en la construcci¨®n visual de los espacios que todos compartimos".
De hecho, entre los participantes no hubo s¨®lo artistas: un bi¨®logo, una empleada de una tienda de ropa y un programador fueron algunos de los ciudadanos que decidieron salir a la calle a reclamar "un espacio que est¨¢ saturado de publicidad y en el que faltan otro tipo de mensajes, de ideas o de puras alternativas est¨¦ticas".
Entre los participantes hubo reconocidos dise?adores como Tristan Eaton, propietario de Thunderdog Studios y tan entregado al dise?o publicitario que le da de comer como a las acciones de guerrilla antipublicitarias "que alimentan el esp¨ªritu", o gente como Ji Lee, director creativo de Google Creative Lab. Ninguno de los dos tendr¨ªa ninguna necesidad de salir a pintar a la calle si no fuera por una pura cuesti¨®n de principio: luchar contra los excesos de la contaminaci¨®n visual publicitaria.
Los anuncios atacados no fueron escogidos aleatoriamente: Seiler lleva meses haciendo campa?a contra una empresa, NPA Outdoor, que tiene cientos de espacios publicitarios en edificios de toda la ciudad y que supuestamente no paga al Ayuntamiento por colgar anuncios. Seg¨²n Seiler, se limitan a pagar a los due?os de los edificios, por lo que ni siquiera existe esa compensaci¨®n econ¨®mica para el ciudadano que podr¨ªa justificar la publicidad en las calles. Ni NPA Outdoor ni el propio Ayuntamiento quisieron confirmar o desmentir a este peri¨®dico las acusaciones de Seiler, quien adem¨¢s asegura que a esa empresa le compensa m¨¢s seguir pagando las multas municipales que abonar el porcentaje que le corresponder¨ªa por colocar la publicidad de forma legal.
El esfuerzo de ciudadanos y artistas apenas dur¨® 24 horas. Al d¨ªa siguiente, los anuncios de iPod hab¨ªan borrado todo rastro de acci¨®n subversiva. DickChicken, uno de los participantes, se consolaba as¨ª: "No importa la naturaleza transitoria del proyecto porque no se trata del producto en s¨ª, sino de la experiencia del momento. Todo lo que ha llegado al mundo del arte estos a?os -fama, dinero...- no es real. El arte es como la vida: es el aqu¨ª y el ahora".
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