Cogida menos grave de Miguel Abell¨¢n

La voltereta no fue espectacular, pero s¨ª certera por parte del toro. Estaba Abell¨¢n intentando el toreo con la mano derecha cuando el animal lo caz¨®, lo volte¨® y acert¨® a herirlo en la corva de la pierna izquierda. No pareci¨® una cogida grave; de hecho, sangr¨® poco e, incluso, el torero no permiti¨® que le pusieran un torniquete. Mat¨® al toro de fea manera, pas¨® a la enfermer¨ªa de donde ya no pudo salir. El parte m¨¦dico dice que recibi¨® una herida de 15 cent¨ªmetros en el muslo izquierdo que contusiona el paquete v¨¢sculo nervioso y alcanza el f¨¦mur. Pron¨®stico menos grave.

El toro era muy bronco y violento y le avis¨® en distintas ocasiones. Pero Abell¨¢n, que se supone que lo sab¨ªa, acept¨® el dif¨ªcil reto y trat¨® valientemente de justificarse ante la concurrencia. Con esa actitud lo recibi¨®, muleta en mano, de rodillas en el centro del anillo para darle dos derechazos y una trincherilla garbosa, ya de pie. Pero ah¨ª acab¨® todo el toreo, porque el animal dej¨® claro su enorme aspereza, su mal estilo y peor clase. Lo busc¨® con sa?a, con la cara alta, unas veces, y tobillero otras, hasta que hizo presa con la suerte para el torero de que pudo zafarse pronto de las finas astas de su oponente.

La tarde qued¨®, pues, en un mano a mano, entre el joven David Mora, que confirm¨® la alternativa, y el salmantino El Capea, que ven¨ªa sin gran predicamento. Pero hubo de todo, ¨¦sa es la verdad. Lo primero, un toro de nobleza excepcional, uno de ¨¦sos que llaman artista, que le toc¨® en suerte -o en desgracia, nunca se sabe, a El Capea- y al que le cort¨® una oreja con protestas. Y estuvo tambi¨¦n un chaval valiente y decidido, que sali¨® andando de la plaza de purito milagro.

Pero vayamos a lo bueno, es decir, a ese toro cuarto, de nombre Escorado, que pertenec¨ªa al lote de Miguel Abell¨¢n. Bien presentado, pero sin aparatosidad de trap¨ªo, se dej¨® en el tercio de varas, acudi¨® con alegr¨ªa en banderillas, tercio en el que se luci¨® El Jaro, y lleg¨® a la muleta con el ¨¢nimo dispuesto para sacar a su matador por la mism¨ªsima puerta grande de Madrid. Fue una faena larga, pero el animal no se cans¨® de embestir como los mismos ¨¢ngeles, especialmente por el lado derecho. El Capea lo luci¨® en los primeros compases cit¨¢ndolo de largo y presto acud¨ªa el toro embebido en la muleta, con una templada embestida que daba gusto verla. El torero estuvo aseado, especialmente en un par de derechazos largos y poderosos, pero el que destac¨® de verdad fue el toro. No se justific¨® ante los otros dos que mat¨®, dificultosos. Se gan¨® una merecida ovaci¨®n David Mora en sus dos toros por pundonor.