La cara culta (y oculta) de Bernardo
En qu¨¦ se parecen el apocado personaje de Bernardo de la famosa teleserie Camera caf¨¦ (Tele 5); el actor fetiche de los extra?os gemelos Quay, directores estadounidenses de culto de pel¨ªculas existencialistas y surrealistas como The piano tuner of earthquakes, y el buitre de la pel¨ªcula espa?ola de dibujos animados El lince perdido, estrenada la pasada Navidad? Parece dif¨ªcil encontrar el punto de coincidencia, pero tiene nombre: C¨¦sar Sarachu, un hombre que practica yoga y es casi vegetariano de carne s¨®lo come jam¨®n de Jabugo, un actor totalmente at¨ªpico, con un f¨ªsico que parece salido de las manos de Giacometti altura: 1,83; peso: 57 kilos y una sensibilidad y profesionalidad de las que no abundan en el actual mundo del espect¨¢culo, tan sobrado de fuegos de artificio.
Sus apariciones en Los g¨¹ebones se han convertido en objeto de culto en Internet, como la pieza Ya peco yo por ti
En el trabajo me gusta preguntarme continuamente si estamos realmente haciendo y dando todo lo que podemos
Quiz¨¢ buena parte de las razones de c¨®mo es y qu¨¦ ha hecho haya que buscarla en su fecha de nacimiento: 28 de diciembre de 1958. Nacer un d¨ªa de los Santos Inocentes debe de marcar S¨ª, era el objetivo perfecto. Ca¨ªa siempre. Nunca sab¨ªa si lo que me iban a dar eran de verdad regalos o se trataba de alguna broma. Jugaban continuamente con mi ilusi¨®n. A veces esperaba una caja de bombones, y lo que hab¨ªa eran cagarrutas.
Eso, desde peque?o, debe de dar una perspectiva distinta del mundo. Y desde luego que C¨¦sar Sarachu la tiene. Uno lo ve en su personaje antiguo, plasta y panoli de Camera caf¨¦, el gris Bernardo adherido a su madre y con debilidad por Mari Carmen (La Ca?i, Esperanza Pedre?o) y dif¨ªcilmente se puede imaginar la trayectoria del hombre que est¨¢ detr¨¢s. C¨¦sar Sarachu vive en Estocolmo desde 1991, y durante las temporadas de grabaci¨®n de la teleserie va y viene de la capital sueca a Madrid tres d¨ªas a la semana. Lleva as¨ª desde el verano de 2005. Van ya por la cuarta temporada, lo que supone nada menos que 1.200 episodios.
?y ha evolucionado algo Bernardo en esos 1.200 episodios? Poco, porque de lo que se trata es de mantener los personajes fieles a como los concibieron los guionistas, a la biblia de la serie, a lo que espera encontrarse el espectador. Sin embargo, yo, para mis adentros, tengo la fantas¨ªa de preguntarme si Bernardo no tendr¨¢ realmente una pulsi¨®n homosexual, y por eso le gusta tanto acercarse y tocar a Jes¨²s. De todas maneras, yo lo que he intentado es que mi Bernardo sea m¨¢s f¨ªsico, m¨¢s clown, que ese personaje en las versiones francesa e italiana. Me inspiro mucho en el cine mudo, en gente como Buster Keaton.
Y uno se imagina a¨²n menos los proyectos de Sarachu m¨¢s all¨¢ de Camera caf¨¦. Desde enero y hasta la semana pasada se ha embarcado en una gira con la compa?¨ªa teatral de Peter Brook representando Fragments, obra compuesta por cinco piezas cortas de Samuel Beckett; comenzaron en Par¨ªs y luego han viajado por Italia, Francia, Hungr¨ªa, Portugal Peter Brook le ha propuesto participar en otro montaje suyo con representaciones en Europa el pr¨®ximo oto?o-invierno, m¨¢s una larga gira hasta el verano de 2010 que le llevar¨ªa por Asia, Australia y Nueva Zelanda. C¨¦sar ha dicho que s¨ª a las representaciones en Par¨ªs y Londres, m¨¢s Polonia, pero ha rechazado la gira. Es mucho tiempo viajando, mucho tiempo fuera de casa. Y yo padezco agorafobia; necesito la referencia permanente de mi casa y mi familia. No s¨¦, igual es una tonter¨ªa lo que voy a decir, pero yo necesito a mi mujer cerca, necesito abrazarla; en esto soy muy infantil.
la expresi¨®n seria de sarachu tiene mucho de existencialista, perfecta para los dramas, pero a menudo pone un gesto en su cara que le convierte en un ni?o entre travieso y desvalido; basta verle en los sketches de Los g¨¹ebones que ha hecho para Plus.es, minipiezas de humor como Ya peco yo por ti que se han convertido en otro objeto de culto protagonizado por Sarachu, esta vez a trav¨¦s de Internet. Fue ah¨ª, y en una tira anterior llamada Canalone, tambi¨¦n para Canal +, donde conoci¨® en el a?o 2000 al director Luis Guridi, que luego le reclut¨® para Camera caf¨¦. Guridi, miembro de La Cuadrilla, responsable de pel¨ªculas como Justino, un asesino de la tercera edad y de famos¨ªsimos anuncios como la campa?a para la ONCE La canci¨®n del verano, es buen amigo de Sarachu: Siempre he sido muy pesado con los castings; creo que suponen el 80% del ¨¦xito de un trabajo, y cuando buscaba actores para Canalone quer¨ªa algo especial. Un amigo vasco me habl¨® de Sarachu, que viv¨ªa en Suecia; lo llam¨¦ y me envi¨® una cinta casera que ¨¦l mismo se hizo. Y lo tuve claro; era lo que estaba buscando. Trabajamos juntos varios a?os en Canalone y Los g¨¹ebones. Nos re¨ªamos mucho. Y nos hicimos muy amigos. En lo profesional, creo que es un actor complet¨ªsimo, muy met¨®dico y perfeccionista. Se prepara mucho y respeta enormemente su profesi¨®n. Y lo que para m¨ª es fundamental: tiene cogidos exactamente los gestos, los tics, de lo miserables que todos podemos llegar a ser en alg¨²n momento. Y los dosifica muy bien. Tiene totalmente pillado el punto de la comedia; ese punto complicado para no quedarse corto ni resultar excesivo. En lo personal, es alguien muy, muy familiar y acogedor.
C¨¦sar Sarachu naci¨® en Barakaldo (Vizcaya); en los a?os ochenta hizo teatro en el Pa¨ªs Vasco junto a gente como Ram¨®n Barea y ?lex Angulo, pero notaba que le faltaba t¨¦cnica, que necesitaba estudiar. Viaj¨® a Madrid con la intenci¨®n de ingresar en la Real Escuela Superior de Arte Dram¨¢tico (RESAD), pero no pas¨® la prueba de entrada hice un examen fatal recitando un poema de Vicente Aleixandre; estaba tan nervioso, se me qued¨® la boca tan seca, que no era ni capaz de articular las palabras. En 1986 se traslad¨® a Par¨ªs y entr¨® en la escuela de Jacques Lecoq; fui feliz estudiando esos dos a?os. All¨ª conoci¨® a una chica sueca, ?sa, tambi¨¦n actriz, que despu¨¦s se convirti¨® en su mujer y con la que ha tenido dos hijas, que han cumplido 18 y 14 a?os. Tras Par¨ªs vinieron a Espa?a, a Bilbao; pero ?sa no hallaba su sitio, y finalmente, en 1991, se marcharon a vivir a Estocolmo. Nos lanzamos al vac¨ªo, porque yo aqu¨ª ten¨ªa trabajo, hac¨ªa teatro en el Pa¨ªs Vasco, y en Estocolmo no ten¨ªa ni la lengua; entonces no hablaba ni sueco ni siquiera ingl¨¦s. Ni contactos Pero, aun siendo una locura, nunca me arrepent¨ª. Tras mucho viaje y esfuerzo, nos hicimos un lugar. Aprend¨ª sueco e ingl¨¦s y entr¨¦ a trabajar de manera estable en la compa?¨ªa Unga Klara Stadsteater, un teatro p¨²blico de la ciudad de Estocolmo. Cuando comenz¨® Camera caf¨¦, llevaba cinco a?os en la compa?¨ªa. Luego lo he tenido que dejar. Pero fueron cinco a?os muy interesantes. Es una compa?¨ªa especializada en hacer teatro para j¨®venes y ni?os, y con obras de alto contenido social; hemos tocado temas de refugiados, del suicidio de los j¨®venes, de la identidad sexual. Mientras, su mujer, una s¨®lida feminista, se ha especializado en estudios de g¨¦nero y ¨²ltimamente ha estado volcada en un proyecto para recuperar a mujeres dramaturgas suecas de finales del siglo XIX y comienzos del XX.
En el cine, la trayectoria de Sarachu es a¨²n m¨¢s particular. Por el cine espa?ol ha pasado de puntillas. En 1995 trabaj¨® en S¨¢lvate si puedes, pel¨ªcula de Joaqu¨ªn Trincado. Un islote hasta la pasada Navidad, en que puso voz al buitre de la pel¨ªcula de dibujos animados El lince perdido. En medio, las dos extra?as pel¨ªculas de los hermanos Quay (Institute Benjamenta, de 1995, y The piano tuner of earthquakes, de 2005) y el papel protagonista de la opera prima de la directora francesa Aurelia Georges, Lhomme qui marche (2007).
Pero a la hora de destacar su cima profesional, ¨¦l se detiene en The street of crocodiles, de la compa?¨ªa inglesa Complicite, dirigida por Simon McBurney, a partir de las obras cortas de Bruno Schulz; estuvo represent¨¢ndola durante a?os en la d¨¦cada de los noventa. Para m¨ª, colaborar con esa compa?¨ªa fue el para¨ªso; el trabajo era tan serio y concienzudo Por ejemplo, el director acud¨ªa cada d¨ªa a la funci¨®n, no como sucede tan a menudo, que, una vez estrenada la obra, el director desaparece. Estuvimos con ella de 1992 a 1994. Y la retomamos en 1998 para Nueva York y Tokio. Pues bien, era el ¨²ltimo d¨ªa, la ¨²ltima funci¨®n, y todav¨ªa estuvimos ensayando antes de la representaci¨®n. Es lo que m¨¢s me gusta del teatro. No es nada repetitivo, como la gente pueda pensar. Si la obra es buena y los personajes tienen fondo, va creciendo d¨ªa a d¨ªa. Cada funci¨®n es distinta, ¨²nica. Si no, no tendr¨ªa sentido. En el trabajo me gusta preguntarme continuamente si estamos realmente haciendo y dando todo lo que podemos. Yo no soy nada de relaciones p¨²blicas No soporto el humo, ni salgo por las noches.
no es de extra?ar que, con esta formaci¨®n (Peter Brook, teatro sueco con intenso fondo social, teatro Complicite, una mujer que recupera a dramaturgas suecas de finales del siglo XIX), sienta que el personaje de Bernardo ya no le da m¨¢s de s¨ª. Y de ah¨ª que tambi¨¦n haya rechazado papeles que reproducen ese mismo esquema de personajes. De hecho, en dos ocasiones no fructific¨® un acuerdo para dar vida a Mortadelo. Me interesan otro tipo de personajes; que tengan m¨¢s fondo, que no sean tan arquet¨ªpicos, tan de c¨®mic. Eso s¨ª, quiero poco a poco desarrollarme m¨¢s como actor en espa?ol; quieras o no, cuando tu trabajo no es en tu lengua materna, no acabas de sentir del todo lo que dices, no acabas de sentirlo en toda su profundidad. Y Estocolmo me encanta, pero a menudo necesito m¨¢s luz; en invierno echo de menos la luz de sitios como Madrid.
Sentados ante una infusi¨®n en el caf¨¦ del CaixaForum de Madrid, C¨¦sar Sarachu se ha ido quitando m¨¢scaras a medida que pasaba el tiempo, y al final se muestra cercano; su mirada adquiere calidez, tambi¨¦n su voz, y su aspecto adopta ese algo de ni?o travieso es que soy como un ni?o; hay muchos aspectos en los que me digo: C¨¦sar, tendr¨ªas que ser m¨¢s maduro. Pero cuando nos levantamos y salimos, cuando se pone su jersey gris de lana, con esa delgadez de Giacometti, vuelve a parecer un ser existencialista, fr¨ªo y distante, algo inquietante, nada f¨¢cil. He nacido para ser poquita cosa y a veces pienso que me morir¨¦ por desaparici¨®n. Cuando llegue el momento ir¨¦ pesando menos, menos Cuarenta kilos, 20, 4 kilos, 650 gramos, 24 gramos Y desaparecer¨¦.
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