Pasi¨®n por Europa
Las elecciones europeas se acercan a pasos agigantados, pero no parecen apasionar a nadie. Es una de las numerosas paradojas de esta Europa en la que vivimos. La opini¨®n p¨²blica se equivoca doblemente al no interesarse m¨¢s en ellas.
En primer lugar, porque el Parlamento Europeo, ¨²nica instituci¨®n continental que se elige por sufragio universal directo, decide en numerosos terrenos, la mayor parte mucho m¨¢s cercanos a las preocupaciones concretas de la gente de lo que ning¨²n Gobierno quiere admitir. Aunque los debates tengan poco que ver con los que animan los parlamentos nacionales, el trabajo en las comisiones y, luego, las votaciones en las sesiones plenarias tocan campos que influyen directamente en nuestra vida cotidiana. ?No me creen? Dos ejemplos: al Parlamento Europeo le debemos la directiva Reach -que permite el control de las sustancias qu¨ªmicas presentes en pr¨¢cticamente todo lo que consumimos-, as¨ª como la reglamentaci¨®n que protege la aplicaci¨®n del derecho social del pa¨ªs de acogida en las actividades de servicios en un contexto de "liberaci¨®n de las prestaciones de servicios". Y, para aquellos que se quejan de que la Uni¨®n no es suficientemente "social" -en tiempos de crisis, pocas veces se es lo bastante-, es al Parlamento Europeo a quien le debemos tambi¨¦n la congelaci¨®n del proyecto de revisi¨®n de la directiva sobre tiempo de trabajo, que perjudicaba a los asalariados. As¨ª pues, su trabajo nos ata?e y sus diputados nos defienden.
La opini¨®n p¨²blica se equivoca. Las elecciones europeas merecer¨ªan algo mejor que la indiferencia
En segundo lugar, estas elecciones merecen algo mejor que la indiferencia que las rodea, pues por fin vamos a salir del sistema actual para aplicar el Tratado de Lisboa. Precisamente, ¨¦ste confiere m¨¢s poderes al Parlamento Europeo, en un intento de equilibrio que deber¨ªa conducir a una especie de co-legislaci¨®n con el Consejo de Ministros. ?Casi nada! No enseguida, por supuesto, a¨²n habr¨¢ que tener algo de paciencia. Pero acabamos de dar un paso importante con la aprobaci¨®n por una amplia mayor¨ªa de diputados checos del Tratado de Lisboa, que est¨¢ m¨¢s cerca de su ratificaci¨®n gracias, precisamente, a uno de los ¨²ltimos pa¨ªses recalcitrantes. Por supuesto, el soberanista Vaclav Klaus, presidente checo hostil a Europa, a¨²n puede retrasar la ratificaci¨®n, lo mismo que el presidente polaco Kaczinski, contrario tambi¨¦n a la voluntad de sus diputados, pero ni uno ni otro podr¨¢n ya hacer esperar demasiado a la Uni¨®n. Seguramente, se aferrar¨¢n a la esperanza de que los irlandeses, cuyo refer¨¦ndum est¨¢ previsto para junio, se reafirmen en el no. Pero es bien sabido que Irlanda, uno de los pa¨ªses del continente qu¨¦ m¨¢s est¨¢ sufriendo la crisis, tiene, a su vez, las esperanzas puestas en la pertenencia a la Uni¨®n, verdadera tabla de salvamento para un pa¨ªs que sali¨® de su pobreza multisecular gracias a Europa y que sabe que arrimarse a ella es un salvoconducto en mitad de la crisis. Hay pues muchas probabilidades de que los irlandeses rectifiquen su primera decisi¨®n. Una vez superada esta ¨²ltima etapa, s¨®lo faltar¨ªan las firmas de los presidentes checo y polaco. Cuesta imaginar que ninguno de ellos siga jugando durante mucho tiempo con el destino de sus conciudadanos y con el de 400 millones de europeos.
Desde este punto de vista, el encuentro de Berl¨ªn en torno a Angela Merkel, en el que particip¨® Nicolas Sarkozy, permiti¨® a los dos l¨ªderes reafirmar la necesidad de la ratificaci¨®n del Tratado de Lisboa y proclamar su impaciencia ante un sistema cuyas limitaciones son cada vez m¨¢s evidentes. Se confirma, pues, la fuerte voluntad francoalemana de restaurar el liderazgo de ambos pa¨ªses, descrito por Nicolas Sarkozy como un "tesoro". Los dos l¨ªderes se muestran igualmente preocupados por fijar las fronteras de la Uni¨®n y, en consecuencia, por detener el proceso de ampliaci¨®n permanente de Europa, lo que les ha conducido a rechazar con una sola voz la adhesi¨®n pura y simple de Turqu¨ªa en beneficio de la v¨ªa de la "cooperaci¨®n privilegiada". En 2010 deber¨ªa llegar, entre otras, la reforma que obligar¨¢ a los Gobiernos a contar m¨¢s con los diputados del Parlamento Europeo.
Aparte del fin de las a menudo desastrosas presidencias de turno -valga como muestra la m¨¢s reciente: la del d¨¦bil Topolanek- y de la instauraci¨®n de un presidente capaz de tomar iniciativas durante sus dos a?os y medio de mandato, entre esas reformas figura el abandono de la regla de la unanimidad en una cuarentena de campos. Por supuesto, esta ampliaci¨®n de las competencias mayoritarias no incluye ni la diplomacia ni la fiscalidad, pero ser¨¢ un verdadero avance en un mundo en crisis, cuyos grandes equilibrios est¨¢n en plena transformaci¨®n y en el que s¨®lo contaremos si somos capaces de impulsar la construcci¨®n europea, de darle un mayor contenido econ¨®mico y pol¨ªtico. S¨ª, decididamente, las elecciones europeas merecer¨ªan que nos interes¨¢semos un poco m¨¢s en ellas.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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