El necesario debate sobre las pensiones
El sistema espa?ol de reparto no es sostenible con hip¨®tesis econ¨®micas y demogr¨¢ficas razonables. Hay que reformarlo. El debate debe ser sosegado y despolitizado. Lo ideal ser¨ªa crear una comisi¨®n independiente
La pol¨ªtica del avestruz acostumbra a llevar a resultados desastrosos. De aquellos que la practican dijo Gorgeous George Carman, el c¨¦lebre abogado londinense, que "entierran su cabeza en la arena dejando expuestas sus partes pensantes". Espa?a no debe adoptar esta actitud irresponsable con su sistema de pensiones: es necesario reformarlo y, para hacerlo bien, primero hay que debatir para llegar a un consenso. Hay que debatir porque en tema de pensiones hay en Espa?a opiniones muy diversas, intereses muy encontrados y recetas muy divergentes. Hay que llegar a un consenso porque las reformas necesarias deben ser comprendidas y apoyadas por el conjunto de la sociedad.
En este art¨ªculo me propongo contestar a las cuatro preguntas siguientes: ?Por qu¨¦ hay que debatir sobre las pensiones? ?Qu¨¦ debe debatirse? ?C¨®mo debe organizarse el debate? ?Cu¨¢ndo debe comenzar?
El sistema complementario de capitalizaci¨®n tambi¨¦n precisa serios cambios
Suecia y Reino Unido han mostrado cu¨¢l puede ser el camino para abordar este asunto sensatamente
Comencemos por la primera de ellas. ?Est¨¢n equivocados la inmensa mayor¨ªa de los estudiosos cuando pronostican que, si no se reforma a tiempo, el sistema de pensiones p¨²blico espa?ol tendr¨¢ problemas de financiaci¨®n en menos de dos d¨¦cadas? ?Yerran todos los organismos econ¨®micos internacionales -OCDE, FMI, Comisi¨®n Europea- que urgen al Estado espa?ol a reformar las pensiones? ?Aciertan, en cambio, los que aseguran que nuestro sistema es s¨®lido y sostenible, y que ponerlo en duda crea una alarma innecesaria entre la poblaci¨®n? Ser¨ªa muy ¨²til que el CIS hiciese una encuesta para conocer de manera actualizada lo que piensa la poblaci¨®n sobre el futuro de las pensiones pero, con alarma o sin alarma, guste o no guste, el debate est¨¢ ya servido y no se puede detener. Debatir sobre si hay que debatir, como parecen intentar algunos, resulta en discusiones est¨¦riles y en confusi¨®n. Hay que delimitar los temas, establecer una metodolog¨ªa y un calendario. S¨®lo as¨ª podr¨¢n tomarse las medidas oportunas, si acabaran demostr¨¢ndose necesarias.
?Cu¨¢les son las cuestiones que deben debatirse? En primer lugar, la evoluci¨®n previsible del sistema de pensiones p¨²blicas bajo hip¨®tesis demogr¨¢ficas y econ¨®micas razonables. A este respecto hay much¨ªsimos estudios de economistas, dem¨®grafos, acad¨¦micos e instituciones diversas que muestran que el sistema, sin reformas, no es sostenible a largo plazo. El denominador com¨²n de estos estudios es el siguiente. Para que un sistema de reparto como el espa?ol, en el que las cotizaciones de los trabajadores activos financian las pensiones de los jubilados, sea viable desde una ¨®ptica financiero-actuarial es preciso que los compromisos de pago de pensiones que adquiere el Estado crezcan a una tasa menor o igual que la masa salarial. En caso contrario, inevitablemente, se acaba generando un d¨¦ficit insostenible. Pues bien, con la actual normativa legal, los compromisos crecen a una tasa que resulta ser m¨¢s del doble que la del crecimiento salarial, incluso en los escenarios m¨¢s optimistas. Esto hace que el sistema sea actuarialmente insolvente. Por otra parte, no conozco ning¨²n estudio que avale las tesis de que el sistema espa?ol de reparto, tal y como est¨¢, sea sostenible.
En segundo lugar debe discutirse la situaci¨®n del sistema complementario de pensiones privadas. Tras m¨¢s de 20 a?os de funcionamiento, el sistema languidece sin haber conseguido progresos relevantes en la consecuci¨®n de sus objetivos. Se ha generado muy poco ahorro-previsi¨®n: el patrimonio de los planes y fondos de pensiones en Espa?a no supera 8% del PIB, cifra que compara mal con el 130% de Holanda, el 77% del Reino Unido o el 14% de Portugal. Por otra parte, la industria financiera no ha sido capaz de generar un mercado de pensiones vitalicias privadas a precios razonables, objetivo ¨¦ste primordial del sistema complementario. A mi juicio, el sistema complementario espa?ol debe replantearse sin descartar, a priori, ninguna alternativa. Hoy en d¨ªa es un sistema voluntario, pero inspir¨¢ndose en los dos pa¨ªses europeos que han reformado recientemente sus pensiones -Suecia y Reino Unido- podr¨ªa hacerse total o parcialmente obligatorio. Hoy en d¨ªa es un sistema de gesti¨®n privada, pero esto no tiene por qu¨¦ ser necesariamente as¨ª: el sistema complementario sueco, por ejemplo, es de gesti¨®n p¨²blica.
Y, en tercer lugar, deber¨ªa discutirse la arquitectura b¨¢sica de nuestro sistema de pensiones, es decir, la interacci¨®n entre el reparto y la capitalizaci¨®n, a la luz de la experiencia de reforma internacional de la que, insisto, Suecia y el Reino Unido son ejemplos muy relevantes.
Un sistema de pensiones tiene que atender a dos objetivos diferentes. En primer lugar, como dijo Beveridge, tiene que "garantizar unos m¨ªnimos vitales por debajo de los cuales no debe permitirse que nadie caiga". En segundo lugar, tiene que minimizar la p¨¦rdida de poder adquisitivo de los trabajadores cuando se jubilan. En Espa?a se han hecho progresos en el primer objetivo, pero se ha retrocedido en el segundo. Por una parte, las contribuciones del Estado para complementos de m¨ªnimos, financiadas con impuestos generales, han permitido fortalecer la dimensi¨®n asistencial del sistema de pensiones sin merma del principio de contributividad (a m¨¢s cotizaci¨®n mayor pensi¨®n). Pero, por otra parte, el Estado est¨¢ reduciendo las pensiones futuras mediante la no actualizaci¨®n plena de las bases m¨¢ximas de cotizaci¨®n con el IPC. Esto hace derivar al sistema p¨²blico hacia un sistema de m¨ªnimos y, dado el car¨¢cter subrepticio de la medida y el mal funcionamiento del sistema complementario, puede acabar creando un grave problema a muchos futuros pensionistas. Es, pues, necesario discutir c¨®mo debe modificarse la arquitectura del sistema para que pueda atender mejor, simult¨¢neamente, a los dos objetivos arriba mencionados.
Paso ahora a responder a mi tercera pregunta: ?c¨®mo debe organizarse el debate? Vaya por delante que hay que evitar a toda costa seguir el m¨¦todo tradicional, inmortalizado por Goya en su c¨¦lebre Duelo a garrotazos. La experiencia de los pa¨ªses que han tenido ¨¦xito reformando sus pensiones deber¨ªa servir de gu¨ªa. Como se apunta en el informe Instrumentos Financieros para la Jubilaci¨®n de la Fundaci¨®n de Estudios Financieros "tanto en Suecia como en el Reino Unido el proceso de reforma comenz¨® con el nombramiento de una comisi¨®n independiente, compuesta por personas de elevada autoridad moral, con el mandato de elevar un informe al Gobierno o al Parlamento con propuestas de reforma. Tras periodos de consulta a expertos y agentes sociales, que consiguieron generar amplios debates en las respectivas sociedades, las recomendaciones de las comisiones fueron tomadas como base de las reformas". Aunque en Espa?a hay poca tradici¨®n de este tipo de debates, hay algunas experiencias muy positivas como el Grupo Especial de Trabajo que armoniz¨® las recomendaciones de los grupos Olivencia y Aldama sobre gobernanza de sociedades cotizadas.
?Y el Pacto de Toledo? Dicho Pacto, constituido en la actualidad como una Comisi¨®n Parlamentaria no Permanente, no es el instrumento adecuado para generar y liderar con independencia el gran debate que, en mi opini¨®n se necesita. Adem¨¢s, su mandato est¨¢ circunscrito a las pensiones p¨²blicas. Sin embargo, el Pacto podr¨ªa muy bien ser el marco en el que se decidiese la constituci¨®n de la comisi¨®n independiente a la que me estoy refiriendo.
Por ¨²ltimo, ?cu¨¢ndo deber¨ªa comenzar el debate? Pues hoy mismo, dado que no comenz¨® ayer. Los sistemas de pensiones tienen much¨ªsima inercia: dentro de dos d¨¦cadas es el inmediato futuro. Una reforma modesta adoptada hoy puede tener efectos muy sustanciales dentro de 20 a?os, pero para que tenga esos mismos efectos en 10 a?os, la medida tendr¨¢ que ser mucho m¨¢s agresiva. Cuanto m¨¢s se tarde en comenzar el debate y el proceso de reformas, m¨¢s radicales y traum¨¢ticas deber¨¢n ser ¨¦stas. A¨²n estamos a tiempo para adoptar de manera gradual y respetuosa de todos los derechos adquiridos un conjunto de reformas menores que, en su conjunto, garanticen la viabilidad de las pensiones p¨²blicas basadas en el sistema de reparto. Pero no hay tiempo que perder. Por lo que respecta al sistema complementario, las reformas tendr¨¢n que ser de mucho m¨¢s calado, pero, dado su tama?o, es un sistema con mucha menos inercia que el sistema p¨²blico. En cualquier caso es fundamental discutir y abordar las reformas de ambos sistemas simult¨¢neamente.
C¨¦sar Molinas ha dirigido el informe Instrumentos Financieros para la Jubilaci¨®n de la Fundaci¨®n de Estudios Financieros.
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