Si sabe sufrir, sufrir¨¢ menos
Como cualquier persona, a veces lloro. Y en m¨¢s de una ocasi¨®n, amigos de verdad, con la confianza que la amistad permite, me han soltado: "En casa del herrero, cuchillo de palo". Detr¨¢s de esa sentencia se esconde la premisa de que como soy psic¨®loga no deber¨ªa sufrir. Esta idea me resulta tan inocente que me conmueve.
En nuestros d¨ªas consideramos el sufrimiento como algo antinatural. Recuerdo una charla a la que asist¨ª en el que se abord¨® el tema del sufrimiento. La conferenciante pidi¨® al nutrido grupo de personas que se congregaban en la sala que levantaran la mano si alguna vez, cuando sufr¨ªan, alguien les hab¨ªa insinuado que no estaban bien psicol¨®gicamente o que deber¨ªan tomarse antidepresivos. Conclusi¨®n: fueron muchos los que la levantaron.
"Cuando somos capaces de mirar de frente el problema que nos preocupa, empezamos a actuar para solucionarlo"
"Creemos que son los dem¨¢s los que deben girar a nuestro alrededor preocu- p¨¢ndose por nuestro estado de ¨¢nimo"
Est¨¢ claro que vemos el sufrimiento como algo anormal, y no es de extra?ar, es lo que nos venden. De la imagen que nos proyectan los anuncios publicitarios no hace falta ni hablar, pero incluso algunos libros de autoayuda intentan convencernos de que si seguimos sus pasos eliminaremos completamente nuestro sufrimiento. O sea, que nos inculcan que si sufrimos es porque queremos. Y andar a cuestas con la idea de que somos culpables de nuestro sufrimiento s¨ª que nos lo agranda.
La imagen que proyectan los que nos rodean, con sus corazas, tambi¨¦n nos lleva a creer que los ¨²nicos que sufrimos somos nosotros. "Esto s¨®lo me pasa a m¨ª" es una de las frases m¨¢s repetidas que he o¨ªdo a muchos pacientes. Visto desde fuera, casi parece un chiste; llega una persona, te explica un problema y a?ade "esto s¨®lo me pasa a m¨ª". La siguiente expone otra situaci¨®n del mismo calibre y tambi¨¦n acaba con el mismo comentario. Y as¨ª sucesivamente. Por eso, las terapias de grupo a?aden un elemento terap¨¦utico que no poseen las individuales; en ellas, las personas se despojan de sus m¨¢scaras y se dan cuenta de que en el fondo nuestros sufrimientos son muy parecidos y el "s¨®lo-me-pasa-a-m¨ª" desaparece.
C¨®mo interpretamos nuestro sufrimiento "Si consideramos que el sufrimiento es algo antinatural, acabaremos queriendo buscar un culpable" (Dalai Lama)
La escritora y periodista Rosa Montero comentaba en estas p¨¢ginas de El Pa¨ªs Semanal: "No hay vida sin su cuota de sufrimiento". Todos sufrimos, est¨¢ claro; lo que nos diferencia es c¨®mo interpretamos este sufrimiento y c¨®mo lo gestionamos. El mismo sufrimiento se ensanchar¨¢ o reducir¨¢ seg¨²n lo que hagamos con ¨¦l; por eso, si aprendemos a sufrir, sufriremos menos.
En mi memoria quedaron guardadas las palabras de una mujer que asisti¨® a unas sesiones psicoeducativas de grupo que yo impart¨ªa. Ella era la m¨¢s joven del grupo, ten¨ªa unos 30 a?os. Sufr¨ªa una enfermedad por la que ya hab¨ªa conseguido la baja laboral definitiva, y su vida se encontraba muy limitada. Al acabar las sesiones dijo: "Antes cuando lloraba me sent¨ªa como una desgraciada, ahora cuando lloro s¨¦ que es normal". A veces cuando sufrimos pensamos que somos unos incompetentes porque no sabemos afrontar adecuadamente los reveses de la vida. Entonces, nuestro sufrimiento aumenta. Interpretar el sufrimiento como algo natural puede proporcionar mucha serenidad.
En ocasiones, el sufrimiento de algunas personas, visto desde fuera, es totalmente incomprensible. En un mundo en el que desgraciadamente las guerras y el hambre son un escenario cotidiano, algunos seres humanos se deprimen profundamente porque se les ha muerto el canario. El ejemplo parece c¨®mico, pero es real, las nimiedades que a veces nos desbordan son rid¨ªculas. Tambi¨¦n resulta impactante cuando alguien cuenta alg¨²n hecho grave, como por ejemplo la muerte de un ser querido, de una forma muy intensa con l¨¢grimas en los ojos, con el alma desgarrada, y cuando preguntas cu¨¢ndo sucedi¨®, te contesta que 15 o 20 a?os atr¨¢s. Aunque el sufrimiento lo debemos contemplar como algo normal, su desproporci¨®n o cronicidad nos debe alertar. Obviamente detr¨¢s de la causa declarada del mismo (la muerte del canario o la p¨¦rdida de una persona querida hace d¨¦cadas) se agolpan muchas inseguridades, miedos, ansiedades, dudas, que son lo que realmente provocan la pesadumbre. En estos casos es aconsejable acudir a un profesional para que nos ayude.
C¨®mo el sufrimiento afecta nuestras relaciones
"El coraz¨®n tiene sus dolores privados: ni siquiera todas las grandes causas de este mundo pueden impedir que llore por un amor perdido" (Arnold Wesker)
El sufrimiento puede acercarnos o alejarnos de los dem¨¢s. Cuando nos pasa algo, para nosotros terrible, y empezamos a sufrir, a veces caemos en el error de pensar que si nosotros no conoc¨ªamos lo que era sufrir hasta ahora, los dem¨¢s tampoco. Conclusi¨®n, somos los que m¨¢s sufrimos en este mundo. Un fallo de humildad incluso en nuestro sufrimiento.
Este sufrimiento egocentrista nos vuelve hiperreflexivos; s¨®lo pensamos en nuestro sufrimiento, en qu¨¦ lo ha causado, y esta hiperreflexividad se puede volver en nuestra contra. Seg¨²n Mario P¨¦rez-?lvarez, profesor de psicolog¨ªa de la Universidad de Oviedo, puede ser una de las causas de muchos trastornos mentales.
Como nosotros somos el centro del universo por lo que llegamos a sufrir, creemos que son los dem¨¢s los que deben girar alrededor nuestro preocup¨¢ndose por nuestro estado de ¨¢nimo. Pensamos que los que orbitan a nuestro alrededor no sufren como nosotros, as¨ª que no merecen nuestra atenci¨®n, que debe ir dirigida s¨®lo a nuestro padecimiento. Y si los de nuestro alrededor no se desviven por nuestra situaci¨®n como nosotros quisi¨¦ramos, no somos capaces de llegar a pensar que quiz¨¢ los otros tambi¨¦n est¨¢n sufriendo y no tienen espacio para pensar en la que nos parece la situaci¨®n m¨¢s fuerte del mundo: la nuestra.
Afortunadamente, a algunas personas el sufrimiento no los aleja del resto, sino que los une. El sufrimiento puede dar unas grandes y util¨ªsimas lecciones de humildad. El "esto-a-m¨ª-no-me-pasar¨¢-nunca" se destierra autom¨¢ticamente de nuestra boca. De repente, al sufrir entendemos mucho m¨¢s a las personas. Las actuaciones de los dem¨¢s las interpretamos desde su sufrimiento, ya no se ven tantas malas intenciones, sino que nos damos cuenta de que sus comportamientos pueden venir de sus miedos, sus inseguridades, su desesperaci¨®n? En estos casos, el sufrimiento nos vuelve humanos y m¨¢s l¨²cidos.
C¨®mo gestionamos
nuestro sufrimiento
"S¨®lo podemos curarnos del sufrimiento experiment¨¢ndolo completamente" (Marcel Proust)
Un tipo muy acotado de sufrimiento son las fobias. Podemos tener fobia a las ara?as, a las alturas, a los espacios cerrados? Evitar a las ara?as es algo relativamente f¨¢cil en nuestro mundo de asfalto y por tanto poco limitador. Evitar las alturas y los espacios cerrados ya es m¨¢s complicado, pero muchos f¨®bicos se arreglan la vida evitando ascensores, aviones, y pueden convivir as¨ª m¨¢s o menos bien con su fobia. De esta forma, ni siquiera se plantean un tratamiento, cuando existen terapias de conducta realmente eficaces para estos casos.
No todos los miedos que experimentamos son tan espec¨ªficos como las fobias, sino que son mucho m¨¢s difusos, muchas veces no los podemos ni verbalizar. Estamos constantemente temiendo algo. Ante una sensaci¨®n de sufrimiento tan inconcreto, parece que lo que da miedo es la vida misma. Y acabamos evitando vivir. Algunos se dan a la bebida; otros, al trabajo o entreg¨¢ndose a los dem¨¢s y olvid¨¢ndose de s¨ª mismos; algunos, instal¨¢ndose en rutinas.
Cuando se habla de aceptar el sufrimiento, lo relacionamos con "resignaci¨®n". Y no, no tiene nada que ver "aceptaci¨®n" con "resignaci¨®n". Solemos asociar la resignaci¨®n con no hacer nada porque no se puede cambiar. En cambio, cuando aceptamos el sufrimiento, cuando somos capaces de mirarlo a la cara, en lugar de evitar lo que nos preocupa porque no queremos que nos haga sufrir, nos arremangamos y empezamos a actuar para solucionarlo. Cuando queremos evitar el sufrimiento, evitamos tambi¨¦n la soluci¨®n del problema; cuando lo aceptamos, tenemos m¨¢s puntos para poder resolverlo.
Claro que hay situaciones que, de entrada, podr¨ªamos calificar de irresolubles, aunque incluso en situaciones tan extremas como las de los enfermos terminales, siempre hay algo que se puede hacer para mejorar su situaci¨®n (disminuir su dolor f¨ªsico, introducir peque?as ilusiones diarias?), pero estas acciones s¨®lo las podremos llevar a cabo si somos capaces de abordarlas y, paralelamente, sufrir. Si no somos capaces de sufrir, no podremos sobrellevar la situaci¨®n, nos desbordaremos y no mejoraremos nada.
Se trata, pues, de aceptar el sufrimiento y dejarle un espacio. No dejar que se desborde y afecte a todas las ¨¢reas de nuestra vida, hemos de ponerle unos l¨ªmites e intentar disfrutar del resto de cosas que nos ofrece la vida. Un conmovedor ejemplo es el de Morrie Schwartz, descrito en el libro Martes con mi viejo profesor, de Mitch Albom. Morrie era un catedr¨¢tico que sufri¨® una patolog¨ªa despiadada que le iba limitando poco a poco. En las ¨²ltimas fases de la enfermedad, Mitch le pregunt¨® si sent¨ªa l¨¢stima de s¨ª mismo, a lo que ¨¦ste respondi¨®: "A veces, por la ma?ana. Es entonces cuando me lamento. Me palpo el cuerpo. Muevo los dedos y las manos, en la medida en que todav¨ªa puedo moverlos, y deploro lo que he perdido. Pero a continuaci¨®n dejo de lamentarme? Me concentro en todas las cosas buenas que me quedan en la vida. En las personas que vienen a verme. En las an¨¦cdotas que voy a o¨ªr".
Unas palabras aleccionadoras que nos hablan de sufrimiento, pero de un sufrimiento encauzado. No olvidemos que lo que nos hunde m¨¢s no es el sufrimiento en s¨ª mismo, sino lo que nos perdemos por sufrir.
Todos sufrimos
1. "Casi toda la humanidad tiene tus mismas dificultades, ?no te lo hab¨ªa contado? Si no tienes lo que quieres, sufres; si tienes lo que no quieres, tambi¨¦n sufres; incluso si tienes exactamente lo que quieres, sigues sufriendo porque no lo puedes tener siempre". ?sta es una cita de D. Millman que resume bien la situaci¨®n.
2. Nos construimos una vida "segura" para evitar peligros y en realidad lo que evitamos es la vida.
3. Hay que actuar como en el caso de las fobias y afrontarlas. Lo que debemos hacer es no caer en la tentaci¨®n de evitar, sino exponernos a lo que nos amenaza.
4. Tenemos miedo a sufrir y la clave para no hacerlo se encuentra en la aceptaci¨®n de este sufrimiento.
Para saber sufrir
Pel¨ªculas
'La vida es bella', de Roberto Benigni.
'Qu¨¦date a mi lado', de Chris Columbus.
'Nacido el cuatro de julio', de Oliver Stone.
'Mar adentro', de Alejandro Amen¨¢bar.
Libros
'Martes con mi viejo profesor', de Mitch Albom (editorial Maeva, 2000).
'El aprendizaje de la serenidad', de Rafael Navarrete (San Pablo, 1993).
'Psicolog¨ªa del sufrimiento y de la muerte', de Ram¨®n Bay¨¦s
(Mart¨ªnez Roca, 2001).
'Terapia de aceptaci¨®n y compromiso', de Kelly G. Wilson y Mar¨ªa Carmen Luciano (Pir¨¢mide, 2002).
M¨²sica
'Sinfon¨ªas' de Allan Pettersson.
'Responsori de tenebres' (1611). Carlo Gesualdo, The Hilliard Ensemble.
'Tears in heaven', de Eric Clapton.
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