Diamantes y millones

Zoran Kostic naci¨® en Montenegro hace 39 a?os y la polic¨ªa francesa le considera no s¨®lo un ex soldado balc¨¢nico peligroso y extremadamente violento. Tambi¨¦n uno de los peces gordos, uno de los l¨ªderes de la difusa y escurridiza banda de atracadores de joyer¨ªas denominada los Panteras Rosas. Kostic, junto a otro compinche, fue detenido esta semana en un hotel de dos estrellas situado en el barrio parisino de Pigalle, a un paso del famoso cabar¨¦ Le Moulin Rouge, en una zona del norte de la ciudad conocida por sus sex shops.

La polic¨ªa les sorprendi¨® con una parte del bot¨ªn: un alijo de relojes de lujo suizos, sustra¨ªdos en el ¨²ltimo atraco, la relojer¨ªa L'?meraud¨¦, en Lausana, desvalijada el 5 de mayo. La polic¨ªa suiza sospech¨® desde el primer momento que los dos atracadores hab¨ªan huido hacia Francia. Tambi¨¦n estaba convencida de que uno de los atracadores era el buscado Kostic. As¨ª se lo comunic¨® a sus colegas franceses, que, tras consultar los h¨¢bitos de otros detenidos de la banda, busc¨® a los dos fugitivos en el barrio parisino de Pigalle. Con acierto.

Ahora, los agentes interrogan al presunto l¨ªder con la intenci¨®n de saber algo m¨¢s de la estructura, la forma y el escalaf¨®n de esa banda de ladrones desperdigada por varios pa¨ªses, integrada por cerca de 200 hombres, la mayor¨ªa militares de la ex Yugoslavia, camuflados en trabajos banales que se juntan espor¨¢dicamente para dar golpes espectaculares y mete¨®ricos en joyer¨ªas de lujo en los barrios m¨¢s caros de Europa para luego desaparecer de nuevo.

En marzo, polic¨ªas especializados de 16 pa¨ªses se reunieron durante dos d¨ªas en M¨®naco para intercambiar informaci¨®n sobre la banda. Salieron a relucir varios datos mareantes: los Panteras Rosas empezaron en 1999 y desde entonces han atracado m¨¢s de 120 establecimientos. El valor de lo robado asciende, seg¨²n los c¨¢lculos de los polic¨ªas, a 110 millones de euros. Antes prefer¨ªan las joyas. Ahora se inclinan m¨¢s por los relojes de marca cara, m¨¢s f¨¢ciles de vender, sobre todo en Rusia, donde existe un mercado floreciente que adquiere toda esta mercanc¨ªa a un 40% de su valor en las tiendas.

El apodo de la banda, proveniente de la famosa pel¨ªcula protagonizada por David Niven, se lo puso Scotland Yard cuando en 2004 descubri¨® en casa de uno de los integrantes del grupo un enorme diamante azul de 600.000 euros escondido en un bote de crema para la cara. Sus golpes, repartidos en todas las esquinas del mundo, desde Abu Dabi a Tokio, son siempre parecidos: preparados con meticulosidad y acometidos con velocidad, precisi¨®n y, si es preciso, mucha violencia. El 5 de diciembre, cuatro atracadores desvalijaron en 15 mete¨®ricos minutos la joyer¨ªa de lujo Harry Winston, en Par¨ªs, en una exclusiva calle situada a un paso de los Campos El¨ªseos. Los cuatro atracadores se presentaron aparentando ser turistas ricos, con maletitas con ruedas y paso resuelto. Dos de ellos, adem¨¢s, iban disfrazados de mujer, con pelucas rubias, gafas de sol y bufandas. En el instante del atraco hab¨ªa muy pocas personas dentro, entre personal de la joyer¨ªa y clientes. Arrinconaron a unos y a otros llamando a algunos de los empleados por su nombre, prueba de que hab¨ªan preparado el golpe. S¨®lo pegaron a un vigilante y se esfumaron con un bot¨ªn de 85 millones de euros sin dejar detr¨¢s de ellos ning¨²n rastro. La polic¨ªa francesa anunci¨® desde el primer momento que el caso iba a ser dif¨ªcil. La joyer¨ªa ofreci¨® una recompensa millonaria que hasta ahora no ha servido para nada. El desconcierto policial es tal que hay agentes que incluso dudan de que este atraco sea obra de los Panteras Rosas.

Kostic llevaba a?os perseguido. Desde que en 2007 atracara una joyer¨ªa en Montecarlo y cometiera un fallo. "Huyeron en un Fiat amarillo que abandonaron despu¨¦s con sus huellas digitales", asegur¨® el s¨¢bado a The International Herald Tribune el inspector jefe del departamento de polic¨ªa de M¨®naco, Olivier Jude. La polic¨ªa francesa ha interrogado a los dos detenidos durante dos d¨ªas enteros en una comisar¨ªa parisina con la intenci¨®n de descubrir los secretos de la invisibilidad de este grupo. Sin ¨¦xito hasta ahora. Ninguno ha cantado. Los Panteras Rosas, a¨²n libres, siguen ocultos.