Crisis bajo pl¨¢sticos
Las importaciones y los invernaderos del norte de la UE amenazan al sector
Sobre el papel, frutas y hortalizas constituyen uno de los pilares del sector agrario espa?ol. Con una facturaci¨®n de unos 16.000 millones de euros, suponen aproximadamente el 37% de la producci¨®n final agraria, un porcentaje similar en materia del empleo total agrario y unas exportaciones de casi 10 millones de toneladas por valor superior en 2008 a los 8.000 millones de euros.
Esta aparente fortaleza del sector hortofrut¨ªcola espa?ol, con ventas en muchos casos fuera de temporada y con un super¨¢vit de la balanza comercial de unos 6.500 millones de euros, no coincide exactamente con la realidad, tanto en lo que afecta a los invernaderos como a las producciones o los cultivos que se obtienen al aire libre. En medios del propio sector se considera que se trata de un gigante con pies de barro debido tanto a problemas internos como a la competencia de las importaciones.
El sector reclama la reconversi¨®n de miles de hect¨¢reas de invernaderos
En la producci¨®n al aire libre uno de los problemas es la falta de investigaci¨®n
Responsables del propio sector reconocen que en ¨¦pocas doradas no se hicieron bien las tareas para mejorar y reconvertir las instalaciones, actuaciones que hoy no se llevan a cabo por las ca¨ªdas de precios y recorte de la rentabilidad. Pero, junto a esta dificultad, el sector se enfrenta sobre todo a un problema de costes y de competitividad. En unos casos, se trata de las importaciones desde terceros pa¨ªses, especialmente el norte de ?frica, con menos costes de producci¨®n. En otros, son las modernas instalaciones ubicadas en el norte de la Uni¨®n Europea, aut¨¦nticas "f¨¢bricas", con unos mayores rendimientos por metro cuadrado, justamente al lado de los mercados de consumo donde comercializa una parte importante de sus producciones el sector espa?ol.
En lo que afecta a los cultivos bajo pl¨¢stico, Espa?a dispone de una superficie de invernaderos de unas 50.000 hect¨¢reas donde destacan provincias como Almer¨ªa, con 26.000 hect¨¢reas; Huelva, con 6.500 hect¨¢reas; Murcia, con 6.000 hect¨¢reas; Granada, con 5.262 hect¨¢reas; Comunidad Valenciana, con 3.000 hect¨¢reas; Canarias, con 2.000 hect¨¢reas, y M¨¢laga, con 1.500 hect¨¢reas. Las producciones de los invernaderos suponen aproximadamente unas ventas superiores a los 5.000 millones de euros, significan el ciento por ciento de las producciones en Almer¨ªa y un porcentaje mayoritario en las de Huelva, especialmente para las producciones de tomate, pepino, pimiento o fresa.
Los invernaderos almerienses fueron considerados en su d¨ªa como las grandes "f¨¢bricas", sin competencia, para invadir de hortalizas los mercados comunitarios fuera de temporada.
Hoy, esa situaci¨®n se ha terminado. Una gran parte de esos invernaderos, con una duraci¨®n media de entre 10 y 15 a?os de vida, se han quedado viejos. Frente a unas producciones, por ejemplo en el caso del tomate, de unos 12 kilos por metro cuadrado, en las instalaciones modernas del norte de la UE, adem¨¢s construidas con subvenciones por su contribuci¨®n en la lucha contra el efecto invernadero por el aprovechamiento del CO2, las producciones por metro cuadrado superan los 50 kilos, y los 100 kilos en pa¨ªses como Holanda.
Para asegurar la viabilidad del sector a corto plazo, desde la Federaci¨®n Espa?ola de Productores y Exportadores de Frutas y Hortalizas (Fepex) se reclama un plan para la reconversi¨®n de los invernaderos. El objetivo es lograr unas instalaciones similares a las que se han construido en el norte de Europa. Ello supone la necesidad de invertir una media de 1,3 millones de euros por hect¨¢rea.
Tanto en las instalaciones bajo pl¨¢stico como en los cultivos al aire libre, el sector se enfrenta igualmente al problema de los costes laborales. Frente a un salario medio en Marruecos de 0,50 euros por hora, para unas instalaciones bajo pl¨¢stico similares a las de Almer¨ªa, en Espa?a se abona una media de siete euros por hora.
En las producciones al aire libre, unos de los principales problemas a los que se enfrenta el sector son la falta de investigaci¨®n y la necesidad de proceder a una reconversi¨®n varietal como est¨¢n haciendo los pa¨ªses de la competencia. La falta de esta reconversi¨®n se est¨¢ traduciendo en superficies con menos rendimientos, en menos productividad y, en otros casos, en una oferta no adecuada a los nuevos gustos de la demanda, lo que se traduce en producci¨®n de excedentes y ca¨ªdas de precios.
En conjunto, el sector de las producciones de frutas y hortalizas se enfrenta en primer lugar a una estabilizaci¨®n de las ventas en el exterior. No se puede olvidar que el 94% de las exportaciones corresponde a los pa¨ªses comunitarios. No se han abierto nuevos mercados con capacidad adquisitiva fuera de la Uni¨®n Europea, mientras las importaciones mantienen un fuerte incremento en porcentajes superiores anualmente al 10%. Este aumento de las compras baratas procedentes de terceros pa¨ªses no es solamente grave por su participaci¨®n en el mercado nacional, sino por su presencia, en muchos casos sin control, en los mismos mercados comunitarios, como sucede con el tomate marroqu¨ª o el ajo chino.
Un segundo problema del sector en su conjunto se halla en la pol¨ªtica de investigaci¨®n e innovaci¨®n donde el panorama no es para el optimismo.
Estatalmente el viejo organismo INIA ha ido dando tumbos en la ¨²ltima d¨¦cada de ministerio en ministerio, perdiendo su capacidad para responder a las necesidades del sector agrario sobre el terreno. En la parte positiva se hallan los trabajos de algunas comunidades aut¨®nomas como el IRTA en Catalu?a o el IVIA en Valencia.
No se ha avanzado lo que ser¨ªa necesario en materia de reconversi¨®n varietal desde la perspectiva de mejoras en la productividad, rendimientos o b¨²squeda de las producciones m¨¢s adecuadas a los gustos cambiantes de los mercados. Adem¨¢s, la mayor parte de las nuevas variedades de semillas o plantones tienen vocablos extranjeros y las patentes proceden del exterior, lo que supone una fuerte dependencia de la investigaci¨®n ajena en un sector b¨¢sico para el conjunto de la actividad econ¨®mica. Eso sucede con las variedades de cultivos en los invernaderos de Almer¨ªa. Un dato significativo en este escenario es la situaci¨®n de la fresa. Espa?a es el primer comunitario en la producci¨®n de fresas y, sin embargo, la investigaci¨®n utilizada por el sector pertenece a una Universidad de California.
La UE aprieta
A los problemas propios del sector se han sumado
en los ¨²ltimos meses algunas disposiciones comunitarias que pueden suponer otro golpe para el sector.
Por un lado, se halla la normativa por la que se va a restringir desde 2010 el uso de productos fitosanitarios. Seg¨²n los productores, esta norma supondr¨¢ un grave riesgo para mantener los actuales niveles de producci¨®n, si para esa fecha no hay productos alternativos para proteger los cultivos con las mismas garant¨ªas para las plantas y para la seguridad alimentaria.
Por otra parte, se teme un impacto negativo sobre los mercados de las nuevas normas comunitarias por las que se permitir¨¢ la comercializaci¨®n de frutas y hortalizas frescas defectuosas o de segundas categor¨ªas que hasta la fecha se destinaban para la transformaci¨®n industrial. Bruselas justific¨® la medida para bajar los precios a los consumidores al aumentar la oferta. El sector cree que la misma ser¨¢ un coladero a las importaciones. -
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