?Cambiar o mejorar el modelo econ¨®mico?
Hagan la prueba. Pregunten a un economista, un empresario, un experto o un pol¨ªtico qu¨¦ hay que hacer para que la econom¨ªa espa?ola vuelva a funcionar. Probablemente acabar¨¢n diciendo una de estas dos cosas, o ambas: que hay que "cambiar de modelo productivo" o que hay que hacer "reformas estructurales".
Lo de cambiar de modelo va camino de convertirse en un estribillo. Lo que quiere decir que no est¨¢ claro. Algo as¨ª como que hay que abandonar la construcci¨®n, el turismo y la manufactura como motores de crecimiento y reemplazarlos por otros nuevos basados en la alta tecnolog¨ªa.
Esta idea, formulada de forma simplista, es peligrosa. Por dos razones. Primera, porque a fuerza de desear lo que no tenemos podemos minusvalorar lo que s¨ª tenemos. Segunda, porque supone que el nuevo modelo productivo puede surgir por generaci¨®n espont¨¢nea, ex novo, sin necesidad de apoyarse en las viejas actividades. Perm¨ªtanme comentar estos dos riesgos.
El nuevo modelo surgir¨¢ del viejo mediante la innovaci¨®n y el cambio gradual y continuo
En los ¨²ltimos quince a?os Espa?a ha experimentado una espectacular transformaci¨®n. Un pa¨ªs acomplejado, socialmente atrasado, exportador de emigrantes, acostumbrado a vivir fuertes desequilibrios econ¨®micos e incapaz de competir en el exterior se ha transformado en un pa¨ªs con econom¨ªa estable, empresariado din¨¢mico y socialmente confiado en su capacidad para competir, no s¨®lo en la econom¨ªa, sino en el deporte, la arquitectura o las artes.
?Cu¨¢l fue la espoleta de esa explosi¨®n de dinamismo y creatividad? Sin duda, influy¨® la entrada en el euro y el dinero barato y abundante. Pero hubo m¨¢s. Un factor psicol¨®gico poco valorado: una nueva generaci¨®n de espa?oles confiada en s¨ª misma, sin el complejo de inferioridad que limit¨® a las generaciones nacidas bajo el franquismo.
El protagonismo que tuvo la construcci¨®n gener¨® cierto desasosiego con los "pies de barro" del modelo. La crisis ha acentuado el desencanto. Pero deber¨ªamos evitar que ese desencanto debilite la autoconfianza, que es el motor m¨¢s potente que tenemos para salir de la crisis.
'The party is over', titul¨® la influyente revista The Economist un monogr¨¢fico sobre Espa?a. ?Ser¨¢ cierto que todo ha sido una fiesta? No lo creo. La familia espa?ola en su conjunto no ha sido manirrota, en contra de lo que se dice. Las nuevas infraestructuras no son un espejismo. Tampoco lo es ese ej¨¦rcito de empresas espa?olas, muchas de ellas del sector de la construcci¨®n y del turismo, que han ganado en tama?o, ambici¨®n y presencia internacional.
Esto no significa complacencia ni desconocimiento de la necesidad de redimensionar muchos sectores y fomentar el cambio de especializaci¨®n productiva. Pero tengo la impresi¨®n de que para algunos cambiar de modelo econ¨®mico es lo mismo que cambiar de modelo de coche, que basta con ir un d¨ªa al concesionario, elegir, pagar y llevarse uno nuevo.
Como ocurre en la naturaleza, en la vida econ¨®mica lo nuevo surge de lo viejo mediante peque?os cambios graduales, evolutivos, darwinianos, que al acumularse en el tiempo dan lugar a algo distinto de lo inicial. La finlandesa Nokia, ejemplo exitoso de empresa de nueva tecnolog¨ªa, surgi¨® de una vieja empresa manufacturera.
M¨¢s que hablar de cambiar el modelo, que no se sabe qu¨¦ quiere decir, tenemos que ponernos a mejorar las prestaciones del que tenemos. Veamos un ejemplo.
La construcci¨®n es un sector maduro, pero no podrido. En su estado actual es minifundista, segmentado, con costes elevados, falto de innovaci¨®n y con mala calidad del servicio. Pero eso no es algo inevitable. Es la consecuencia de c¨®mo funciona en Espa?a.
Tiene que hacer lo que hizo el sector automovil¨ªstico: transformarse en industria. Ahora cada uno va a su aire: el urbanista legisla, el empresario promueve, el arquitecto dise?a, el constructor generalista coordina el proyecto, el ingeniero o el constructor ejecutan una parte del proyecto y el fabricante suministra productos y materiales. El resultado es unos costes elevados, una baja productividad y una mala calidad del producto y del servicio. La soluci¨®n no es despreciar la construcci¨®n, sino innovar y fomentar la colaboraci¨®n entre todos los actores implicados.
Lo dicho vale tambi¨¦n para el turismo. Sorprende que el pa¨ªs m¨¢s tur¨ªstico del mundo cuide tan poco los recursos en que se apoya y no invierta en mejorar la capacidad de innovaci¨®n del sector.
?C¨®mo lograr mejorar la innovaci¨®n y la productividad del modelo que tenemos? El problema no son los salarios. Una econom¨ªa donde m¨¢s del 40% de los empleados ganan menos de mil euros no tiene un problema salarial. Tampoco est¨¢ en las ayudas p¨²blicas. Gastamos mucho en bonificaciones a la contrataci¨®n y demasiado poco en formaci¨®n de los trabajadores.
El camino no es tampoco que los poderes p¨²blicos decidan cu¨¢l ha de ser el nuevo modelo de crecimiento. No corresponde a nuestro nivel de desarrollo. El camino est¨¢ en mejorar los resultados del modelo que tenemos, mediante un compromiso entre empresas, trabajadores y Gobiernos que fortalezca la colaboraci¨®n y la confianza mutua sobre la base de unos objetivos y medidas compartidas. El nuevo modelo surgir¨¢ del viejo mediante la innovaci¨®n y el cambio gradual y continuo. Eso es lo que nos dice la experiencia de otros pa¨ªses que han transitado con ¨¦xito ese camino.
No deber¨ªamos desaprovechar la oportunidad de esta crisis. Contrariamente a la m¨¢xima de san Ignacio, los tiempos revueltos pueden ser favorables para hacer mudanzas. Pero a condici¨®n de lograr esa confianza y compromiso por el cambio.
Ant¨®n Costas Comesa?a es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica en la Universidad de Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.