El parto de Pep
Apoyado por el vicepresidente Ingla, Begiristain convenci¨® a Laporta de que Guardiola era el l¨ªder de un nuevo modelo de gesti¨®n basado en la profesionalizaci¨®n
En septiembre de 2007, Frank Rijkaard comenzaba su quinta temporada en el banquillo del Barcelona avalado por la recuperaci¨®n de un estilo de juego y la consecuci¨®n de dos Ligas y una Copa de Europa. Presum¨ªa Joan Laporta de que Frank siempre le llam¨® Frank hab¨ªa sido y ser¨ªa el ¨²nico entrenador de su mandato. Pero tras dos a?os en blanco y alarmados por el menor nivel competitivo, Marc Ingla, vicepresidente deportivo del Barcelona, y Txiki Begiristain, secretario t¨¦cnico del club, llamaron a cap¨ªtulo al holand¨¦s, conscientes de que su modelo de gesti¨®n basado en la confianza en las personas hab¨ªa muerto. Cambiar¨¦, lo de este a?o no se repetir¨¢ prometi¨® Rijkaard. No cambi¨®.
Guardiola empieza desde la Tercera Divisi¨®n su carrera como entrenador. Al tiempo, descubre que va a ser padre y empata en Premi¨¢ con el Bar?a B. Meses antes, una llamada de Johan Cruyff le sac¨® de un bar: ?T¨² que piensas hacer?, le pregunt¨® Johan. Quiero entrenar, respondi¨® Pep. Entren¨® y gan¨®.
Txiki tard¨® tres meses en comprender que Rijkaard segu¨ªa siendo Rijkaard y Guardiola, un fen¨®meno. Pep hab¨ªa puesto en pr¨¢ctica el modelo de gesti¨®n que el club pretend¨ªa instalar en el primer equipo y, con medios limitados, el equipo funcionaba como un reloj suizo gracias a un criterio fundamental: la optimizaci¨®n del rendimiento a trav¨¦s de la profesionalizaci¨®n. El ¨²ltimo proyecto de Rijkaard, en contrapartida, se deshac¨ªa como un azucarillo bajo una tormenta.
El 28 de noviembre, el Barcelona juega en Ly¨®n. Aquella tarde, Ingla y Txiki toman la decisi¨®n: el modelo de Rijkaard est¨¢ agotado; es hora de trazar un plan B por mucho que Laporta insistiera que Rijkaard se merec¨ªa acabar su contrato. La idea del presidente s¨®lo se sosten¨ªa desde el deseo y la ilusi¨®n. Era una sinraz¨®n, recuerdan varios directivos. Txiki no duda y se?ala a Guardiola. Al poco, Cruyff asoma por el Miniestadi y come con Pep. Est¨¢ listo, advierte despu¨¦s a Laporta.
Ingla comienza la selecci¨®n de personal con criterios empresariales aplicados al f¨²tbol, mediante un documento de ruta que retrata la exigencia al nuevo entrenador del Barcelona. Uno a uno y por distintas razones va descartando nombres, hasta quedarse con el de Valverde, Mourinho y Guardiola. Ingla exig¨ªa a los candidatos respetar el estilo de juego heredado de Rijkaard; fomentar el valor del trabajo y la solidaridad (la individualidad al servicio del equipo); gestionar de cerca las actividades que afecten al rendimiento; supervisar el trabajo de cantera, enfatizar el trabajo f¨ªsico, en la preparaci¨®n y la recuperaci¨®n; gesti¨®n activa del vestuario; conocimientos de la Liga y del club y su entorno, as¨ª como ser respetuoso con el rival. Valverde pierde opciones, pero Guardiola encajaba en todos y cada uno de los conceptos dise?ados por Ingla excepto en la experiencia.
El 11 de febrero, Ingla y Txiki viajan a Lisboa para reunirse con Jorge Mendes, representante de Deco y Motta, entre otros jugadores. Txiki llega tarde, por culpa de un problema de enlaces, y se encuentra a Ingla entrevistando a Jos¨¦ Mourinho, a quien un sector de la directiva, liderado por Ferran Soriano, consideraba id¨®neo para relevar a Rijkaard, porque el manual de mercadotecnia lo aconsejaba: la marca Mou, sumada a la marca Bar?a, hac¨ªa del producto un reclamo de potencial enorme.
A Txiki maldita la gracia que le hace saber de la reuni¨®n con Mourinho. Sabe que los medios tardar¨¢n en saber del encuentro lo que Mendes decida coger el tel¨¦fono. As¨ª fue. Txiki se muestra intransigente: El hombre es Pep defiende. Una campa?a medi¨¢tica en favor del portugu¨¦s le complica el trabajo. Pero tiene aliados: Ingla, que hab¨ªa cambiado de opini¨®n, Cruyff, el directivo Evarist Murtra y el trabajo en el Mini.
Hemos de comer con Pep, insta Laporta a Murtra a finales de febrero. Se citan en el restaurante Drolma y Laporta le explica: En principio, si todo va bien, Frank seguir¨¢, pero si no, hemos pensado en ti; t¨² ser¨ªas el sustituto, le dice el presidente. Se lo deja muy claro. Si Frank no sigue.... En esos momentos, Rijkaard seguir¨ªa si se clasifica para la final de la Copa de Europa.
De esa reuni¨®n sabe Tito Vilanova porque Guardiola, inquieto, traslad¨® las dudas a su escudero: Si echan a Frank quieren que coja el equipo. ?Crees que estamos listos?, le vino a preguntar. T¨², de sobra, le contest¨® Tito, el segundo entrenador. No ten¨ªa ninguna duda de que el modelo de trabajo que llevaba a cabo el filial era aplicable al primer equipo.
Ingla y Txiki, mientras, llevan a cabo una planificaci¨®n bic¨¦fala de la temporada. Hablan con Rijkaard, pero tambi¨¦n con Pep de futbolistas, altas y bajas y, principalmente, de c¨®mo remodelar el trabajo para que en el primer equipo aumente el rendimiento seg¨²n una m¨¢xima profesionalizaci¨®n del trabajo. Con el visto bueno de ambos entrenadores se intensifican las negociaciones por Keita y Alves, por Hleb y Piqu¨¦ y por C¨¢ceres. Pero el primer refuerzo para la plantilla es el preparador f¨ªsico Lorenzo Buenaventura, tras una comida en La Masia.
En Manchester, el 29 de abril, se desencadenan los acontecimientos y Laporta claudica. Cinco d¨ªas despu¨¦s, en comisi¨®n delegada, impone a Guardiola como nuevo t¨¦cnico. El martes, 6 de mayo, Laporta le pide a Murtra, valedor y amigo de Pep en la junta, que le acompa?e a la cl¨ªnica Dexeus, a felicitarle por el nacimiento de su hija Valentina. All¨ª le comunica que ser¨¢ el pr¨®ximo entrenador del Bar?a. Cuentan que Cristina, la madre, mir¨® a Pep con cara de susto. Saldr¨¢ bien, la tranquiliz¨® Pep. Nunca imagin¨® que tanto. Valentina es preciosa; el Barcelona ha ganado Liga y Copa.
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