Los retos de Patxi L¨®pez

Patxi L¨®pez habr¨¢ tenido ¨¦xito si el resultado de su gesti¨®n es convertir a Euskadi en un pa¨ªs normal; ahora no lo es. Por la amenaza de ETA, pero tambi¨¦n por la tensi¨®n a que ha estado sometida la sociedad vasca, en permanente enfrentamiento con las instituciones del Estado, con la opini¨®n p¨²blica espa?ola, consigo misma.

No se trata de crear ahora una Euskadi para los no nacionalistas, sino un marco que permita la convivencia entre unos y otros. De momento, con no hacer algunas de las cosas que hac¨ªa su predecesor ya habr¨¢ un cambio considerable. El balance mejorar¨¢ si demuestra que tambi¨¦n es capaz de hacer mejor cosas que Ibarretxe no hizo mal: en materia de gesti¨®n econ¨®mica y administrativa, por ejemplo.

No lo va a tener f¨¢cil. Los sindicatos nacionalistas le reciben con una huelga general, esta misma semana, pese a su oferta de di¨¢logo por el empleo, tras una d¨¦cada en que no lo hubo. Y el nacionalismo ex gobernante ha llevado la deslegitimaci¨®n del nuevo Gobierno hasta l¨ªmites nunca antes conocidos. Acusa a L¨®pez de poner en peligro el autogobierno por haber suscrito un acuerdo de estabilidad parlamentaria con el PP vasco, que identifica con "Madrid". Su buena conciencia le impide ver contradicci¨®n entre esa acusaci¨®n y su actual acercamiento al grupo popular para "concitar mayor¨ªas alternativas" (Erkoreka) a la del PSOE. Sin embargo, el pase a la oposici¨®n dar¨¢ probablemente ocasi¨®n a los sectores moderados (sumergidos tras la salida de Imaz para no poner en riesgo la victoria electoral) de presionar en favor de un regreso al pactismo. Patxi L¨®pez se ha comprometido a intentar asociarles a sus iniciativas contra la crisis. El PNV est¨¢ en contra de la huelga general del d¨ªa 21.

Ello coincide con una reordenaci¨®n en ciernes del mapa pol¨ªtico: la izquierda abertzale busca liderar un frente soberanista sin el PNV, pero sus posibles aliados, EA y Aralar, condicionan su participaci¨®n a la renuncia de ETA. La banda, por su parte, no desiste de condicionar la pol¨ªtica vasca, como demuestra su intervenci¨®n contra las obras del TAV. Mientras ETA siga y la izquierda abertzale mantenga la validez de la "estrategia pol¨ªtico-militar", sus expresiones organizativas no podr¨¢n participar en las elecciones. Las dudas que se planteen sobre situaciones nuevas como la utilizaci¨®n de plataformas electorales preexistentes (Iniciativa Internacionalista, etc.), deber¨¢n resolverlas los jueces.

Patxi L¨®pez tiene que encontrar un equilibrio entre la prudencia (no asustar a los nacionalistas) y las reformas que den contenido al cambio prometido. Excepto en casos extremos, los derechos adquiridos de empleados p¨²blicos deben ser respetados. Pero a la vez se deben establecer criterios que impidan los abusos clientelares en el futuro. En un periodo en que el paro va a crecer mucho, hay que evitar que criterios ling¨¹¨ªsticos, a veces como cobertura de razones ideol¨®gicas, sigan siendo tan determinantes en la contrataci¨®n de personal como hasta ahora.