Carlos IV, un orfebre en el Palacio Real
Una exposici¨®n de Patrimonio Nacional muestra la grandeza de las piezas recopiladas por el rey mecenas
El visitante que acude al Palacio Real de Madrid a contemplar la exposici¨®n Carlos IV. Mecenas y coleccionista, experimenta en sus sentidos percepciones potentemente evocadores de una ¨¦poca fenecida -el tr¨¢nsito del siglo XVIII al XIX- bien que, por la magnificencia de las creaciones art¨ªsticas expuestas al p¨²blico, pareciera revivir all¨ª en todo su esplendor. Art¨ªfice de tal fasto fue Carlos Antonio de Borb¨®n, rey de Espa?a entre 1788 y 1808 y pr¨ªncipe de Asturias durante las dos d¨¦cadas previas.
Once salas dan cuenta de la excelencia de sus ajuares, seleccionados por el pr¨ªncipe y luego monarca con un despliegue de obras de arte que requerir¨ªa muchas horas de estad¨ªa ante cada una de ellas. La exposici¨®n, surtida de piezas procedentes del acerbo de Patrimonio Nacional, Museo del Prado, Museo Arqueol¨®gico Nacional y algunas colecciones privadas, ha sido comisariada por Javier Jord¨¢n de Urr¨ªes y Jos¨¦ Luis Sancho.
Entre las piezas destaca un viol¨ªn de Antonio Stradivari hecho en 1709
El monarca fue considerado el mayor coleccionista de Europa
El recreo sensorial halla m¨²ltiples est¨ªmulos. De una bru?ida silla de manos de la reina Mar¨ªa Luisa de Parma, el olfato recibe el aroma hondo de la caoba de una madera cuyas irisaciones embrujan tambi¨¦n la mirada, atra¨ªda adem¨¢s por el destello de sedas dise?adas por Mu?oz de Ugena o por la pedrer¨ªa incrustada en un dosel imperial de color verde suave y cuatro metros de altura, empleado en comparecencias p¨²blicas por la reina.
La vista goza asimismo al comprobar la pureza crom¨¢tica de El Quitasol y La feria de Madrid, dos de los m¨¢s c¨¦lebres tapices confeccionados con sendos cartones de Francisco de Goya, o la de una serie de bell¨ªsimos cuadritos de un pol¨ªptico del maestro Juan de Flandes, que perteneci¨® a Isabel de Castilla y que el monarca nacido en N¨¢poles en 1749, Carlos Antonio de Borb¨®n -hijo de Carlos III-, incorpor¨® a su ornato m¨¢s cercano. La evocaci¨®n se enriquece igualmente ante lienzos como el Martirio de San Andr¨¦s, de Bartolom¨¦ Esteban Murillo (hacia 1680), m¨¢s bodegones del impar Luis Mel¨¦ndez o retratos reales cuajados de maestr¨ªa surgidos de los pinceles de Ant¨®n Rafael Mengs, cuyo academicismo le situ¨® en el m¨¢s alto rango de la pintura neocl¨¢sica europea de su tiempo, el ¨²ltimo tercio del siglo XVIII.
El sentido del o¨ªdo evoca sus mejores timbres ante un viol¨ªn de Antonio Stradivari, hecho en Cremona en 1709, adquirido en un quinteto de estos bell¨ªsimos instrumentos por orden del joven pr¨ªncipe y que hoy, como conjunto ¨²nico en el mundo, atesora el Palacio Real de Madrid.
De la intimidad devocional del monarca da cuenta un oratorio port¨¢til que exhibe su retablo pintado por Francisco Bayeu, su talla en madera por el ebanista Jos¨¦ L¨®pez y su bordado, recamado en oro, obra de la diestra aguja de Manuel L¨®pez de Robredo.
Estos ajuares sensorialmente tan gratos fueron encargados o adquiridos por Carlos Antonio de Borb¨®n, hijo de la alemana Mar¨ªa Amalia de Sajonia y de Carlos VII de N¨¢poles, luego III de Espa?a. Bondadoso y diligente, Carlos IV accedi¨® al trono por la discapacidad mental del primog¨¦nito de sus hermanos, el pr¨ªncipe Felipe Pascual. Su infancia, de la que da cuenta la primera sala de la exposici¨®n, discurri¨® en la luminosa Italia meridional hasta la edad de diez a?os -fecha de su traslado a Espa?a- donde se perfilar¨ªa una sensibilidad art¨ªstica que llegar¨ªa a convertirle en el m¨¢s acreditado de los monarcas-mecenas europeos de su ¨¦poca, protector de las bellas artes y, sobre todo, impulsor y recolector de la ornamentaci¨®n ¨¢ulica.
La curiosidad infantil le hab¨ªa aproximado a los talleres que en Capodimonte y en Caserta prove¨ªan los sistemas de adornos suntuarios de los palazzos reales. Ya en la adolescencia, sus aficiones por la relojer¨ªa y la ebanister¨ªa le har¨ªan instalarse gabinetes propios en Madrid y trasladar sus encargos all¨¢ donde consum¨ªa la mayor parte de su tiempo como pr¨ªncipe heredero: las llamadas Casitas de los Reales Sitios de Aranjuez, San Lorenzo de El Escorial y, sobre todo, El Pardo, reci¨¦n restaurada yabierta al p¨²blico por Patrimonio Nacional en una actuaci¨®n de envergadura.
Como pr¨ªncipe de Asturias, el heredero de Carlos III pasar¨ªa 20 a?os a la espera de un trono que ocupar¨ªa entre 1778 y 1808, una de las etapas m¨¢s densas de la historia de Espa?a, de cuya dramaticidad quien ser¨ªa conocido como El rey relojero no acabar¨ªa de percatarse plenamente, a tenor de su abducci¨®n pol¨ªtica y militar primero por su valido -y presumible amante- Manuel Godoy y luego por Napole¨®n Bonaparte.
De las aficiones ornamentales de Carlos IV particip¨® Mar¨ªa Luisa de Parma, desde cuando ambos eran pr¨ªncipes de Asturias, algunos de cuyos mejores retratos la exposici¨®n muestra. Por cierto, su faz desdentada as¨ª retratada por Goya no implicaba en la ¨¦poca signo de decrepitud, como se ha interpretado; m¨¢s bien era expresi¨®n de plenitud femenina. Y ello habida cuenta de que la falta de dientes en las mujeres se consideraba entonces muestra de maternal y prol¨ªfico vientre. Era el caso: se sabe que Mar¨ªa Luisa tuvo hasta 24 embarazos.
Carlos IV encarg¨® y reuni¨® extraordinarias colecciones de relojes, pinturas, muebles, cer¨¢micas y marfiles, que esparci¨® con suntuoso concepto y atinada largueza por El Pardo y San Lorenzo y Aranjuez, ahora reunidos. Por ello, el gozo de los sentidos acompa?a al visitante a trav¨¦s de las once salas donde tantos tesoros se exhiben y cobran su plenitud en un ub¨¦rrimo dessert de varios metros de longitud que recrea en miniatura el Foro romano. Esculpido en m¨¢rmol, con bronces y piedras duras, destella una armon¨ªa de proporciones, disposici¨®n y policrom¨ªa digna de duradero recuerdo y expresi¨®n del sublime buen gusto de un monarca cuya sensibilidad, desafortunadamente, no encontr¨® parang¨®n pol¨ªtico al haber sido su vocaci¨®n m¨¢s la de un apacible mecenas burgu¨¦s que la de rex de un imperio, todav¨ªa, universal.
Carlos IV. Mecenas y coleccionista. De lunes a s¨¢bado, de 9.00 a 18.00. Domingos y festivos, de 9.00 a 15.00. Palacio Real. Gratis. Hasta 19 de julio. www.patrimonionacional.es
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.