Eurovisi¨®n, ese caso perdido
Los expertos en convertir nader¨ªas en tragedias obsesivas llevan d¨ªas interrog¨¢ndose sobre el dolor metaf¨ªsico o antropol¨®gico que producen los fracasos de Espa?a en el festival de Eurovisi¨®n. Una cantante llamada Soraya represent¨® a Espa?a en la 54? edici¨®n del festival; cant¨® y qued¨® la pen¨²ltima. ?Y qu¨¦? Finlandia, orgullo tecnol¨®gico de Europa
y reserva espiritual de la calidad educativa, qued¨® en ¨²ltimo lugar y a mucha honra. No han aparecido masas
de finlandeses atormentados interrog¨¢ndose por la metaf¨ªsica de Eurovisi¨®n. Es cierto que Rodolfo Chikilicuatre, parodia
de una burla de un esperpento de un cantante pop, consigui¨® en 2008 m¨¢s puntos que Soraya, vestida y peinada como para uno de esos musicales que ya ol¨ªan a alcanfor en los a?os cincuenta. Pero tal comparaci¨®n s¨®lo demuestra que ante el fiasco musical eurovisivo es m¨¢s efectiva la burla, conscientemente patosa, que la seriedad al uso del show cl¨¢sico.
Eurovisi¨®n es un caso perdido, para el buen gusto y para el sentido com¨²n. Cada edici¨®n es m¨¢s cara, pretenciosa y rid¨ªcula que la anterior. En la gala moscovita del s¨¢bado, las canciones, de una mediocridad inatacable por los ¨¢cidos, se sucedieron aparatosamente sobre un escenario convertido en pista de lanzamiento de efectos luminosos y sonoros. Hab¨ªa que recubrir con celof¨¢n tanta chatarra musical. Gan¨® el representante noruego, de nombre Alexander Rybak, disfrazado de consorte r¨²stico de la princesa Rapunzel, con una cancioncilla almibarada que hubiera parecido cursi en el pa¨ªs de las hadas madrinas. La noche no merec¨ªa desenlace mejor.
Si los prebostes del ramo enfocan correctamente el caso de Eurovisi¨®n, seguro que presentan la renuncia terminante y para siempre de Espa?a a esa convenci¨®n de m¨²sica ratoneril. De la misma forma que, dice el refr¨¢n, lavar la cabeza
a un burro es perder tiempo y jab¨®n, cualquier componenda con ese mal llamado festival choca con la conciencia c¨ªvica. Lo ¨²nico noticioso que sucedi¨® en los alrededores de Eurovisi¨®n fue la manifestaci¨®n de homosexuales rusos en defensa de sus derechos. La polic¨ªa detuvo a 80. En cambio, dentro del estadio Olimpiski no se practicaron detenciones.
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