Sorolla se consagra en el Prado
La pinacoteca abre sus puertas a la mayor antol¨®gica dedicada al artista de la luz
Sorolla abre las puertas del Prado y se instala, con todo lujo de espacio, entre los dioses paganos del museo: Goya, Vel¨¢zquez, El Greco, Zurbar¨¢n, Ribera... en lo que supone algo muy parecido a una consagraci¨®n.
La imagen m¨¢s conocida de la obra de Joaqu¨ªn Sorolla (Valencia, 1863-Madrid, 1923) habla de paisajes mediterr¨¢neos, mujeres con geranios, espuma y sol. Pero su papel en la historia del arte es mucho m¨¢s que eso. Su dominio de la luz, su contundente denuncia social y su maestr¨ªa en la composici¨®n lo convierten en uno de los grandes maestros de la historia del arte espa?ol. La exposici¨®n antol¨®gica que la pinacoteca madrile?a abre al p¨²blico el pr¨®ximo martes constituye el ¨²ltimo ¨¦xito p¨®stumo de un artista que mantuvo siempre su personal forma de hacer, al margen de las tendencias del momento.
Miguel Zugaza: "Es un pintor instalado en la modernidad del siglo XX"
Un 20% de las obras expuestas no hab¨ªan sido contempladas nunca por el p¨²blico
La exposici¨®n muestra 102 pinturas que, en opini¨®n de Miguel Zugaza, director del Prado, representan toda la trayectoria de un artista que pint¨® m¨¢s de 4.000 obras. "Es un pintor plenamente instalado en la modernidad del siglo XX y de los grandes maestros de la pintura espa?ola; por eso le presentamos con la misma envergadura y ambici¨®n que a todos los grandes".
Zugaza est¨¢ convencido de que la muestra es ¨²nica porque no falta ni un solo cuadro imprescindible en la obra de Sorolla. Instituciones p¨²blicas y coleccionistas privados se han volcado a la hora de prestar cuadros, de forma que m¨¢s de un 20% del conjunto expuesto nunca ha sido contemplado por el p¨²blico. Un porcentaje similar ha sido restaurado y todas las obras se muestran con los marcos originales del artista.
Parte de la exposici¨®n, la dedicada a los 14 paneles de las Visiones de Espa?a, pintados para la Hispanic Society of America, la han visto ya m¨¢s de un mill¨®n de personas, seg¨²n Miguel ?ngel Utrilla, representante de Bancaja, empresa que ha financiado la muestra.
Los comisarios, Jos¨¦ Luis D¨ªez y Rafael Bar¨®n, han optado por el orden cronol¨®gico. Distribuida en cuatro salas de la ampliaci¨®n del museo, el recorrido arranca con El Palleter declarando la guerra a Napole¨®n (1884), pintado cuando Sorolla contaba 21 a?os, y que le sirvi¨® de pasaporte para completar su formaci¨®n en Italia y dedicarse de lleno a una serie de obras de contenido social y gran formato, poco ligadas a la imagen m¨¢s popular del pintor valenciano.
?Otra Margarita! o ?Triste herencia! son dos composiciones que conmueven lo m¨¢s profundo del espectador. En la primera retrata a una mujer que conoci¨® en un tren al que ¨¦l subi¨® despu¨¦s de dejar el esplendor de las playas valencianas. La mujer viaja custodiada por la guardia civil y a su lado se ve un hatillo con sus cosas. Esposada, tiene la mirada perdida en una tristeza infinita. Est¨¢ acusada de haber matado a su hijo para ocultar sus amores y evitar la deshonra. Los agentes tienen la mirada perdida sobrepasados por la rutina.
Triste herencia (1899) supuso la culminaci¨®n de su pintura social y el reconocimiento internacional. Un numeroso grupo de chicos ciegos, locos o tullidos se sumergen en el mar bajo la vigilancia de un fraile. La escena fue captada por el artista desde los ventanales de su estudio.
La exposici¨®n se adentra despu¨¦s por las sendas m¨¢s luminosas de Sorolla con un deslumbrante ¨®leo titulado Cosiendo la vela (1896). El tema es una vela de barco sobre la que trabajan hombres y mujeres iluminados por el sol y rodeados de jardines. Siguen retratos de personajes de la sociedad espa?ola e internacional que suspiraban porque el pintor de moda plasmara su imagen para la posteridad.
Entre las piezas de influencia velazque?a se encuentra un desnudo captado a la manera de La Venus del espejo. La perspectiva de Vel¨¢zquez tambi¨¦n est¨¢ presente en sus retratos de grupo. Su propia familia y, en especial, Clotilde, su esposa, protagonizan muchas de sus obras de madurez. Especialmente emocionante resulta la pintura titulada Madre (1895), dedicada a su esposa y a Elena, su tercera hija.
La exposici¨®n del Prado se cierra con una apoteosis del Sorolla m¨¢s costumbrista, con los 14 paneles (351 cent¨ªmetros de alto por 1.392 de ancho) de la Visi¨®n de Espa?a realizados para la Hispanic Society of America.
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