Violencia neonazi y cr¨ªmenes de odio
Las im¨¢genes de la muerte del joven antifascista Carlos Palomino a manos de un depredador neonazi, soldado profesional, adem¨¢s de conmocionarnos, van a cambiar la conciencia social sobre el problema de la violencia neonazi en nuestro pa¨ªs. Es verdad que desde los a?os noventa mantenemos en la memoria a la dominicana Lucrecia P¨¦rez, al independentista Guillem Agull¨®, al aficionado donostiarra Aitor Zabaleta, al menor angole?o Augusto Dnombele y a otras v¨ªctimas de las m¨¢s de ochenta que hasta la fecha tenemos identificadas como cr¨ªmenes de odio por racismo o intolerancia; pero a diferencia de las anteriores, este asesinato visualizado y sus im¨¢genes ser¨¢n un testimonio determinante en la conciencia ciudadana frente a la intolerancia criminal, adem¨¢s de mostrar la sangre fr¨ªa del autor y la ausencia de leg¨ªtima defensa o miedo insuperable que esgrimen quienes le apoyan.
La violencia neonazi existe y est¨¢ entre nosotros desde hace a?os. Se alimenta de xenofobia, racismo, homofobia, antisemitismo, islamofobia y de odio al diferente, al vulnerable y, tambi¨¦n, a la convivencia democr¨¢tica. La agitaci¨®n de los grupos neofascistas, en un intento de aprovechar conflictivamente la crisis econ¨®mica, est¨¢ en una fase de crecimiento inquietante. En importantes ciudades de nuestro pa¨ªs se han realizado provocadoras manifestaciones xen¨®fobas, en barrios obreros con alta densidad de inmigrantes se celebran conciertos racistas semiclandestinos, se incita al odio racial en Internet a trav¨¦s de m¨¢s de dos centenares de webs, se convierten las gradas ultras del f¨²tbol en viveros de grupos violentos, se realizan conferencias con negacionistas del Holocausto como David Irving, de racistas como el ex-l¨ªder del KKK David Duke, y adoctrinamiento con veteranos nazis como Manfred Roeder, actividades penalmente prohibidas en otros pa¨ªses. Todo ello junto a un proceso continuado de organizaci¨®n de grupos pol¨ªticos neofascistas. Un goteo constante de actividades, una semilla de donde s¨®lo germinan violencia e intolerancia.
Carece de sentido, tras el visionado del asesinato de Carlos Palomino, el discurso oficioso de las tribus urbanas, una interpretaci¨®n que minimiza y banaliza este problema. En Europa, diversos pa¨ªses han adoptado medidas preventivas profundas, con instituciones y programas especiales en colaboraci¨®n con organizaciones c¨ªvicas especializadas, como en Alemania y Reino Unido; la OSCE y el Consejo de Europa han emitido declaraciones, se?alando su gravedad en Rusia, con 122 asesinatos, y otros pa¨ªses donde las cacer¨ªas se centran en los gitanos, adem¨¢s de significar la coordinaci¨®n internacional entre los grupos neonazis facilitada por Internet. En Espa?a, pese al desmantelamiento y procesamiento de grupos como Hammerskin, Frente Antisistema, Blood and Honour, su militancia, tras cambiar de nombre org¨¢nico, prosigue sus fechor¨ªas. Mientras tanto, las v¨ªctimas sufren incomprensi¨®n, soledad y ausencia de reconocimiento, cuando no se las criminaliza despu¨¦s de muertas o tienen que soportar el apoyo al agresor, como hacen con el imputado por el crimen de Palomino desde sus webs y agitaci¨®n callejera.
Frente a esta realidad, los organismos internacionales alertan y piden acciones firmes a los Estados -como en la reciente Conferencia de Naciones Unidas contra el Racismo y la Intolerancia-, a los que recuerdan que "deben castigar las actividades violentas, racistas y xen¨®fobas de grupos que se basan en ideolog¨ªas neonazis, neofascistas y otras ideolog¨ªas nacionalistas violentas". Unos meses antes, la Uni¨®n Europea aprobaba la Directiva Marco de Derecho Penal, obligando a los Estados a sancionar penalmente a quienes inciten al odio, violencia y discriminaci¨®n por motivos raciales, xen¨®fobos, antisemitas y de intolerancia cultural o religiosa. En Espa?a, la indolencia institucional y la permisividad de facto de la que en muchas ocasiones gozan los grupos neofascistas resultan incomprensibles.
No somos un pa¨ªs racista, ni xen¨®fobo, ni antisemita. Nuestras leyes e instituciones no se orientan en esa proyecci¨®n antidemocr¨¢tica, pero s¨ª hay conductas y expresiones organizadas de intolerancia, especialmente peligrosas en momentos de crisis econ¨®mica, cuando esta lacra organizada tiene su opci¨®n, no s¨®lo para atacar a colectivos vulnerables de inmigrantes, negros, homosexuales, musulmanes, jud¨ªos, indigentes, j¨®venes de izquierdas, sino para golpear un edificio democr¨¢tico al que odian con todas sus fuerzas, contaminan su interior y se conjuran para su derribo.
La defensa de los valores democr¨¢ticos y los derechos humanos de todas las personas, en el marco de la legalidad del Estado democr¨¢tico y en cumplimiento del ordenamiento jur¨ªdico internacional, pasa por prohibir manifestaciones xen¨®fobas, cerrar webs neonazis e ilegalizar organizaciones racistas, adem¨¢s de adoptar una legislaci¨®n integral que ampare a las v¨ªctimas del odio, alcance a la educaci¨®n, impulse una sensibilizaci¨®n preventiva y una fiscal¨ªa especial para actuar contra el racismo y la intolerancia, colaborando a nivel internacional para desmantelar las tramas y redes neonazis organizadas. En definitiva, situarnos en el mandato de la reciente Conferencia de Naciones Unidas, promoviendo una respuesta democr¨¢tica, c¨ªvica y pol¨ªtica, legal y sin violencia, pero con profundidad y extensi¨®n a todos los ¨¢mbitos sociales, incluidos los medios de comunicaci¨®n. Todos juntos, en democracia, s¨ª podemos.
Esteban Ibarra. Presidente del Movimiento contra la Intolerancia.
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