La retribuci¨®n y la doble moral
Mucho se ha hablado en los ¨²ltimos meses de la retribuci¨®n de los administradores. En Espa?a nuestro Tribunal Supremo se ha despachado con una serie de sentencias que ponen en cuesti¨®n el sistema seguido en la fijaci¨®n de la misma en la mayor parte de nuestras sociedades an¨®nimas. En el mundo anglosaj¨®n se ha levantado un aut¨¦ntico clamor social contra la retribuci¨®n percibida por los principales directivos de compa?¨ªas como AIG o RBS, a las que ha habido que salvar con el dinero del contribuyente. Se trata de un tema mal resuelto, que nos lleva de nuevo a la reflexi¨®n sobre el buen gobierno de las sociedades cotizadas, materia en la que impera una lamentable doble moral. P¨²blicamente los l¨ªderes empresariales proclaman su adhesi¨®n a los principios y recomendaciones al uso, mientras que en el ¨¢mbito privado y en la propia din¨¢mica de los consejos de administraci¨®n se tienden a ignorar. Y me atrever¨¦ a decir que nos hallamos ante una de las claves de la grav¨ªsima crisis que estamos pasando.
Nos hallamos ante una de las claves de la grav¨ªsima crisis que estamos pasando
Debe regularse la transparencia y la prevenci¨®n de los conflictos de inter¨¦s
Resulta indudable que una de las causas de la peor crisis econ¨®mica desde la Depresi¨®n del 29 ha sido la excesiva propensi¨®n al riesgo de las entidades financieras. Debemos enmarcarla en una ¨¦poca en la que se perdieron los contrapesos del consenso social generado tras la Segunda Guerra Mundial, v¨¦ase la presi¨®n fiscal, la intervenci¨®n p¨²blica, los sindicatos y el reflejo cr¨ªtico del modelo econ¨®mico socialista. Todos ellos fueron decayendo durante la d¨¦cada de los ochenta, mientras se afianz¨® una concepci¨®n economicista del hombre. La econom¨ªa liberal ha sostenido siempre que la b¨²squeda de la riqueza individual maximiza el bienestar colectivo. Despu¨¦s de un largo periodo cr¨ªtico inspirado en los principios keynesianos, la econom¨ªa neoliberal, personalizada en la figura de Milton Friedman, retom¨® con fuerza el discurso de la minimizaci¨®n de lo p¨²blico, con la subsiguiente legitimaci¨®n del ego¨ªsmo como combustible de la m¨¢quina econ¨®mica.
En el ¨¢mbito que nos ocupa, la teor¨ªa de la agencia, elaborada por Michael Jensen, nos explic¨® que los directivos act¨²an como agentes de los accionistas, a trav¨¦s de un contrato impl¨ªcito, en el que los sistemas retributivos deben ir dirigidos a producir alineamiento entre el inter¨¦s de unos y de otros. En l¨ªnea con el discurso neoliberal, se presume y legitima la concepci¨®n del directivo como un maximizador de la propia riqueza individual. El sistema retributivo debe dise?arse de tal manera que esa prioridad individual produzca como efecto el enriquecimiento de los accionistas y, de forma indirecta, de la sociedad en su conjunto. El m¨¢s claro exponente de estos sistemas ha sido el de las opciones sobre acciones, las cuales producen, en teor¨ªa, ese alineamiento de forma autom¨¢tica. La teor¨ªa es buena y me atrevo a decir que el instrumento puede serlo tambi¨¦n. Pero la problem¨¢tica no resuelta de buen gobierno corrompe el sistema, dado que los planes de opciones y otros sistemas retributivos son dise?ados por encargo de los propios beneficiarios, limit¨¢ndose el consejo de administraci¨®n a ratificar -y con ello legitimar- las propuestas que se le plantean.
Si a ello le unimos una din¨¢mica de los mercados de valores esencialmente cortoplacista, donde el resultado trimestral se convierte en un tutor exigente que no perdona las malas noticias, nos hallamos con un c¨®ctel explosivo. Los primeros ejecutivos dominan con frecuencia el Consejo de Administraci¨®n, especialmente si no existen accionistas de referencia. Pero se trata de una dictadura breve. El plazo medio de duraci¨®n en el cargo de los primeros ejecutivos norteamericanos se ha ido reduciendo y en la actualidad se sit¨²a por debajo de los tres a?os. Como hemos dicho: el mercado no perdona.
En este contexto no es de extra?ar que proliferen los sistemas retributivos orientados hacia el corto plazo donde, en tiempos de bonanza, los directivos obtienen retribuciones astron¨®micas. Y en tiempos de crisis, corresponde en cambio al accionista y en ¨²ltima instancia, al contribuyente, absorber la p¨¦rdida. Pero mientras no asumamos que la problem¨¢tica de buen gobierno sigue sin resolverse, aunque nacionalicemos y reprivaticemos las empresas, el problema volver¨¢ a surgir. Es preciso acometer el tema con rigor, pues de lo contrario volver¨¢ a proliferar la avidez y la corrupci¨®n del modelo.
Nuestro Tribunal Supremo ha considerado que el actual modelo, en el que los estatutos se limitan a fijar el sistema retributivo, no es acorde con la ley. En el fondo tiene raz¨®n nuestro Alto Tribunal, pues no resulta de recibo que, en ¨²ltima instancia, sea el propio consejo, guiado frecuentemente por su presidente ejecutivo, el que determine su propia retribuci¨®n. Lamentablemente, las sentencias resultan pr¨¢cticamente imposibles de aplicar, pues obligar¨ªan a una continua modificaci¨®n de estatutos.
La soluci¨®n no es f¨¢cil. La Comisi¨®n Europea ha publicado recientemente unas recomendaciones bien orientadas. Ante todo hay que distinguir entre la retribuci¨®n de los consejeros ejecutivos y la de los que no lo son. La de los primeros debe ser analizada por comit¨¦s de retribuciones que funcionen realmente con independencia. En cuanto a la retribuci¨®n del consejo en su conjunto, es preciso que sea la junta general de accionistas quien, como ¨®rgano soberano, se pronuncie anualmente. Existe ya una recomendaci¨®n al respecto en nuestro vigente C¨®digo de Buen Gobierno, pero la mayor¨ªa de las sociedades no la cumplen.
Y es que, posiblemente, en toda esta cuesti¨®n, no baste ya con las recomendaciones. Aunque es preciso respetar la autonom¨ªa de las empresas en la configuraci¨®n de los sistemas retributivos, debe regularse imperativamente la transparencia y la prevenci¨®n de los conflictos de inter¨¦s, para evitar que vuelvan a extenderse las conductas irresponsables.
Miguel Trias Sagnier - es catedr¨¢tico de Derecho Mercantil de ESADE (URL).
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