"Hac¨ªan lo que quer¨ªan contigo"
Las palabras de Mick Waters puedan parecer duras le¨ªdas negro sobre blanco, pero su voz es como su mirada: un flujo constante de pena, rabia y misericordia. ?sta es la historia de este sexagenario, contada por ¨¦l mismo en la terraza de una modesta cafeter¨ªa de Coventry, en el centro de Inglaterra.
"Yo ten¨ªa 10 a?os cuando me llevaron a la escuela industrial de la congregaci¨®n de los Hermanos Cristianos en Artane. Era en los primeros a?os 50. El Gobierno le hab¨ªa adjudicado a mi familia una casa nueva en Dubl¨ªn pero era demasiado peque?a y yo me qued¨¦ a vivir con mi abuela y segu¨ª yendo a la escuela de siempre. Al cabo de dos a?os me convocaron en los tribunales por algo relacionado con la escuela. Yo no sab¨ªa qu¨¦ pod¨ªa ser. Fui con mi padre y dijeron que llevaba dos a?os sin ir a la escuela. Yo era un ni?o y no entend¨ªa de qu¨¦ hablaban. El problema es que mi familia me hab¨ªa registrado en la nueva escuela pero yo segu¨ª yendo a la vieja. No me hicieron caso y me encerraron en Artane".
"Si un ni?o mor¨ªa, los curas no estaban obligados a informar a la polic¨ªa"
"Desde los enormes dormitorios o¨ªamos los gritos de horror de los castigados"
"No comprendes qu¨¦ es el sexo. Pero en tu coraz¨®n sabes que aquello es malo"
"Hay demasiados menores inmigrantes que desaparecen de los refugios"
"Para m¨ª fue como si me llevaran a la c¨¢rcel. Era una injusticia tan grande... Pero a nadie le importaba. Luego supe que todo se deb¨ªa a que las ¨®rdenes religiosas que regentaban las escuelas industriales iban cada lunes a los tribunales para conseguir nuevos ni?os porque el Estado les pagaba seg¨²n el n¨²mero de alumnos".
"Hoy puede parecer extra?o que me hicieran eso. Pero el poder de las ¨®rdenes religiosas era tan grande que el Gobierno no se atrev¨ªa a intervenir. Si un ni?o mor¨ªa en un instituto no estaban obligados a informar a la polic¨ªa para que investigara. Como dentro hab¨ªa una Iglesia, se consideraba tierra consagrada que no se pod¨ªa corromper. Yo estaba traumatizado en Artane. No estaba acostumbrado a una escuela con 850 ni?os, enorme, un viejo castillo oscuro y muy fr¨ªo, un lugar muy hostil. Sent¨ªa un vac¨ªo absoluto. Nunca te ve¨ªan como a un ni?o peque?o. Te enfrentabas a todo tipo de castigos corporales. Te golpeaban en las manos o en el trasero, te retorc¨ªan el cuello, hab¨ªa todo tipo de castigos. Te pegaban con cualquier cosa. Lo hac¨ªan para que te conformaras".
"Aquellos enormes dormitorios con 250 ni?os ten¨ªan una habitaci¨®n de castigo y se o¨ªan los gritos de los ni?os llorando de horror y dolor. Los gritos se extend¨ªan por todo el dormitorio y eran otra forma de meternos el miedo en el cuerpo. Y abusaban sexualmente de los ni?os, les degradaban sexualmente enfrente de los otros ni?os. De m¨ª tambi¨¦n abusaron sexualmente. Oh, s¨ª. Yo era una persona fuerte. A¨²n lo soy. Y a la gente con car¨¢cter siempre la llevaban a la habitaci¨®n de castigo y ah¨ª dos o tres hermanos hac¨ªan lo que quer¨ªan contigo, para satisfacer sus costumbres m¨¢s sucias. Cuando eres un ni?o no comprendes los abusos sexuales. No sabes lo que es el sexo. Pero en el fondo del coraz¨®n sab¨ªas que era algo malo. Hay cosas que no comprendes pero sabes que son algo terrible".
"Muchos ni?os estaban como muertos. En realidad nunca tuvieron vida. Fueron, fuimos todos, destruidos all¨ª. Sin nadie que les cuidara, que les ense?ara qu¨¦ hacer, c¨®mo coger un autob¨²s, pagar un alquiler o preparar la comida. C¨®mo vivir".
"Nunca hablabas con los dem¨¢s de lo que te pasaba. Ten¨ªas miedo de que viniera el hermano y t¨² fueras el siguiente. Una vez se lo mencion¨¦ a un sacerdote muy joven que estaba en su primer destino. Se qued¨® sorprendido y en su inocencia les pregunt¨® qu¨¦ pasaba. Le trasladaron y ese d¨ªa me pegaron hasta dejarme inconsciente. Estuve seis semanas en el hospital".
"Yo dej¨¦ la escuela con 15 a?os. Trat¨¦ de volver con mis padres pero no pude. La conexi¨®n se hab¨ªa roto. Me fui al Ej¨¦rcito pero se dieron cuenta de que era menor y trabaj¨¦ repartiendo peri¨®dicos. No pod¨ªa encontrar nada mejor porque en cuanto dec¨ªa de qu¨¦ escuela ven¨ªa me ve¨ªan como una mala persona. Era un estigma. No hab¨ªa nada para m¨ª y en cuanto pude me vine a Inglaterra. Hice todo tipo de trabajos. E intent¨¦ educarme. Sab¨ªa que necesitaba educaci¨®n porque es la clave para todo. Iba a la escuela nocturna. Estudiaba ingl¨¦s, y matem¨¢ticas. M¨¢s tarde hice un curso de cinco a?os de psicolog¨ªa. Quer¨ªa trabajar en algo que me permitiera ayudar a otra gente. Dio sentido a mi vida. Trabaj¨¦ en un instituto con v¨ªctimas de malos tratos. Ahora trabajo con gente que ha sufrido abusos en Jersey, en las islas del Canal. Llevo 25 a?os trabajando en el mundo de la educaci¨®n, aqu¨ª en Coventry. Es muy gratificante. Hay ni?os que no saben leer ni escribir con propiedad pero tienen un cerebro preparado para el conocimiento". [Waters insiste en que se publique su tel¨¦fono, por si alg¨²n lector necesita contactar con ¨¦l: (+44) 0 2476.551.952]
Y prosigue su relato: "Me cas¨¦ joven. Pero no pod¨ªa explicarle a mi esposa lo que me hab¨ªa ocurrido. Simplemente no pod¨ªa. Lo intent¨¦ muchas veces, pero ten¨ªa miedo de que me dejara. Con el paso del tiempo se lo acab¨¦ explicando. Y ella me dijo: 'Sab¨ªa que hab¨ªa algo, lo sab¨ªa, pero no pod¨ªa pregunt¨¢rtelo; ten¨ªa que esperar a que t¨² me lo dijeras a m¨ª'. Y todo sali¨® bien".
"Durante mucho tiempo intentamos que se reconociera lo que pas¨® en las escuelas. Por fin, el 11 de mayo de 1999, Bertie Ahern [entonces primer ministro de Irlanda] se disculp¨®. Fue fant¨¢stico, algo grande. Era el final de un viaje y el principio de otro. El momento de dejar trabajar a la comisi¨®n de investigaci¨®n y ver qu¨¦ ocurr¨ªa. Ahora, de alguna manera me siento vindicado por el trabajo de la comisi¨®n. En l¨ªneas generales damos la bienvenida al informe porque refleja lo que creemos que nos pas¨®. Por supuesto, en opini¨®n de mucha gente los religiosos que cometieron los abusos ten¨ªan que haber sido identificados pero las ¨®rdenes eran muy reacias a admitir lo que ocurri¨®; para ellos no hab¨ªa pasado nada y tendr¨ªamos que estar agradecidos de que se hubieran ocupado de nosotros. Han estado obstruyendo mucho. No quer¨ªan entregar ning¨²n documento porque sab¨ªan que hab¨ªa muy mala gente, sab¨ªan lo que hab¨ªan estado haciendo, y que muchos habr¨ªan acabado en la c¨¢rcel. Para ser sincero, se lleg¨® a un acuerdo con esas ¨®rdenes, que aceptaron entregar esa informaci¨®n con la condici¨®n de que no saliera de la comisi¨®n y no se publicara".
"Las ¨®rdenes hab¨ªan entregado a algunos seglares que comet¨ªan abusos para hacer ver que afrontaban el problema. Pero nunca entregaron a los mayores perpetradores. Los trasladaban de escuela a escuela y les cambiaban el nombre".
"La gente me pregunta si tengo alguna foto de cuando estaba en el instituto, pero no: no hab¨ªa c¨¢maras all¨ª, no se tomaban fotograf¨ªas. Hace cuatro o cinco a?os, viendo una vieja pel¨ªcula de un festival de Corpus Christi me identifiqu¨¦ a m¨ª mismo, cuando ten¨ªa 11 a?os. Fue la primera vez que me vi de ni?o en aquel lugar. Porque tampoco hab¨ªa espejos, nunca ve¨ªas tu propio reflejo".
"No puedo creer en las ense?anzas de la iglesia cat¨®lica. Creo en Dios, tengo temor de Dios, pero no creo en una iglesia que se esconde en la ley can¨®nica para esconder sus abusos. Creo que ahora en Irlanda est¨¢ pasando con los ni?os inmigrantes lo que nos pas¨® a nosotros. Hay demasiados menores inmigrantes que son llevados a refugios y desaparecen. Y a nadie parece importarle. Una vez le dije al arzobispo de Dubl¨ªn: 'por favor, no me diga que los abusos de ni?os en el seno de la Iglesia son cosa del pasado. La gente sabe que personas de muy alta posici¨®n en la jerarqu¨ªa esclasi¨¢stica estaban al tanto de lo que ocurr¨ªa'. ?Y qu¨¦ est¨¢n haciendo? Ahora puede suceder lo mismo. A tus hijos o a tus nietos. ?C¨®mo sabes que no? Todos tenemos que hacer lo posible por acabar con esto. Tenemos que proteger a los ni?os hasta que pueden protegerse a s¨ª mismos".
"Cuando empez¨® este movimiento, hace m¨¢s de 10 a?os, muchos conocidos cat¨®licos dejaron de hablarnos a m¨ª y a mi mujer por lo que dec¨ªamos de la Iglesia. Fue triste pero es un precio que hubo que pagar. En el ¨²ltimo a?o y pico se han percatado de que estaban equivocados. Pero si lo hubieran hecho hace 10 a?os a lo mejor se podr¨ªa haber ayudado a aquel ni?o o aquella ni?a de la calle. Pero as¨ª es la vida. As¨ª es la naturaleza humana. Ojal¨¢ la gente se d¨¦ cuenta de que este informe explica lo que pasa en Irlanda, pero en realidad se refiere a algo que pasa en el mundo entero".
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