C.S.I. Verona

Un espacio en negro con garito para la portera. ?Un almac¨¦n? ?Un garaje? Da igual porque al final ser¨¢ un dep¨®sito de cad¨¢veres. En este contexto abandonado, oscuro, puede que subterr¨¢neo, discurre el Romeo y Julieta del brit¨¢nico Will Keen. Tras el pr¨®logo en boca de la portera, se oyen reyertas de fondo, voces, gritos y ambulancias. El enfrentamiento est¨¢ servido. El pr¨ªncipe de Verona se ve obligado a dar una rueda de prensa. No hay periodistas pero se oyen los flashes de las c¨¢maras. Y los Montesco siguen las advertencias del pr¨ªncipe por la radio, mientras comen en casa con Benvolio.

?Qu¨¦ buen arranque! A partir de ah¨ª, los recursos esc¨¦nicos se diluyen un tanto en favor de una cuidada disposici¨®n espacial de los int¨¦rpretes casi coreogr¨¢fica. Y cada tanto todos a una hacen, a lo Pina Bausch, como si se deshincharan, como si les costara respirar en esta atm¨®sfera que intuimos enmohecida. Con esta voluntad est¨¦tica entran y salen con los elementos escenogr¨¢ficos que acotar¨¢n el espacio de cada acci¨®n. Y el ritmo es ¨¢gil, las escenas se solapan con una estudiada cadencia. Y en general est¨¢n bien resueltas. La lucha entre Paris y Romeo hacia el final de la obra con Julieta de cuerpo presente -estamos ya en el dep¨®sito de cad¨¢veres- es estupenda, a base de haces de luz que emanan de sus respectivas linternas. O, volviendo al principio, el cheque que Capuleto entrega a Paris mientras le invita a la fiesta que dar¨¢ por la noche, aunque s¨®lo sea un detalle, sirve para justificar la desatada ira del padre de la novia cuando ¨¦sta se niega a casarse con el pretendiente que aqu¨¦l estima adecuado para ella. Otro acierto es que la misma pareja que interpreta a los Montesco se desdoble en los Capuleto pues tanto monta, su talante viene a ser equivalente.

Las escenas est¨¢n bien resueltas, el problema est¨¢ en algunos personajes

El problema recae m¨¢s bien en c¨®mo se abordan algunos personajes. A excepci¨®n de Mabel Rivera, un ama que vale el montaje entero, qu¨¦ divertida y qu¨¦ tierna, y de los arranques de furia de Francisco Olmo como Montesco, el resto del reparto es de lo m¨¢s irregular. Manuel Solo destaca como Mercucio y Pau Roca cumple como Benvolio y Paris, pero a menudo cuesta entender a Dritan Biba (Tebaldo y Fray Lorenzo) y Sonia Almarcha compone una Capuleto m¨¢s cercana a la nueva rica que al rancio abolengo que se le supone.

Y entre la pareja protagonista, ni qu¨ªmica ni f¨ªsica: ella, la televisiva Ruth N¨²?ez, es una Julieta ani?ada a la que s¨®lo le falta el lazo en la cabeza para pasar por Alicia en el Pa¨ªs de las Maravillas; con su voz nasal y su candor la exaltaci¨®n de sus sentimientos se convierte en pataleta infantil, lo que no deja de ser un punto de vista, ya que representa a una joven de 13 a?os, pero su relaci¨®n con Romeo es otra. Y ¨¦l, el tambi¨¦n televisivo Alejandro Tous, se acerca a Romeo como si fuera un chaval m¨¢s de una de estas series en las que van todos al mismo instituto, una manera de hacer que en la peque?a pantalla convence poco y sobre el escenario, menos.