Reforma de la reforma

El presidente del Gobierno anunci¨® durante el debate sobre el estado de la naci¨®n su voluntad de remitir al Congreso el nuevo texto de la Ley de Extranjer¨ªa. El Ejecutivo ha incorporado a la redacci¨®n original algunas de las observaciones planteadas por el Foro de los Inmigrantes, el Consejo Fiscal, la Comisi¨®n Laboral Tripartita, el Consejo Econ¨®mico y Social o el Consejo General del Poder Judicial, entre otros. Conviene recordar que la reforma de la ley se plante¨® al comienzo de la legislatura como un endurecimiento de las condiciones exigidas a los trabajadores extranjeros, intentando responder a un irresponsable desaf¨ªo electoralista lanzado desde el PP. Junto a la nueva normativa sobre extranjer¨ªa, el Gobierno aprob¨® un plan de retorno voluntario cuyos resultados han quedado a insalvable distancia de las expectativas.

El Gobierno se ha mostrado receptivo a las cr¨ªticas recibidas en materias tales como el plazo de retenci¨®n, la ambigua redacci¨®n sobre las acciones solidarias con los extranjeros, la repatriaci¨®n de menores, la reagrupaci¨®n familiar, el trato a las inmigrantes v¨ªctimas de maltrato o la asistencia jur¨ªdica gratuita. Era, sin duda, preferible esta actitud a la contraria, pero el nuevo problema al que se enfrenta el Gobierno es ofrecer razones convincentes que justifiquen su insistencia en mantener la reforma una vez que ha aceptado la contrarreforma. Porque el discurso de que se pretende aumentar las garant¨ªas de los inmigrantes no se corresponde con el endurecimiento que, pese a todo, mantiene el texto. Y falta por saber, adem¨¢s, si resulta prudente colocar la inmigraci¨®n en el primer plano del debate pol¨ªtico cuando el propio Ministerio del Interior reconoce la dr¨¢stica ca¨ªda en los flujos de ilegales como consecuencia de la crisis, y cuando el vertiginoso incremento de los ¨ªndices de paro aconseja sopesar la apertura de cualquier discusi¨®n que pueda derivar, se quiera o no, en la identificaci¨®n de chivos expiatorios.

Las dificultades que ha encontrado el Gobierno para consumar su giro en la materia, iniciado con su inexplicable beligerancia para aprobar la Directiva del Retorno desmarc¨¢ndose del grupo socialista europeo en Estrasburgo, no proceden s¨®lo de la aritm¨¦tica parlamentaria; procede tambi¨¦n de que se trataba de una estrategia pensada para tiempos de bonanza, cuando el n¨²mero de extranjeros que llegaban a un mercado laboral en expansi¨®n no dejaba de aumentar, tanto en la econom¨ªa legal como en la sumergida.

La crisis ha transformado la naturaleza de los problemas, y tal vez fuera m¨¢s prudente analizar los nuevos que mantener contra viento y marea unas soluciones que, adem¨¢s de discutibles, estaban pensadas para los antiguos. Si la inmigraci¨®n fue siempre un problema de Estado, en estos momentos lo es m¨¢s todav¨ªa. Y de ah¨ª que, en lugar de seguir entrando al trapo electoralista que plantearon los populares, resulte inexcusable exigirles la responsabilidad que entonces no tuvieron.