El United de Giggs y el Manchester de Ferguson
El jugador gal¨¦s simboliza el compromiso con un club al que lleg¨® con 13 a?os frente al mercantilismo del f¨²tbol actual
La sorpresa fue may¨²scula. Al menos, para Cristiano Ronaldo, el gran mercader del f¨²tbol iconoclasta de pasarela. Resulta que, a principios de mes, la Asociaci¨®n de Jugadores Profesionales de la Premier League eligi¨® a Ryan (Wilson) Giggs como el mejor del curso. No era un gui?o a la temporada de un futbolista de 35 a?os, al que un marcapasos en las piernas le ha relegado a un papel de principal actor de reparto, sino el tributo a una leyenda.
Para mayor estupor de CR7, a los pocos d¨ªas, Giggs resolvi¨® ante los hinchas cibernautas del United un gran acertijo: ?cu¨¢l ser¨ªa su alineaci¨®n ideal en los 19 a?os de profesionalismo en el Manchester? La respuesta del gal¨¦s escond¨ªa un mensaje subliminal. Ni rastro de Cristiano. ?Schmeichel o Van der Sar; Gary Neville, Stam, Ferdinand, Irwin; Beckham, Keane, Scholes, Giggs; Cantona y Rooney?. Un premio a la fidelidad, a aqu¨¦llos que se tatuaron el escudo del United sin flirtear cada verano con el mejor postor.
Nada extra?o viniendo precisamente de Giggs, the welsh wizard, el mago gal¨¦s, el chico de los 805 partidos y 148 goles con el United, el ¨²nico capaz de haber disfrutado 11 Ligas y dos Copas de Europa, el ¨²nico capaz de haber soportado a Alex Ferguson durante casi dos d¨¦cadas. No ser¨ªa f¨¢cil adivinar qu¨¦ le ha resultado m¨¢s sencillo. A la espera de Xavi, ¨¦l, junto a su compa?ero Scholes, el Maldini que caduc¨® el domingo, Ra¨²l y Del Piero simbolizan la resistencia ante el febril rastrillo en el que se ha convertido el f¨²tbol, un tr¨¢nsito de n¨®madas anclados por el talonario.
La fertilidad futbol¨ªstica de Giggs subraya que en este deporte no todo es espuma. Su adhesi¨®n al United refleja que los grandes tambi¨¦n echan ra¨ªces, recuerda que a¨²n queda un reducto para los fieles, para aqu¨¦llos que sirven de hilo conductor en la historia de los clubes que se han servido de su pasado para engominar su futuro.
Nunca hubo equipos de presidentes, por m¨¢s que algunos clubes de alta alcurnia al borde de la esclerosis se aferren ahora a su regreso mesi¨¢nico. Los equipos siempre han estado por encima de sus dirigentes, por mucho que el Inter (exiliado de Europa desde la caverna de Helenio Herrera) tenga a su mecenas, Massimo Moratti, como ¨²nico eslab¨®n de un lejan¨ªsimo pasado lustroso, o que otros advenedizos se queden a las puertas de la gloria pese al gaseoso bot¨ªn de Abram¨®vich. Dejaron sello el Madrid de Di St¨¦fano, no el de Bernab¨¦u; la Hungr¨ªa de Puskas, el Santos de Pel¨¦, el Ajax de Cruyff, el Milan de Sacchi, La Quinta del Buitre o el Bar?a de Cruyff (y el que llega de Pep).
El tu¨¦tano del United es Giggs, ni siquiera Ferguson, patriarca de la generaci¨®n del gal¨¦s, pero luego de espaldas al vivero y m¨¢s dedicado a la bolsa. Al rev¨¦s que el Bar?a, que sigue de buceo por La Mas¨ªa y el cruyffismo tras haberse sacudido el tardofranquista victimismo que le dur¨® hasta la antorcha de 1992, el sumo sacerdote del Manchester ya no se aprende el nombre de los padres de los parvularios.
Fue una tarde de 1986, cuando Giggs ten¨ªa 13 a?os. Ferguson llevaba unos meses en el club y, sin tanto cr¨¦dito americano como ahora, su radar se extend¨ªa por el f¨²tbol escolar de Inglaterra. All¨ª, en un torneo colegial de Manchester, descubri¨® a Ryan, que por entonces se apellidaba Wilson. El chico se hab¨ªa trasladado desde Cardiff, patria materna, hasta la periferia de Old Trafford por culpa de su padre, un hijo de Sierra Leona que como profesional del rugby hab¨ªa fichado por el Swinton.
Antes de que sus progenitores se separaran cuando ¨¦l ten¨ªa 16 a?os y cambiara el Wilson por el Giggs materno y gal¨¦s, Ryan recibi¨® en el sal¨®n de su nueva casa manchesteriana al se?or (entonces no era sir) Ferguson. ?Me sorprendi¨® verle en el sal¨®n y, sobre todo, que se supiera el nombre de mis padres?, dijo despu¨¦s Ryan.
Con semejante seducci¨®n, Ferguson engatus¨® al joven Wilson Giggs, al que firm¨® un contrato profesional en 1990, pero no le hizo debutar con el primer equipo hasta el 2 de marzo de 1991, ante el Everton y en Old Trafford. Giggs, entonces un extremo h¨¢bil, veloz y punzante, relev¨® a Irwin, lateral izquierdo. Dieciocho a?os despu¨¦s, aquel Giggs ha marcado siempre en las 17 ¨²ltimas Premier y en 13 ediciones distintas de la Liga de Campeones. Ya no es el extremo al que Ferguson ve¨ªa ?correr la banda como si flotara?, sino un camale¨®nico medio centro que, con menos turbo, sabe tirar de escuadra y cartab¨®n. Hoy se conserva con el yoga, juega un m¨¢ximo de una hora ?casi siempre en Old Trafford? y jam¨¢s dos partidos seguidos por semana. Ferguson lo administra con maestr¨ªa. Si el Bar?a lo padece, ser¨¢n buenas noticias para los azulgrana.
Perdida la titularidad, Giggs s¨®lo irrumpe cuando la situaci¨®n se extrema. No le importa. Es del United y todo por el United. Una estirpe en extinci¨®n. Por eso, para disgusto del medi¨¢tico portadista CR7, Giggs, la entra?a de Old Trafford, siempre responde: ?El mejor es Scholes?. Claro, tambi¨¦n adora a Xavi, Iniesta y Messi. Y no s¨®lo por su f¨²tbol. En Giggs, pese a tanta pirater¨ªa mercantil, prevalecen los v¨ªnculos. ?l es el United; Ferguson es el Manchester. O lo que es lo mismo: Bobby Charlton no se habr¨ªa entendido sin Matt Busby. Ni Guardiola sin Cruyff. Cuesti¨®n de credos, no de talonario presidencial.
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