Brotes verdes
En los ¨²ltimos meses, la esfera p¨²blica se ha llenado de bot¨¢nicos aficionados, buscando brotes verdes por doquier. Al parecer, la econom¨ªa, nacional e internacional, era una planta que estaba toda mustia, pero he ah¨ª que, dicen algunos, comienza a mostrar signos de resurrecci¨®n con unos supuestos brotes verdes portadores de augurios esperanzadores. Otros, en cambio, sostienen que dichos optimistas sufren de una ilusi¨®n ¨®ptica muy com¨²n, a saber: ver lo que se quiere ver, y que tales brotes son brotes secos.
Como suele ocurrir con toda met¨¢fora que goza de ¨¦xito, tambi¨¦n ¨¦sta comienza a extenderse a otros ¨¢mbitos m¨¢s all¨¢ de la bot¨¢nica econ¨®mica. Leo una entrevista al lehendakari, Patxi L¨®pez, en la que afirma: "Creo que empieza a haber algunos brotes verdes en algunos dirigentes del PNV". Dada nuestra afici¨®n a las plantas, estaremos atentos.
Veo que algunos, inasequibles al desaliento, tambi¨¦n se han asomado esperanzados a la entrevista que conced¨ªan a Gara dos etarras con po¨¦tico sobrenombre (junt¨¢ndolos: "Luz nocturna"), esperando encontrar all¨ª un brote verde. Su gozo en un pozo, claro. "Luz nocturna" nos da a entender que, siguiendo con nuestras met¨¢foras verdes, ellos no van a abandonar la jardiner¨ªa del terror. Esto es, no van a cesar de eliminar las malas hierbas que impiden desarrollarse y florecer a las buenas plantas, ni van a dejar de intentar dise?ar a la fuerza el jard¨ªn con el que sue?an.
Cierta afici¨®n a la jardiner¨ªa, esto es, a sembrar, podar y enderezar la vegetaci¨®n circundante, es com¨²n a la actividad pol¨ªtica. Sobre todo, a las proyecciones ut¨®picas y revolucionarias de la sociedad ideal, puesto que ese sue?o s¨®lo es alcanzable mediante la ingenier¨ªa social integral, una feroz tarea jardinera que consiste en amputar lo que sobra, eliminar lo que no se ajusta al molde prefijado de los sue?os dogm¨¢ticos del revolucionario. La democracia, en cambio, es aquel sistema que se niega a adoptar la teor¨ªa estricta de la jardiner¨ªa, es decir, la divisi¨®n de la vegetaci¨®n en dos grupos: las plantas cultivadas que se deben cuidar y las malas hierbas que hay que arrancar de ra¨ªz. Todas las plantas tienen el derecho de vivir y el deber de adaptarse para convivir en una misma tierra nutricia. No hay lugar para la jardiner¨ªa social integral: la vida y las libertades individuales est¨¢n primero. En ese sentido, la democracia nunca podr¨ªa crear, ni lo pretende, el jard¨ªn perfecto.
Los ciudadanos ejercemos, eso s¨ª, de bot¨¢nicos aficionados. Sabemos que la "Luz nocturna" no hace crecer ninguna planta y no deber¨ªamos esperar brotes donde no puede haberlos. Y es que no podemos desprendernos de las met¨¢foras vegetales, tan iluminadoras. "Las cosas que me son jard¨ªn del alma", escrib¨ªa el poeta Enrique Banch. Cuidamos de ¨¦sas, pero no menos hemos de cuidar de las plantas p¨²blicas, aquellas en las que esperamos ver los pr¨®ximos brotes verdes...
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